Entrenamiento
en Venado Tuerto
Un kilo de carne o un
litro de leche dependen de que el operario se adecue a la última tecnología.
“Los problemas son sencillos, pero tenemos que atacarlos”, dijo Martín
Christiani, el docente que guió la segunda jornada de Admite Forrajero. Llamó a
cambiar de paradigma: medir la calidad más que la cantidad.
Los contratistas, operarios y
productores que participan de Admite Forrajero arrancaron el jueves con un
claro objetivo: saber cómo llegar al mejor heno o al mejor silo, una vez que ya
está el cultivo sembrado. Hoy, los principales problemas del negocio pasan por
la ductilidad del que maneja los fierros. “No estamos trabajando en términos de
calidad, ni eficiencia, estamos trabajando en órdenes de cantidad”, advirtió
Martín Christiani.
“¿Cuántos kilos de pasto necesito para producir un kilo de
carne o un litro de leche? Esa es nuestra medida de trabajo. Tenemos que
cambiar la cabeza para medir eficiencia y no cantidades. Lo importante es la
eficiencia de conversión”, siguió.
El experto indicó que es necesario
prestar atención a los inconvenientes con el acondicionado de los forrajes una
vez que han sido cortado, con el almacenamiento, la extracción y suministro de
silajes, la forma de generar compactación y un ambiente anaeróbico dentro de
una masa de silo. “La masa la tenemos, pero no vemos que dentro hay ceniza,
mugre, hongos”, subrayó.
Por la mañana, todos se dedicaron a
preguntar y despejar acerca de sus propias confecciones de alimento. Christiani
comentó que es necesario tener presente que la henificación y el silaje son dos
conceptos de conservación absolutamente diferentes: uno, por deshidratación, y
el otro por fermentación anaeróbica.
Después todos pasaron al lote. Allí
vieron en acción las cortadoras, rastrillos y rotoenfardadoras. La pregunta que se planteó más tarde fue ¿qué
se hace con la fibra? “Deberíamos definir el tamaño y la uniformidad de la partícula
para la fibra. Con ello definimos el tipo de máquina requerida”, explicó
Christiani. Y comenzó con las recomendaciones. La primera: “con una picadora de
forraje puedo procesar el rollo y disminuir el tamaño de la fibra”. Otras opciones
son la desmenuzadora o el mixer vertical.
Pero también apuntó al almacenamiento, ya que, si la idea
es procesar rollos secos, es importante almacenar una cierta cantidad de rollos
bajo galpón o tapados. Sugirió ahorrar las adaptaciones caseras de maquinaria y
habló de quitar periódicamente el hilo de todos los ejes. “Es mucho más simple
y económico que cambiar rodamientos”, indicó.
Silaje
En la tarde, todos de vuelta al
campo. Los aviones de Claas ya estaban dispuestos. La Jaguar 960 impresionó a
todos picando alfalfa. Parado frente a un cabezal, Christiani hizo hincapié en
el manejo de la carga del silo “porque es donde perdemos todos los días un poco
de eficiencia y estamos quemando lo que hicimos en un momento puntual”.
“Es más la pérdida que se genera
post-confección que pre-confección”, alertó, con el mismo objetivo que había
comenzado en la mañana. Y agregó “cuando extraigo mal, cuando utilizo mal la
pala en el frente del silo, cuando soy ineficiente en la cantidad de material
que extraigo por día para llenar los mixers, pierdo”.
Christiani mencionó cuáles son para
él los puntos críticos del ensilado: la correcta elección del cultivo, una
adecuada fecha y condiciones de siembra, la elección del momento de ensilar, el
tamaño de picado, el procesamiento de granos, la inoculación, la velocidad de
llenado, el compactado, el sellado, el tapado y el suministro. “Cualquiera de
estas cosas que hagan mal, les hace perder plata”, dijo.
Recomendó almacenar el silo en el
lugar donde se va a dar de comer, ya que “trasladar el alimento es
anti-económico”. Sostuvo que “el mejor material es el que más grano tiene, que
son los que más kilos de material me van a dar. Y es más fácil implantar un
maíz que un sorgo”.
Inoculación
Para planificar un mejor silo, una
de las variantes que se vio a campo fue la inoculación, como estrategia para
colaborar a una mejor fermentación del silo. “El inoculante en pastura tiene la
ventaja de suplir la falta de carga bacteriana que tiene el cultivo. Una
alfalfa, al tener una relación carbono y nitrógeno más bien baja, siempre muestra
una fermentación deficiente. No hay disponibilidad de azucares para ello”,
detalló el experto.
La capacidad de generar ácidos en silo es muy disímil. Las
bacterias lácticas que se necesitan y que el inoculante introduce son las más
eficientes, ya que consumen la menor cantidad de azúcares para generar medios
más ácidos.
Así, la inoculación aparece como una
opción casi inevitable porque acelera la fermentación. “La respiración es el
quemado de la materia que estamos queriendo conservar. Para que no haya
respiración no tengo que tener oxígeno. Para eso, compactación del material,
eliminación del O presente en la masa y trabajo bacteriano son clave”, afirmó
Christiani.
Finalmente, el docente volvió sobre
el mismo concepto, para atacar el problema de raíz: “usar inoculantes no
exceptúa ningún tipo de regla. Puedo usarlo y no tener ningún retorno, si todo
lo que tenía que hacer en los procesos asociados que generan un silo de
calidad, lo hice mal. No auditar qué está haciendo el contratista con el inoculante,
es un problema. Si vamos a usar inoculantes tenemos que asegurarnos cómo es el
sistema de dosificación de principio activo respecto de la masa de forraje (si
es correcto o no), y asegurarnos todos los pasos post-inoculación”.
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