domingo, 1 de julio de 2018

URUGUAY: El 222 de las ovejas: los perros italianos Maremma


Un policía de cuatro patas, ladrador y amigo de los lanares, tiene en jaque a los depredadores, uno de los factores que generó el desplome en la población ovina
La oveja uruguaya tiene su servicio 222, el Maremma, una raza de perros pastores oriunda de Italia, que se comenzó a utilizar en el país hace 10 años por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Se trata de una especie sumamente eficiente para desestimular a los depredadores: los del reino animal y “los de dos patas”, como dicen los ganaderos.
En un país que al inicio de la década de 1990 llegó a un récord de más de 26 millones de ovinos y que hoy tiene menos de siete millones, consecuencia de diversos factores y entre ellos los ataques de ejemplares de otras especies animales y del hombre, Canelones va a contramano porque en los últimos años la cantidad de productores que apuestan al rubro se triplicó. Y la presencia de los maremmas ayudó bastante.
Debido al estrés que generan los ataques de depredadores, el ovino es muy susceptible a expresar enfermedades o deficiencias en el comportamiento reproductivo, mermando la productividad y así la rentabilidad para el ganadero. Por eso es clave la seguridad en cada potrero. Y la eficiencia mostrada por este perro para dar soluciones explica por qué ya hay más de 500 en servicio.
Andrés Ganzábal, investigador del INIA, explicó a El Observador que todo comenzó en 2008, cuando se consiguió un primer Maremma facilitado por un productor de Rocha que había introducido a sus progenitores desde Italia. Luego aparecieron dos más y comenzaron las primeras experiencias de campo en instalaciones de la Unidad de Ovinos en INIA Las Brujas. Posteriormente un productor (Juan Bautista Saravia) donó cinco cachorros que fueron distribuidos entre jóvenes del Movimiento de la Juventud Agraria, del noreste de Canelones.
Los buenos resultados generaron entusiasmo, los productores fueron viendo que donde había uno de esos perros los problemas de los depredadores quedaban resueltos y así el interés creció. En 2013 se trajo un reproductor (Carbón) desde San Pablo y hubo productores que se interesaron en la cría e hicieron muy buenos aportes con esfuerzos propios, como el caso de Luis Piccone (ver página 15), que trajo sus reproductores desde Argentina.
Un factor clave, se precisó, es tener el máximo celo en evitar la consanguinidad, para mantener una funcionalidad óptima. En ese sentido, es de alto valor la base de datos que posee Ganzábal.
Otros pasos clave fueron los acuerdos con el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) y Central Lanera Uruguaya (CLU). “Porque nosotros tradicionalmente trabajamos con productores de pequeña escala, con manejos muy intensivos, y esas instituciones nos permitieron tomar conocimientos y experiencias en el resto del país, en situaciones más extensivas, pudiendo generar estrategias apropiadas para eso y entusiasmar a otros productores”, dijo.
El proyecto, que como tal se extendió de 2008 a 2017, vehiculizó la entrega de más de 500 maremmas, por lo tanto se estima que considerando crías posteriores en cada predio son cerca de 600 los que están cuidando majadas.
Hay 400 que integran un plan de evaluación, en cuyo marco se han realizado encuestas con un 94% de casos con balance satisfactorio en relación al impacto que los perros han tenido a la hora de controlar los predadores. En algunos también incidieron en disminuir el abigeato. El productor que recibe un perro debe responder, un año después, la encuesta. Y si recibió una hembra, cuando le da cría retiene un cachorro y cede el resto para que sean distribuidos a otros productores.
El productor también recibe un manual con los procedimientos adecuados para las distintas etapas de vida del perro: la impronta, la sociabilización, la incorporación a la majada y la corrección de eventuales errores, proceso que se inicia con la entrega del cachorro y finaliza con la madurez del ejemplar.
Lo ideal, añadió, es trabajar con más de un perro, con tres o cuatro, pero al menos con dos. Eso “no es porque un perro no esté capacitado para cubrir una superficie grande o para hacerlo con una majada numerosa, es porque es una herramienta biológica, con su vulnerabilidad, algo les puede pasar y si el productor tiene un perro que se enferme o muera lo mejor es tener otro preparado para que el impacto sea menor. Pero también es bueno para el perro que otro de su especie lo ayude”.
Hoy hay varias fuentes para asesorarse sobre este proyecto y, a la vez, acceder a los perros. Una es recurrir al INIA, en Las Brujas, donde está Ganzábal, otra es recurrir a técnicos regionales del SUL o a promotores de CLU. También se puede contactar a alguna de las 24 sociedades de fomento (14 están en Canelones) que trabajan con fondos rotatorios vinculados a la promoción de la raza Frisona Milchschaf, se puede consultar al Movimiento de la Juventud Agraria, y hay criaderos comerciales.
El éxito de este proyecto es uno de los factores que incidió en que el número de ovinocultores en Canelones haya avanzado con fuerza. En ese empuje al rubro en lares canarios incidieron actitudes, como un control más estricto –por ejemplo encerrando las majadas en las noches–, y sobre todo haber avanzado en parámetros biológicos que generen un sistema productivo mucho más eficiente gracias a tecnologías que permitan el máximo aprovechamiento de la especie, como encarnerar corderas de seis o siete meses y tener gestaciones múltiples –mellizos y trillizos–, con ovinos de gran habilidad materna y muy lecheros, capaces de destetar su peso en cuatro meses de lactancia.
Y un diferencial lo aportó el uso de los Frisona Milchschaf, raza introducida por el INIA, un ovino aconsejado para predios de pequeña escala donde los manejos intensivos y extremadamente eficientes son indispensables.
Ganzábal concluyó que, dada la realidad de la ovinocultura, “en el futuro será difícil, casi imposible, criar ovejas sin un adecuado control de depredadores y hasta ahora la herramienta más completa es este perro pastor. De aquí a 10 o 20 años veo a cada majada con sus perros, este problema en países de vanguardia se solucionó pensando a la oveja con su Maremma”. Es decir, con su 222.
Maremma

