Fue uno de los primeros productos elaborados por la industria frigorífica. Por la crisis, los embarques de carnes termoprocesadas cayeron a sus mínimos históricos.
Los errores del Gobierno en materia ganadera lograron liquidar casi por completo el negocio fundacional de la industria frigorífica en la Argentina a principios del siglo XX: la fabricación de Corned Beef y otras carnes elaboradas. En lo que va de 2014, según datos oficiales, se llevan exportadas menos de 1.000 toneladas de carnes termoprocesadas, cuando hasta hace unos pocos años atrás se exportaban entre 50.000 y 70.000 toneladas anuales, fundamentalmente hacia los Estados Unidos.
La extinción del negocio de las carnes cocidas se debe básicamente a una decisión tomada en Brasil, donde tiene su sede el mayor grupo cárnico global, JBS. Esa firma compró en 2005 el frigorífico Swift de Gobernador Galvez, en el sur de Rosario. Allí se realizaba la mayor parte de la producción argentina de Corned Beef y otras especialidades, como la carne cocida y cubeteada IQF. Durante décadas el negocio de Swift fue vender esos productos a la compañía alimenticia estadounidense Campbell. Pero ahora se discontinuaron los envíos y JBS decidió proveer el mercado estadounidense desde otros países más fiables.
Hasta 2009, cuando se desencadenó la crisis ganadera que arrasó 20% del stock bovino del país, las exportaciones de Conservas y Preparados de Carne llegaban a unas 75.000 toneladas y aportaban 230 millones de dólares. Hoy, cinco años después, quedan solo migajas de aquello. Según datos del Senasa, en los primeros siete meses de 2014 solo se exportaron 910 toneladas peso producto y solo 69 de ellas iban dirigidas a los Estados Unidos. Respecto de igual periodo del año pasado, este tipo de embarque cayó 70%.
Imposible comparar la caída con años anteriores. En su equivalencia a toneladas peso res, estas exportaciones con valor agregado se ubicaron en estos primeros siete meses en 2.265 toneladas, contra 51.875 del mismo lapso de 2009.
Esta debacle se da en el marco de una crisis de toda la industria exportadora de carnes. Para este año, los especialistas indican que las exportaciones de todo tipo de cortes difícilmente lleguen a 160 mil toneladas, elregistro más bajo desde la crisis aftósica de 2002.
Con decenas de plantas cerradas y tras haber expulsado unos 17.000 obreros especializados, industrias como Swift se aferraron al mercado interno para sobrevivir y ahora emplean sus calderas para la elaboración de hamburguesas o bocaditos de carne. Sucede que el consumo doméstico absorbe hoy el 94% de la oferta de carne y se envía al exterior solamente un 6%.
La producción de Corned Beef, la más popular de las variantes de carne cocida enlatada, fue la primera fase de la industria frigorífica, como instancia superadora de los viejos saladeros.
Tanto que en 1903 se instaló aquí, cerca de Colón, en Entre Ríos, la fábrica anglo-germana Liebig, que ya exportaba millones de latitas a todo el mundo desde la uruguaya Fray Bentos.
La virtual desaparición de estas carnes -que a menor escala también aqueja a frigoríficos como Nelson o Rioplatense- se agudizó luego de que venciera la rebaja excepcional de las retenciones lanzada para socorrer al sector. Ese anuncio fue hecho con bombos y platillos por Cristina Kirchner en abril de 2012 e implicaba reducir ese tributo del 15 al 5%. Pero duró solo un año y jamás se prorrogó.
Con retenciones tan elevadas (tres veces las de otros productos agroindustriales), agregar valor a la carne perdió casi todo su atractivo. Para Miguel Schiariti, de la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA), un problema adicional es que, debido al atraso del dólar, hoy resulta caro el principal insumo de esa industria, las vacas de descarte o “conserva”. Por lo tanto, la Argentina dejó de ser competitiva también en este rubro.
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