Bandera a media asta
El trigo, que siempre fue un cereal bandera para la Argentina, se volvió también bandera de una situación que el sector agropecuario viene marcando hace tiempo: la necesidad de transparentar la comercialización de granos para alentar la producción y asegurar la llegada a todos los mercados, fuente innegable de divisas para el país.
El precio del trigo es eje de debate porque alcanzó un nivel histórico de precio en las últimas semanas, superando incluso al valor de la Soja en Chicago. Como toda ley de oferta y demanda, el precio se disparó por la escasa disponibilidad. ¿Pero por qué escasea? Algunos argumentan especulaciones de algunas pocas empresas, otros que dado el valor que alcanzó retienen cereal en busca del mejor momento para la venta. La lectura de este círculo vicioso, que puede ser posible, es más amplia.
La foto macro que hay que ver es una larga cadena de desaciertos que impulsa el Estado desde hace tiempo (y lejos está de accionar para revertirlo) y que llevó al país –ese que supo producir 18 millones de toneladas de trigo- a tener reiteradas campañas en baja, alcanzando el año pasado la peor cosecha de los últimos 110 años con 9 millones de toneladas. La situación es difícil de explicar porque el consumo interno es de alrededor de 6 Ton que el gobierno se ocupa de asegurar antes de dejar liberado cualquier embarque destinado a exportación.
Rubén Salvio, Presidente de la Federación Argentina de Industriales Panaderos, comentó en la Hora del campo: “Los panaderos estamos preocupados porque está aumentando cada tres o cuatro días el valor del trigo y la harina, y eso repercute en nosotros”. Las puntas de la cadena están al límite pero no hay accionar alguno que integre a todos los eslabones: se ponen cotas de precios en los mostradores (difíciles de cumplir dado el nivel de inflación) y se restringen las exportaciones, lo cual –a sabiendas de que aún en la peor cosecha quedan márgenes de producción- limita el vínculo con otros mercados (tal cual sucedió con Brasil). La situación da cuenta de que, pese a los reiterados intentos de posicionar las trabas a la exportación como la salida óptima para asegurar la Mesa de los argentinos, los precios siguieron en alza. Pese a este indicador, las políticas restrictivas siguieron apretando en el eslabón más débil: el productivo.
Como es costumbre cuando en el mostrador se refleja la escalada de precios la Secretaria de Comercio vuelve a ruedo poniendo pie en el freno de las exportaciones. El ciclo que se da hace seis años profundiza cada vez más la situación de desesperación de los productores pequeños y medianos.
Evitar la sorpresa; no la climática sino la política y sus consecuencias en cascada, esas medidas que se suceden desde hace años y agarran a los productores sobre la marcha, sin diálogo y cada vez con más restricciones. El paro comercial que impulsó el sector (en su actualidad y la indiferencia del Estado tiene todas las condiciones dadas para que vuelva a repetirse), embanderó esa causa. El piso de previsibilidad que necesitan los productores no llega y el terreno es cada vez más pantanoso ya no sólo para la producción, sino para todos.
Agro-noticias.com
Alejandro Cánepa
Alejandro Cánepa
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