viernes, 10 de junio de 2011

A Todo Trigo 2011



A Todo Trigo 2011: Agua y nutrientes

Llegó la hora de mejorar el manejo

Las condiciones ambientales de la campaña que se inicia difícilmente sean como las del año anterior. Sin embargo, el cultivo sigue siendo clave para todos los sistemas de producción de la región pampeana. La variabilidad de rinde por el manejo de factores tecnológicos es muy grande. La variedad más utilizada en el sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires es ampliamente superada por varias del mismo ciclo. Lo mismo sucede con los ciclos cortos. “Tenemos que dejar la cultura de la receta y del promedio, y entrar en la cultura de la estrategia y el aprovechamiento de la variabilidad”, reclamaron en A Todo Trigo.  

            La mañana en el Salón Plenario de A Todo Trigo 2011 estuvo destinada a analizar cómo hacer, técnicamente, para que el cultive se reintegre definitivamente a los sistemas de producción. Sobresalió un eje claro: el productor no está manejando óptimamente los procesos durante la siembra. “Tenemos que dejar la cultura de la receta y del promedio, y entrar en la cultura de la estrategia y el aprovechamiento de la variabilidad”, sonó fuerte el llamado de Rodolfo Gil, especialista del INTA Castelar.
            Emilio Satorre, docente de la UBA, investigador del CONICET, PhD en Ecología de Cultivos en la Universidad de Reading (UK) y coordinador académico de la Unidad de Investigación y Desarrollo de AACREA, sostuvo categóricamente que, si bien el clima tiene una incidencia de un poco más del 30% sobre la variación de los rindes promedios, la verdadera clave está en mejorar los procesos técnicos a la hora de la siembra: elección de la variedad, nutrición y manejo de enfermedades.
            En la charla “Avances y retrocesos del trigo en los sistemas de producción de Argentina”, el especialista aclaró que la principal limitante es el clima. Si bien el año pasado se mostró atenuado, el clima aporta una variación que alcanza los 1.500 kilos sobre un promedio de 5.000 en los rindes (casi un 30%). Pero esa realidad, se alimenta con un mal manejo de otros factores. El 16% de la variabilidad del rinde, por caso, depende de la elección de la variedad, mientras que un 8% está condicionada por la nutrición.
            El ejemplo de Satorre fue contundente: “la variedad más sembrada en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe hoy es ampliamente superada por todo el rango. Lo mismo sucede con los ciclos cortos. Argentina tiene genética para altos rendimientos, pero no la usa porque muchas veces no viene acompañada de una sanidad adecuada. La calidad de manejo que logremos para esa variedad va a ser la diferencia”.

Cobertura, MO y diversificación

            Satorre afirmó que hay tres razones para insertar definitivamente el trigo a los sistemas de producción y, a su vez, son tres aspectos que deben tenerse a la hora de mejorar el manejo: la cobertura que da a los demás sistemas productivos, sobre todo en planteos con SD; el aporte de materia orgánica (MO) que deja en los suelos; y la contribución a la diversificación de los planteos, reduciendo el riesgo de los planteos empresariales.
            “La cobertura en planteos de SD permite manejar la economía del agua de nuestro sistema productivo. Debemos considerar más de un 30% de cobertura para manejar la erosión; 70% para reducir el impacto de la gota de lluvia; y un 80% para reducir evaporación”, señaló.
            En lo que hace a balance de carbono y contenido de MO, destacó: “es el principal alimento del que se nutre todo el sistema biológico del suelo para nuestros cultivos. Debemos tener muy en cuenta que el rastrojo favorece el sistema de nutrientes”.
            Finalmente, apuntó, sobre la diversificación, que “los rendimientos de soja y maíz varían en un 60% con una buena correlación. Tenemos que transformar los rendimientos en energía, pero debemos cuidar que el sistema global trigo-soja de segunda no acerque las líneas de rendimiento energético del trigo a la soja”.

