Recetas viejas
Los problemas de los productores trigueros llegaron por fin a la tapa de los diarios de la última semana. No fue por sus constantes reclamos, sino porque se puso en evidencia lo que desde la intervención del mercado del cereal, en 2006, el campo viene advirtiendo: La progresiva escasez del trigo trajo como consecuencia el aumento del precio para el consumidor final.
El paso del tiempo demostró que cuando los productores exigían que se dejara de intervenir en los mercados de la ganadería, la lechería y el trigo no lo hacían por ellos mismos. Por el contrario, en su momento fueron conscientes de la importancia de la salud de la cadena de producción y consumo para la economía del país, pero no fueron escuchados.
Aún así, ante la evidencia de su razón, ahora tampoco hay señales de entendimiento. El gobierno argentino aseguró a través del ministro Norberto Yahuar que está garantizado el abastecimiento de harina para la elaboración de pan, quien además confirmó “que la molienda de trigo para el primer semestre del año fue superior a la realizada en igual período del año pasado”.
El funcionario hizo estas declaraciones a la salida de una reunión con Diego Cifarelli de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) y con el titular de Argentrigo, Santiago Labourt. En ese marco, dijo que “no será necesario importar trigo porque hay stock suficiente, inclusive tenemos una reserva de 500 mil toneladas que se va a utilizar recién el año que viene, por eso no hay razón alguna para que falte trigo para la molinería.”
Rubén Ferrero, Presidente de CRA, salió al cruce. “Fuimos el granero del mundo y ahora somos la triste caricatura de un país que vendía trigo y ya no tiene ni para su propia gente. Esto entra al inventario de la década ganada.” El dirigente argumentó además que desde la intervención del mercado de trigo bajo el precepto de cuidar la mesa de los argentinos, se multiplicó por diez el precio del pan al consumidor.
En tanto, Gerardo Di Cosco, titular de la Asociación de Industriales Panaderos de Rosario explicó que las subas se deben a que “desde diciembre a esta parte la bolsa de harina trepó casi un 300% en el precio final” lo que motivó “la protesta hacia los molinos de no comprar harina por lo menos hasta el jueves para ver si se toma alguna medida y pueden frenar esta escalada estrepitosa en el precio de la harina”.
Con respecto a la posibilidad de un cierre total de las exportaciones, Di Cosco opinó que “va a ser una medida acertada porque hay que garantizar el pan en la mesa de los argentinos. Eso va a parar esta vorágine descontrolada del aumento de la harina que está sucediendo semana tras semana”.
Sin embargo, Ferrero analiza la situación desde otra perspectiva, ya que considera que “ahora se hacen reuniones urgentes, se buscan soluciones apuradas y se convoca a las asociaciones cuando el problema les estalló en las manos. Sólo recorrer las góndolas y ver el precio de la harina, la racionalización de su venta, o el precio del pan deberían ser suficientes para que la sociedad sepa quiénes son los culpables.”
Lo cierto es que con el tema instalado en las conversaciones de los argentinos, será difícil que el gobierno siga haciendo oídos sordos. En este caso, no sólo es importante que asuma su responsabilidad en el conflicto, sino también que haga un esfuerzo profundo para que las soluciones no se busquen en las mismas medidas que provocaron el problema.
Agro-noticias.com
Alejandro Cánepa
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