Editorial en Las Bases de Carlos Castagnani, secretario de CRA
Quizás hoy no hablemos específicamente de nuestro sector, el cual ha sufrido las lamentables consecuencias de las malas políticas aplicadas. En toda nuestra actividad económica, pasando por el cierre de la exportación de carne, que nos dejó un resultado al día de hoy de diez millones de cabezas menos, siguiendo por el trigo, a través del intervencionismo, que nos llevó a la peor cosecha que se registrara en los últimos 110 años, el maíz plus, una lechería con serios problemas y economías regionales al borde del colapso. La lana al sur de nuestro país, la fruticultura en los valles del Río Negro, el tabaco y la caña de azúcar en el norte, el problema de agua en Mendoza y así podríamos seguir enumerando un sinfín de problemas a resolver.
Ante todos estos problemas, como es la homologación de la emergencia agropecuaria, insólitamente el gobierno, no solo no atiende a las entidades representantes del productor agropecuario, no atiende a los ministros de la producción de las provincias más importantes en lo que se refiere a producción y, casi increíblemente, no recibe a los gobernadores de dichas provincias, algunos de los cuales han acompañado en algunos proyectos de Ley en el Congreso al oficialismo.
Entonces, cuando escuchamos hablar de la década ganada, le agregaría quizás dos décadas más, la década desaprovechada y la década del desconcierto.
Desaprovechada, por la gran oportunidad que nos dio el mundo a los países como el nuestro, que produce alimentos. No es cierto cuando nos comentan que el mundo se está cayendo, basta mirar a nuestros vecinos.
Década del desconcierto, quizás más preocupante por el mensaje que le estamos dejando a nuestra jueventud, desde el enfrentamiento inútil y sin sentido a los cual nos somenten, porque hoy por hoy, aquel ciudadano que opina diferente a este gobierno automáticamente pasa a ser mi enemigo o antipatria. Transformamos a los actos patrios en actos partidarios, pretendiendo que el ciudadano crea al INDEC y los datos mentirosos que nos brinda, al decirnos que con seis pesos por día se come.
Pero está la década del desafío al cual tenemos todos que ponernos a trabajar, que es cambatir la pobreza, la droga, la inseguiridad, la inflación, pero sobre todas las cosas, cicatrizar estas heridas de desencuentro y enfrentamiento. Creo que tenemos que aprender a respetarnos más, escucharnos más, aceptar al que piensa diferente a uno, no olvidemos que la verdad no tiene dueño, simplemente porque la verdad absoluta no existe.
Tenemos que empezar a acompañar aquel que nos proponga revertir esta situación, sin rencor y en el marco de la institucionalidad, sin revanchismo, el ciudadano tiene un arma fundamental y letal que es el voto, empecemos a usarlo, por el bien de todos nosotros.
Quizás es uno de los peores ejemplos que le podemos dejar a nuestra hermosa juventud, y a veces escucho falsamente decir que esta es la verdadera democracia, y no hay más nada alejado de la realidad, la verdadera democracia es enseñarle a nuestra juventud lo que es tener principios, ética, no cambiarles nuestra rica historia, el enseñarles que en la diversidad de ideas se fundamenta la verdadera democracia y no en imposición de la idea única. Cuando logremos parte de esto, recién ahí podremos decir bienvenida bendita democracia.
Y este llamado no es solamente al oficialismo, creo que todos tenemos en mayor o menor medida responsabilidad en esforzarnos para lograr esa verdadera democracia de libertad de expresión y verdadera división de poderes. Pero por sobre todas las cosas, somos todos argentinos. Entonces, les propongo un maravilloso ejercicio, que es el de solamente querernos y respetarnos más.
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