El consultor Sebastián Gavaldá se lamentó por
desaprovechar un momento histórico por las trabas impuestas a la
comercialización de cereales
Los
precios de la soja y del maíz alcanzan niveles insospechados hace unos años. En
un mundo cada vez más ávido de alimentos, el técnico CREA Sebastián Gavaldá
manifestó que “la Argentina está desaprovechando la actual coyuntura del
mercado de granos para promover la necesaria rotación de cultivos”.
Según
el especialista, las consecuencias del modelo sojero vigente en el país “en
algún momento se va a pagar”. Los números son elocuentes: tres de cada cuatro
hectáreas se emplean para cultivar soja, porque “es el negocio conveniente, que
dejan hacer las autoridades”, planteó.
“El
monocultivo, se sabe, no es sustentable en el largo plazo. En cambio, impulsar
otras alternativas, especialmente el maíz, pondría en marcha otros eslabones de
la cadena productiva y comercial, que por ahora, funcionan a cuenta gotas”,
evaluó.
Precios rentables
“Me
cuesta entender el precio de los granos en la actual situación mundial”, afirmó
el Gavaldá en una Jornada de Actualización Técnica en Soja desarrollada en
Rosario por los CREA del Sur de Santa Fe. La coyuntura a la que se refiere es
un mundo que demanda una cantidad de alimentos imposible de abastecer, pese a
la crisis de los países desarrollados.
“No es
un año para estar descubiertos con los precios de los granos. El resultado de
las elecciones primarias indica que se mantendrá el modelo intervencionista en
el mercado de granos. Por eso es importante trabajar tranqueras adentro, ya que
será una campaña de alta volatilidad”, alertó.
Para
Gavaldá, en soja hay negocios para todos los gustos. Con rendimientos normales,
los precios a cosecha aportan buena renta. En ese marco, aconsejó “vender lo
necesario para cubrir los costos”. No
obstante, si algún productor se rehúsa a vender porque considera que el precio
puede seguir subiendo, entonces puede comprar un put. “Seis, siete u ocho
dólares por tonelada establecen un piso de 290 dólares por tonelada, más bajo
que el de un forward, pero que asegura estabilidad en la empresa”, sugirió.
Otras
herramientas a las que se puede echar mano son “vender mayor cantidad, tanto
con forwards como en el Mercado a Término, y comprar calls”. El técnico
consideró que esta combinación puede ser muy conveniente porque cubre un amplio
rango de situaciones posibles en la evolución del mercado.
Tipo de cambio desfavorable
En
relación a la competitividad del tipo de cambio, Gavaldá fue tajante al
asegurar que, medido en pesos, hoy está peor que en 2001. “El sector
agropecuario contó con un cambio competitivo en 2002/2003. Luego se deterioró
por la inflación y por las retenciones.
Lo que sucede es que en 2001 la soja valía 150 dólares por tonelada y
hoy está en 300. Entonces, el productor recibe más dólares, que es lo que
permite sostenerse”, puntualizó.
Frente
a esta situación, el técnico CREA no pudo escapar de los temores que se ciernen sobre cuánto tiempo más se podrá sostener el
modelo de monocultura sojera. Sucede que las luces amarillas titilan desde hace
un par de años en los semáforos económicos. Más de una vez se pronosticó que el
modelo kirchnerista no resistiría, pero siguió aguantando, vía retenciones y
echando mano a recursos de las AFJP y del Banco Central. “Crecer incrementando
el gasto público no es sustentable, aunque nadie pueda determinar cuando se
agotará este esquema”, sostuvo Gavaldá.
Más
allá de que el presupuesto nacional adelanta
un dólar situado de 4,50 pesos para el año próximo, la relación
cambiaria sigue dependiendo de lo que hagan EE.UU. y Brasil. Si devalúan, en el
corto plazo la Argentina debería hacer un ajuste interno. Eso se traduciría en
un dólar sensiblemente más caro. Si no hay ajuste externo, la devaluación
interna puede dilatarse un tiempo más. “Entender esto sirve para evaluar si
conviene endeudarse, y de hacerlo, si se toman créditos en pesos o en dólares”,
explicó.