Cambiar la estrategia
            En la charla “El agua para el trigo y el trigo para la eficiencia del uso del agua”, Rodolfo Gil alertó sobre los problemas que causan las estrategias basadas en los datos promedios y llamó a prestar atención a los datos que surgen de los trabajos puntuales, como los que realizó junto a sus colaboradores en zonas como el centro de Corrientes.
            Entre sus conclusiones más importantes, resaltó que el cultivo de trigo tiene una enorme ventaja respecto de la soja y el maíz en lo que hace a la eficiencia del agua, que debe ser aprovechada en tal sentido. “Por su ciclo invernal, su adaptabilidad por la fecha de siembra y ciclos de madurez, y por los aportes de carbono al suelo y a las raíces constituye una herramienta fundamental para aumentar la eficiencia de uso del agua en sistemas de producción agrícolas sustentables en ambientes muy diversos”, subrayó.
            El experto del INTA indicó que la relación entre rinde y consumo de agua, en el caso del trigo, oscila entre 10/15 kilos por cada milímetro de agua, mientras que la soja y el maíz se ubican en torno a los 9 kilos por cada milímetro. Así, para obtener arriba de 5.000 kilos, son necesarios entre 350/400mm de agua.
            ¿Cómo lograr una mayor eficiencia? El primer paso es poner un ojo en el almacenamiento del agua, ya que no toda la que cae se queda en el lote. “Tenemos que apuntar a estrategias que permitan que el agua se vaya vía transpiración y no en otras instancias, como la evaporación. La etapa de la transpiración es la única que produce rentabilidad”, destacó. El almacenamiento depende de la profundidad del suelo y de la textura, y si bien son factores que no se pueden manejar, sí se puede trabajar la captura del agua, manteniendo una buena estructura con buenos niveles de MO, por ejemplo.
            Gil concluyó su charla llamando a una mejora del manejo agronómico: selección de cultivares, fechas de siembra, arreglo espacial, nutrición y fertilización, cobertura, control de plagas, malezas y enfermedades.

Revalorizar las napas

            Marcelo Nosetto, también investigador del CONICET y miembro del Grupo de Estudios Ambientales, estuvo a cargo de la charla “Las napas freáticas y su influencia en el cultivo”. En ella, instó a considerar que las napas pueden tener efectos positivos, negativos o bien ser indiferentes. Que la napa esté muy cerca de la superficie, no necesariamente es bueno.
            “Si aprovechamos el consumo de napa a través del manejo podemos reducir el efecto del anegamiento que se da en una zona de planicie como es la región chaco-pampeana”, destacó. Y agregó: “los cultivos que utilicemos y la secuencia en que lo hagamos, va a afectar los niveles de napa”. Por eso, sus recomendaciones fueron: “Valorar los lotes de acuerdo a la napa, mantener alto el consumo, evaluar los beneficios de la agricultura de precisión y bajar los riesgos de anegamiento con estrategias de manejo”.

Fertilización
Fernando Salvagiotti, de INTA Oliveros, abordó la fertilización en el cultivo de trigo y la interacción de distintos nutrientes. Al respecto, consideró que si se toma la tasa de crecimiento del cultivo, el desafío desde el punto de vista de la producción es incrementar el rendimiento por unidad de superficie.
De acuerdo con su análisis, el nitrógeno es el nutriente que con mayor frecuencia presenta deficiencias en la producción de trigo. La frecuencia de respuesta a fósforo también es importante, ya que puede alcanzar hasta al 40%. También hay respuesta a azufre. “Para maximizar la captura de recursos hay que manejar más de un nutriente a la vez, porque en el lote muchas veces sucede que las deficiencias se producen de forma simultánea. Por ejemplo, es común encontrar problemas con dos a la vez”, profundizó.
Si no se aplica nitrógeno, por ejemplo, el azufre no reacciona, como resultado de la función que tiene el nitrógeno dentro del cultivo. El aparato fotosintético está compuesto por un 70% de nitrógeno, entonces es el que más va a definir la respuesta al cultivo”. Como consecuencia, el especialista encontró que cuando el cultivo tiene cubierta la necesidad de nitrógeno favorece la reacción a otros nutrientes como fósforo o azufre. “Hemos realizado ensayos en distintos ambientes y con diversos cultivares, y la eficiencia del nitrógeno, con y sin aplicación de azufre, se sigue manteniendo. Es decir que el cultivo tiene mayor capacidad de recuperación de nitrógeno”, sostuvo.




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