martes, 25 de octubre de 2011

“Estamos desperdiciando la posibilidad de volver a la rotación de cultivos”



El consultor Sebastián Gavaldá se lamentó por desaprovechar un momento histórico por las trabas impuestas a la comercialización de cereales

Los precios de la soja y del maíz alcanzan niveles insospechados hace unos años. En un mundo cada vez más ávido de alimentos, el técnico CREA Sebastián Gavaldá manifestó que “la Argentina está desaprovechando la actual coyuntura del mercado de granos para promover la necesaria rotación de cultivos”.

Según el especialista, las consecuencias del modelo sojero vigente en el país “en algún momento se va a pagar”. Los números son elocuentes: tres de cada cuatro hectáreas se emplean para cultivar soja, porque “es el negocio conveniente, que dejan hacer las autoridades”, planteó.
“El monocultivo, se sabe, no es sustentable en el largo plazo. En cambio, impulsar otras alternativas, especialmente el maíz, pondría en marcha otros eslabones de la cadena productiva y comercial, que por ahora, funcionan a cuenta gotas”, evaluó.

Precios rentables
“Me cuesta entender el precio de los granos en la actual situación mundial”, afirmó el Gavaldá en una Jornada de Actualización Técnica en Soja desarrollada en Rosario por los CREA del Sur de Santa Fe. La coyuntura a la que se refiere es un mundo que demanda una cantidad de alimentos imposible de abastecer, pese a la crisis de los países desarrollados.
“No es un año para estar descubiertos con los precios de los granos. El resultado de las elecciones primarias indica que se mantendrá el modelo intervencionista en el mercado de granos. Por eso es importante trabajar tranqueras adentro, ya que será una campaña de alta volatilidad”, alertó.

Para Gavaldá, en soja hay negocios para todos los gustos. Con rendimientos normales, los precios a cosecha aportan buena renta. En ese marco, aconsejó “vender lo necesario  para cubrir los costos”. No obstante, si algún productor se rehúsa a vender porque considera que el precio puede seguir subiendo, entonces puede comprar un put. “Seis, siete u ocho dólares por tonelada establecen un piso de 290 dólares por tonelada, más bajo que el de un forward, pero que asegura estabilidad en la empresa”, sugirió.

Otras herramientas a las que se puede echar mano son “vender mayor cantidad, tanto con forwards como en el Mercado a Término, y comprar calls”. El técnico consideró que esta combinación puede ser muy conveniente porque cubre un amplio rango de situaciones posibles en la evolución del mercado.

Tipo de cambio desfavorable
En relación a la competitividad del tipo de cambio, Gavaldá fue tajante al asegurar que, medido en pesos, hoy está peor que en 2001. “El sector agropecuario contó con un cambio competitivo en 2002/2003. Luego se deterioró por la inflación y por las retenciones.  Lo que sucede es que en 2001 la soja valía 150 dólares por tonelada y hoy está en 300. Entonces, el productor recibe más dólares, que es lo que permite sostenerse”, puntualizó.

Frente a esta situación, el técnico CREA no pudo escapar de los temores que se ciernen  sobre cuánto tiempo más se podrá sostener el modelo de monocultura sojera. Sucede que las luces amarillas titilan desde hace un par de años en los semáforos económicos. Más de una vez se pronosticó que el modelo kirchnerista no resistiría, pero siguió aguantando, vía retenciones y echando mano a recursos de las AFJP y del Banco Central. “Crecer incrementando el gasto público no es sustentable, aunque nadie pueda determinar cuando se agotará este esquema”, sostuvo Gavaldá.

Más allá de que el presupuesto nacional adelanta  un dólar situado de 4,50 pesos para el año próximo, la relación cambiaria sigue dependiendo de lo que hagan EE.UU. y Brasil. Si devalúan, en el corto plazo la Argentina debería hacer un ajuste interno. Eso se traduciría en un dólar sensiblemente más caro. Si no hay ajuste externo, la devaluación interna puede dilatarse un tiempo más. “Entender esto sirve para evaluar si conviene endeudarse, y de hacerlo, si se toman créditos en pesos o en dólares”, explicó.