Futuro con interrogantes
Mucho
se habla de los problemas económicos que atraviesan Europa y EE.UU. En el
primer caso, los orígenes hay que buscarlos en problemas financieros. En el
segundo, se asegura que se trata de una disputa política, donde los
republicanos no le dan tregua a Obama. En cualquiera de las dos circunstancias,
“nada bueno puede pasar en el mundo si caen estos dos motores económicos
internacionales”, sostuvo Gavaldá. Y aunque el mayor problema de la Unión
Europea está en las PIIGS, y Grecia represente apenas el 2,5% de PBI del
bloque, no hay antecedentes sobre los efectos que puede tener la caída de un
actor del Viejo Mundo.
Mientras
tanto, el mundo sigue demandando granos. “En los próximos cuatro años, para
mantener los stocks actuales del planeta, se deberían producir 58 millones de
toneladas más de soja, incorporando 20 millones de hectáreas. Con el maíz
sucede lo mismo, ya que se precisan 110 millones de toneladas y 13 millones de
hectáreas más para abastecer los incrementos de demanda. La cuenta no cierra
por ningún lado, salvo que alguien deje de comer”, ironizó Gavaldá.
Aunque
suene “reiterativo y trillado”, es inevitable hablar de China, porque la
cantidad de pobres disminuye a un ritmo increíble, a tal punto que en 2015 el
50% de su población pertenecerá a la clase media. Y el primer cambio que
produce la mejora económica es la modificación de hábitos alimenticios,
“disminuyendo el consumo de arroz y aumentando el de carne, especialmente de
pollo, lo que catapulta la demanda por maíz”, recordó.
Asimismo,
la cantidad de soja que consume el gigante oriental equivale a toda la
producción argentina, uruguaya, paraguaya, boliviana y de Mato Grosso, Paraná,
Santa Catarina y Río Grande do Sul en Brasil. El 60% de los barcos que salen
con poroto de soja desde EE.UU., Brasil y la Argentina tienen a China como
destino. “Esta es la explicación del por qué todo el mundo está desesperado por
soja. Y los sectores sojeros son los grandes beneficiados porque el producto
cotiza en paridad por la demanda internacional y por las necesidades fiscales
locales”, detalló.
Precisamente,
esa necesidad local de divisas es la que habilita internamente el precio
internacional de la soja. “A la soja no se le puede pedir más. Una tonelada,
más allá de las retenciones, vale ciento por ciento lo que determina el mercado
internacional”, calculó.
Decisiones comerciales
De
todos modos, para Gavaldá el factor que verdaderamente sostiene los precios
internacionales de los granos es el maíz. “Excepto el trigo, que crece al ritmo
de la población, para la soja y el maíz la demanda es mayor que la oferta
anual. Es por ello que no hay stock que dé abasto y cada vez hay menos tonelaje
guardado en los silos esperando las próximas campañas. Evidentemente, el precio
del maíz responde a un problema con la producción estadounidense, cuya demanda
para consumo es incapaz de decir `basta`, al menos por ahora”, apuntó.
Dentro
de este panorama, con muchísimas aristas auspiciosas para la Argentina, las
dudas siguen planteándose por las trabas vigentes en la comercialización de
cereales.
La
realidad establece que el trigo sigue siendo el más castigado, con un precio de
80 dólares por tonelada debajo del FAS teórico. Luego sigue el maíz, con un
precio inferior en 40 dólares a lo que establece la cotización internacional.
Este
año se sembró un 50% más de cebada, quizás por el incentivo que significa no
sufrir el control de las exportaciones. Algo similar sucedió con el sorgo, que
por estos días tiene un precio superior al del maíz “aunque ningún
nutricionista le encuentre lógica”, destacó.
“Este
es un año donde dependeremos de los resultados que determine una planilla de
Excel. Sea sorgo, maíz o soja, allí donde las cuentas den en positivo, a los
valores que mínimamente se están pretendiendo, entonces hay que cerrar negocios
por lo menos por una parte de la producción. Y después agregar las opciones. Lo
esencial es que no se nos escabullan de las manos las escasas buenas
oportunidades que aparezcan”, concluyó.
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