Módulo 1 - Ecofisiología
Estrés: maíz y soja requieren estrategias distintas
Mundo Soja Maíz 2011 se metió de una con su objetivo: la promoción de producciones sustentables. En el primer módulo, los panelistas afirmaron que llegó el momento de incorporar a la interacción genotipo-ambiente el factor manejo. La disminución del efecto de los estreses en maíz y soja requiere estrategias distintas de los productores. ¿Qué dicen los científicos argentinos?
A sala llena, con asistentes parados en el auditorio, el Congreso Mundo Soja Maíz 2011, organizado por la consultora SEMA, inició su primera jornada con el módulo Ecofisiología y genética de maíz y soja: bases funcionales para el manejo de estrés en diversos ambientes de producción. Su coordinador académico, el especialista Emilio Satorre, puso rápidamente el foco en el eje del encuentro: la sustentabilidad. “El ambiente físico y el manejo de los cultivos generan un conjunto de interacciones que explican la mayor parte de los resultados y sus variaciones. Debemos pasar del análisis tradicional ‘genotipo-ambiente’ a uno más integral: ‘genotipo por ambiente por manejo’”, aseguró.
El panel estuvo orientado a analizar los distintos factores que inciden en la generación de estreses en los cultivos y apuntó a encontrar estrategias para mitigar sus daños. “En la base de nuestras decisiones técnicas está la elección del ambiente y de nuestro genotipo, así como las decisiones de fertilización, protección del cultivo. Estos tres elementos son los que permiten construir un resultado eficaz: mayor productividad, más eficiente y con menor variabilidad en las regiones extensivas”, indicó Satorre.
Entre las conclusiones que el prestigioso investigador retomó de las intervenciones de los científicos que hablaron de maíz y soja, Satorre señaló que, tanto en uno como en otro cultivo, “el manejo del ciclo de madurez y la estrategia de escape al estrés, por medio de fechas de siembra, es uno de los principales componentes para la mitigación del estrés en distintos ambientes”. Sin embargo, destacó que es importantísimo tener en cuenta que, en un mismo ambiente, como pueden ser lomas arenosas, “se requieren dos estrategias completamente distintas”.
Los principales factores a manejar: densidad de siembra, distancia de hileras y fechas. El capital más importante a cuidar: el rendimiento. Para ello, lo que hay que evitar es que el estrés afecte, no el peso, sino el número de granos.
Maíz
Gustavo Maddoni, investigador del CONICET, fue el encargado de hablar sobre maíz. Señaló que la eficiencia de intercepción de radiación es fundamental en el crecimiento de la planta y que eso se nota en el índice de área foliar (IAF), dado por la cantidad y el tamaño de las hojas. “El estrés no solamente afecta la capacidad de capturar la radiación, sino también la eficiencia para transformarla en biomasa”, sostuvo.
El estrés afecta, mayormente, al número de granos, principal componente del rendimiento. “El número de granos por plantas va a depender de cuánto crece la planta alrededor del período de floración femenina, y eso depende de la captura de luz y el uso eficiente de la radiación”, aclaró Maddoni. Y agregó: “el estrés lo que hace es modificar la tasa de crecimiento en el período crítico”.
Lo que es clave para el cereal es el manejo de la densidad, ya que “el rendimiento del cultivo de maíz se da por la sumatoria del rinde individual de las plantas de un stand”. Así, “para una cierta cantidad de plantas, la oferta de recursos determinará el crecimiento individual de las plantas, a través de la captura de luz y eficiencia en el uso de la misma”.
Maddoni afirmó que “la reducción de la variabilidad del rendimiento individual de las plantas se traduce en un mayor rendimiento del lote”. En un ambiente de lomas arenosas, por ejemplo, con suelos con muy poca retención de agua, cualquier fluctuación de las precipitaciones, hace que esté sometido a estrés hídrico. “La primera estrategia es bajar la densidad, debido a que la tasa de crecimiento y el número de granos es curvilineal, no lineal, como en la soja”, destacó.
Soja
Los conceptos principales de la charla de Claudia Vega (UNCba, INTA Manfredi) giraron en torno al tiempo térmico y el fotoperíodo de la planta de soja como factores a tener en cuenta a la hora de mitigar los efectos de los estreses, considerando grupos, fechas y densidades de siembra. “Cuando el fotoperíodo es más largo en la etapa crítica, aumenta también el número de grano. A mayor duración de fase, aumenta la cantidad de grano por unidad de superficie, y esto depende del genotipo; si es más largo, produce mejores respuestas”, explicó la científica.
Para cada ambiente, habrá distintos grupos. Independientemente de la variedad nueva que prometa más rendimiento, “tenemos que saber cómo se comporta un grupo en un ambiente. Hay que tratar de saber cuándo les van a ocurrir a ustedes las etapas críticas”, informó al público. La experta alertó que “la tasa de producción de vainas es máxima al momento de R4 y ese es el punto crítico de la soja; los estreses en ese momento perjudican mucho”.
En una comparación soja-maíz, la científica aseguró que las dos especies tienen una característica particular que es la partición. “Cada planta individual en maíz es muy sensible. En soja, todo lo contrario, la partición se considera sumamente estable. Por eso, la estrategia en soja es la captura de radiación solar. La estrategia puede ser hacer un acortamiento entre hileras y probablemente la partición no sea perjudicada. En fechas tempranas, no son necesarias altas densidades”, concluyó.
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