Un perro tano, rústico y a la vez majestuoso

La Federación Cinológica Internacional, que es la entidad reguladora de la cría de razas caninas en el mundo, define al perro pastor de la Maremma y de los Abruzos, oriundo de Italia, como una antigua raza de perros guardianes de rebaños que proviene de los perros de pastor que se utilizan en los Abruzos, donde la crianza de ovejas aún es próspera. Es un perro grande, de estructura fuerte y aspecto rústico y, a su vez, majestuoso. Su función principal es de perro de guardia y defensa de los rebaños y de la propiedad en general, realizando esas tareas con una notoria devoción a su amo y a todo su entorno.
Maremma
Luis Piccone con Ombú y Andrés Ganzábal con Elsa.
Luis Piccone con Ombú y Andrés Ganzábal con Elsa.

“Ni los pajaritos se arriman a la majada”

La historia de un productor que volvió a apostar al rubro y primero puso al perro en el campo y después llevó a las ovejas
 
En la Cabaña de Las Brujas, en Canelones –kilómetro 3,5 de la ruta 48–, hay ocho maremmas, cuatro protegiendo ovejas (Capone, Camorra, Chacha y Chiquita) y el resto involucrados en la actividad reproductiva (Elsa que también es uruguaya y tres importados: Ombú, Malena y Minerva).
Luis Piccone, productor ovino y criador de razas caninas, subrayó que este perro “es una herramienta de trabajo muy eficiente”.
Explotó una majada de la raza Corriedale hasta 2002, cuando vendió todos los lanares y bajó la cortina acosado por los depredadores, perros sueltos básicamente “pero también los de dos patas”, aludiendo a personas que desmembraban su plantel con robos.
En 2011, enterado del desarrollo de Andrés Ganzábal en el INIA, “como uno nunca deja de ser un productor ovejero” decidió “volver a apostar, pero haciendo mejor las cosas, con ovinos muy eficientes, los Frisona Milschaf, cuidados desde el comienzo por los perros pastores Maremma”.
Piccone no vaciló: “El orden para el que quiera sumar este rubro en el campo ahora es otro, primero los perros, después las pasturas y por último las ovejas”.
Sobre un balance de estos siete años, fue contundente: “No hay lugar para la duda, para lo único que hay lugar es para sumar elogios a lo que aportan los perros”.
Están las 24 horas vigilando, atentos, cuidando a la oveja y al establecimiento, reaccionando al más mínimo ruido o presencia extraña, “ni los pajaritos se arriman a la majada, ni que hablar si ingresan al campo un perro o una persona. No atacan, no agreden, pero no dejan de ladrar advirtiéndonos y despejando la amenaza”, sintetizó, hablando con orgullo de estos “empleados que no dan trabajo, que solo hay que manejarlos bien, alimentarlos, darles agua fresca y quererlos”.
Subrayó que “la oveja nunca se estresa, por más que el perro ladre para denunciar algo, no deja de comer”.
Hoy, admitió, para el éxito de la explotación puede haber otras restricciones, pero desapareció el escollo que lo obligó a dejar la oveja de lado por años.
Piccone dijo tener decenas de anécdotas que dan cuenta de buenas experiencias con los maremmas. Da para escribir un libro. Pero seleccionó una: “Cada vez que una oveja va a parir el perro se echa atrás y la ayuda a que la placenta quede totalmente afuera de la madre, con una delicadeza extrema, mientras la oveja sigue lamiendo al cordero. El perro luego se come esa placenta, por lo cual no queda en el campo siendo una atracción para los depredadores como otros perros, caranchos o zorros”.
Piccone fue tajante cuando aseveró que “estos perros son 100% confiables, siempre que la genética sea la adecuada y que la persona que lo maneja no falle. Porque el perro nunca falla”.
Maremma
Los Maremma junto a las ovejas durante las pariciones: un factor de tranquilidad para madres y corderos.
Los Maremma junto a las ovejas durante las pariciones: un factor de tranquilidad para madres y corderos.

Factor clave para que el negocio prosiga

La protección de las majadas es una de las prioridades para garantizar la continuidad del rubro ovino como actividad comercial, en un escenario en el cual la diversidad de opciones productivas y las dificultades, entre otros factores, han determinado un sistemático cuestionamiento sobre la viabilidad de la producción ovejera, comentó Ganzábal.
Maremma
Una postal de la herramienta: el Maremma en medio de una majada cuyos miembros se alimentan tranquilamente.
Una postal de la herramienta: el Maremma en medio de una majada cuyos miembros se alimentan tranquilamente.

Las cifras

  • 1.000 productores de ovinos hay en Canelones. Los datos oficiales detectaron a un poco más de 300 en el año 2000 y a algo más de 900 en 2015. Ese empuje “era impensable en 1993 cuando se fundó la Unidad de Ovinos en el INIA”, dijo Andrés Ganzábal.
  • 300 dólares cuesta un cachorro maremma. Valor que está por debajo de lo que suele costar un perro de compañía, sin utilidad en guardia y protección. La inversión es considerada baja si se tiene en cuenta que prestará un servicio vital durante varios años.

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