En el Sheraton Mar del Plata
Bajo el lema “En defensa del trigo”, la Federación de Acopiadores dio inicio a su congreso que apunta a poner en primer plano la necesidad de revalorizar el cereal en los esquemas de producción.
El trigo es un cultivo estratégico desde el punto de vista productivo y económico para los argentinos. Tras haberse estabilizado en 16 millones de toneladas, la intervención estatal lo redujo a la mitad. La campaña pasada, el clima llevó la producción a 14 millones. De cara a un nuevo ciclo, todas las miradas están en lograr el consenso que resuelva el problema comercial.
Con esta premisa, la cadena triguera hizo pie en Mar de Plata con motivo de la realización de A Todo Trigo 2011, el congreso organizado por la Federación de Acopiadores que aborda aspectos técnicos vinculados al manejo del cultivo y tiene como objetivo plantear estrategias políticas que propicien su crecimiento.
En su discurso de bienvenida, el presidente de la Federación, Roberto Riva, expresó que “Hemos creado un ámbito propicio para considerar los últimos aportes de la ciencia y la tecnología, analizar los comportamientos salientes de los mercados mundiales y tratar de normalizar el mercado y la comercialización del trigo en nuestro país”.
Con especial hincapié en el apoyo y el compromiso que le da la Federación a la revalorización de un cultivo estratégico como el trigo, el presidente de la entidad afirmó que “es posible una Argentina que produzca trigo para el mundo y sin desabastecer al consumo interno”.
“La suma de desaciertos nos ha conducido a una situación tan anómala que nos enfrenta a un escenario en el que el mundo demanda nuestro trigo, las empresas no lo pueden exportar y escasea la harina en el mercado local”, dijo.
Desde el punto de vista productivo
Daniel Miralles, coordinador académico del Congreso, recordó que se había logrado estabilizar el trigo en torno a las 16 millones de toneladas, pero tras la intervención estatal cayó a 8 millones. “En el año 2010 logramos recuperarlo en base a rendimiento y a un clima propicio en la mayor parte de las regiones trigueras. De esa manera alcanzó las 14 millones de toneladas, pero no se incrementó el área sembrada. En este contexto, el aliento gubernamental fue nulo”, agregó.
El especialista enumeró dos consecuencias directas desde el punto de vista productivo: se incrementó el área de soja y se redujo la de trigo. “Perdimos el aporte de rastrojos que hace el trigo, y a partir de dicha pérdida aparecieron malezas en el cultivo de soja. Hubo pérdida de estructura, degradación de suelos, menor humedad. Esto generó que malezas como la rama negra, que antes no eran tan conflictivas, comenzaran a serlo”, destacó el especialista dando pie al comienzo de dos intentas jornadas en el Sheraton de Mar del Plata.
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