Futuro con interrogantes
Mucho se habla de los problemas económicos que atraviesan Europa y EE.UU. En el primer caso, los orígenes hay que buscarlos en problemas financieros. En el segundo, se asegura que se trata de una disputa política, donde los republicanos no le dan tregua a Obama. En cualquiera de las dos circunstancias, “nada bueno puede pasar en el mundo si caen estos dos motores económicos internacionales”, sostuvo Gavaldá. Y aunque el mayor problema de la Unión Europea está en las PIIGS, y Grecia represente apenas el 2,5% de PBI del bloque, no hay antecedentes sobre los efectos que puede tener la caída de un actor del Viejo Mundo.

Mientras tanto, el mundo sigue demandando granos. “En los próximos cuatro años, para mantener los stocks actuales del planeta, se deberían producir 58 millones de toneladas más de soja, incorporando 20 millones de hectáreas. Con el maíz sucede lo mismo, ya que se precisan 110 millones de toneladas y 13 millones de hectáreas más para abastecer los incrementos de demanda. La cuenta no cierra por ningún lado, salvo que alguien deje de comer”, ironizó Gavaldá.

Aunque suene “reiterativo y trillado”, es inevitable hablar de China, porque la cantidad de pobres disminuye a un ritmo increíble, a tal punto que en 2015 el 50% de su población pertenecerá a la clase media. Y el primer cambio que produce la mejora económica es la modificación de hábitos alimenticios, “disminuyendo el consumo de arroz y aumentando el de carne, especialmente de pollo, lo que catapulta la demanda por maíz”, recordó.

Asimismo, la cantidad de soja que consume el gigante oriental equivale a toda la producción argentina, uruguaya, paraguaya, boliviana y de Mato Grosso, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul en Brasil. El 60% de los barcos que salen con poroto de soja desde EE.UU., Brasil y la Argentina tienen a China como destino. “Esta es la explicación del por qué todo el mundo está desesperado por soja. Y los sectores sojeros son los grandes beneficiados porque el producto cotiza en paridad por la demanda internacional y por las necesidades fiscales locales”, detalló.

Precisamente, esa necesidad local de divisas es la que habilita internamente el precio internacional de la soja. “A la soja no se le puede pedir más. Una tonelada, más allá de las retenciones, vale ciento por ciento lo que determina el mercado internacional”, calculó.

Decisiones comerciales
De todos modos, para Gavaldá el factor que verdaderamente sostiene los precios internacionales de los granos es el maíz. “Excepto el trigo, que crece al ritmo de la población, para la soja y el maíz la demanda es mayor que la oferta anual. Es por ello que no hay stock que dé abasto y cada vez hay menos tonelaje guardado en los silos esperando las próximas campañas. Evidentemente, el precio del maíz responde a un problema con la producción estadounidense, cuya demanda para consumo es incapaz de decir `basta`, al menos por ahora”, apuntó.

Dentro de este panorama, con muchísimas aristas auspiciosas para la Argentina, las dudas siguen planteándose por las trabas vigentes en la comercialización de cereales.
 
La realidad establece que el trigo sigue siendo el más castigado, con un precio de 80 dólares por tonelada debajo del FAS teórico. Luego sigue el maíz, con un precio inferior en 40 dólares a lo que establece la cotización internacional.
Este año se sembró un 50% más de cebada, quizás por el incentivo que significa no sufrir el control de las exportaciones. Algo similar sucedió con el sorgo, que por estos días tiene un precio superior al del maíz “aunque ningún nutricionista le encuentre lógica”, destacó.

“Este es un año donde dependeremos de los resultados que determine una planilla de Excel. Sea sorgo, maíz o soja, allí donde las cuentas den en positivo, a los valores que mínimamente se están pretendiendo, entonces hay que cerrar negocios por lo menos por una parte de la producción. Y después agregar las opciones. Lo esencial es que no se nos escabullan de las manos las escasas buenas oportunidades que aparezcan”, concluyó.


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