La abejas, escarabajos, moscas, mariposas, pájaros y murciélagos son fundamentales en el desarrollo de los cultivos y las economías regionales ya que ofrecen un camino para la agricultura sustentable. Así lo comprobó una investigación llevada a cabo en 19 países, dirigida por un investigador argentino perteneciente al Conicet
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Mediante la investigación se arribó a la conclusión de que la heterogeneidad en los cultivos y la utilización de polinizadores proporcionan rendimientos económicos considerables. La importancia de los polinizadores silvestres para los cultivos de frutas, semillas, frutos secos y estimulantes como el café sorprendió a un equipo de 50 investigadores de todo el mundo, dirigidos por el doctor Lucas Garibaldi, investigador del Conicet de la Sede Andina, que realizaron un estudio en 600 campos, con 41 sistemas de cultivo diferentes, en 19 países de todos los continentes. El artículo de la investigación fue publicado en la última edición de la revista “Science” y resalta lo efectivo de la combinación de polinizadores silvestres con abejas de producción para los cultivos, ya que hay un grave riesgo de perder los hábitats naturales de los polinizadores silvestres. “La producción agrícola depende de múltiples factores como el agua, los nutrientes, la luz y los polinizadores. La ausencia de uno de estos componentes puede limitar la producción y reducirla considerablemente. Es por ello que los polinizadores son fundamentales, tanto para el ecosistema como para la producción económica”, explica a Argentina Investiga el doctor Garibaldi. El estudio alienta la complementación de los polinizadores silvestres con abejas melíferas (que son las utilizadas para polinizar industrialmente). El muestreo indicó que sólo el 14% de los cultivos polinizados con abejas melíferas tiene un incremento en la producción; en tanto que la polinización, incluyendo insectos silvestres, benefició al 100% de los cultivos. Los investigadores encontraron que la polinización brindada por insectos silvestres no puede ser reemplazada agregando colmenas de abejas melíferas a los campos agrícolas. Además de la sorpresa de los investigadores por este resultado, surgió un alerta principal, dada por la pérdida permanente de los insectos salvajes en muchos paisajes agrícolas, algo que, de continuar, derivará en consecuencias negativas para las cosechas. “Los polinizadores silvestres -entre los que se encuentran diferentes especies de abejas, pájaros, mariposas, moscas, escarabajos y murciélagos, entre otros- viven generalmente en hábitats naturales o semi-naturales, como márgenes de los bosques, cercos vivos o pastizales. Cuando se cubre la totalidad del suelo, se desmonta, se aplican insecticidas o se monocultiva la tierra, estos hábitats se van perdiendo, disminuye la abundancia y diversidad de polinizadores y, por ende, los cultivos reciben menos visitas florales. Lo que puede ser una ventaja en la producción se transforma en una amenaza de reducción de cosecha, además del riesgo que implica depender de una sola especie polinizadora”, indicó el investigador. Los investigadores afirman que las nuevas prácticas de gestión integrada de las abejas como insumos agrícolas y las asociaciones de diversos insectos silvestres como un servicio ecosistémico mejoran el rendimiento global de los cultivos de polinización animal y garantizan, a largo plazo, la producción agrícola sustentable. En nuestra regiónEl estudio se realizó sobre cultivos de diferentes tipos y con condiciones climáticas tropicales, subtropicales y templadas, lo que brindó un panorama general de la investigación, que conlleva la aplicación a cualquier región con suelo cultivable. Se relevaron plantaciones de producciones fundamentales para las economías regionales como el café, cacao, maracuyá, algodón, mango, girasol, palma (la tercera oleaginosa más importante del mundo), tomate, sandía, almendras, arándanos, cereza y canola, entre otras. “Relevamos desde huertas familiares de pepinos en Indonesia hasta producciones industriales de almendros en California, Estados Unidos”, ejemplificó Garibaldi. Si bien en Argentina las muestras se tomaron en Salta y Jujuy, los resultados y las recomendaciones son aplicables a cualquier granja familiar o emprendimiento agrícola del país. En Río Negro hay una gran producción frutícola que puede utilizar este conocimiento y proporcionar hábitats naturales a los polinizadores silvestres para incrementar su producción. “Estas prácticas deberían incluir la conservación o restauración de los espacios naturales o semi-naturales en las tierras de cultivo, el heterocultivo, la promoción de una gran variedad de usos del suelo, además de los diversos recursos florales y anidación y un uso más prudente de insecticidas que pueden matar a los polinizadores. Esto se aplica tanto al valle como a la zona cordillerana con la fruta fina”, especificó. La conclusión que obtuvo un consenso generalizado de todos los investigadores fue que la heterogeneidad en los cultivos y la producción agrícola sustentable proporcionan rendimientos económicos considerables, y es indispensable fomentarla con políticas de Estado, tal como se hace en nuestro país con la ley de Bosques. “Esta fue una experiencia por demás enriquecedora, porque la asociatividad es un pilar fundamental para la ciencia y para la producción de conocimiento. Fue una apuesta grande, porque llevó mucho tiempo y el compromiso de muchos colegas, pero los resultados aportan conocimiento importante a la economía social. Mi idea siempre es trabajar sobre problemáticas aplicables, para generar una teoría sólida que resuelva problemas a nivel local y regional”, aseguró; sabiendo que, en este caso, los resultados de esta investigación tendrán alcance mundial. Lucas Garibaldi tiene 31 años y se graduó como Ingeniero Agrónomo en la UBA, donde también se doctoró en Ciencias Agropecuarias. Desde 2011 es docente investigador en la Sede Andina de la Universidad, Bariloche |
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