Por las malezas resistentes la economía de escala dejó de ser un variable que juega a favor del negocio.
En el ciclo 2014/15 la diferencia de costo directo de una soja de primera en el sudeste cordobés podría ser del orden de 100 u$s/ha entre un campo bien manejado versus otro con alta presencia de yuyo colorado y gramíneas resistentes a glifosato.
“Al momento de alquilar un nuevo campo es necesario ser sumamente cuidadoso en lo que respecta a la evaluación del pool de malezas presentes en el mismo, porque las diferencias de costos pueden llegar a ser enormes entre un campo prolijo y otro que no lo está”, señala Luciano Ascheri, asesor del CREA Monte Maíz.
“Ante la duda sobre la historia de un campo, lo recomendable sería presupuestar lo necesario para realizar un control adecuado de todas las malezas presentes en la zona”, añade en un artículo publicado en la última edición de la Revista CREA.
Se acabó la agricultura de insumos en la que todo se solucionaba con aplicaciones. Ahora el factor humano es esencial para realizar monitoreos y diagnósticos precisos, diseñar estrategias de control adecuadas y llevar a cabo aplicaciones en los plazos previstos. Todo eso –por supuesto– es más caro. Pero termina siendo muchísimo más caro no hacerlo o hacerlo mal.
“Con la generalización del problema de las malezas resistentes, la economía de escala dejó de ser un variable que juega a favor del negocio. Es preferible tener poco y bueno que mucho y malo”, sostiene Diego Hugo Pérez, asesor de los grupos CREA Gálvez y Las Petacas.
“En el actual escenario la mejor estrategia defensiva es la reducción de área y el incremento de la rotación y la intensificación agrícola. En tal situación, se observan diferencias enormes entre los empresarios que trabajan en red y cuentan con un asesoramiento de aquellos que producen en soledad con escasa información”, agrega.
Antes de cosechar, Santiago Carnero –gerente de producción de Velay Inversiones– toma fotos de malezas difíciles de controlar para mostrárselas a los propietarios de cada campo en cuestión. “Para evitar que las malezas terminen siendo un problema este año, estamos proponiendo a los propietarios hacernos cargo del control de las mismas más allá de cuál sea el estado de la renegociación del contrato de arrendamiento. Si nos ponemos de acuerdo, asumimos el costo. Y si no nos ponemos de acuerdo, el propietario nos regresa el costo de la aplicación y puede ofrecer así el campo limpio a un nuevo interesado”, comenta.
El “Mapa de Malezas” elaborado por la Red Conocimiento de Malezas Resistentes (REM) que coordina Aapresid muestra que dicho problema está presente en la mayor parte de las regiones agrícolas argentinas.
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