La apuesta de Argentina por convertirse en uno de los principales proveedores del supermercado del mundo, entre las múltiples tareas pendientes, requiere de avanzar en un capítulo que los compradores miran cada vez con más atención: la trazabilidad.
Los consumidores, principalmente los del primer mundo, quieren saber dónde y cómo se producen los alimentos que llegan a sus mesas, en un trabajo que requiere de procesos y certificaciones complejos.
Pero el futuro marca una oportunidad, a través de la tecnología que está revolucionando el procesamiento y gestión de datos a nivel mundial: el blockchain. “Con este sistema, lo imposible se volvió simple”, consideró Guido Rubio Amestoy, uno de los speakers que tuvo la segunda edición de las Charlas de la Bolsa, organizadas por la Bolsa de Cereales de Córdoba en el Hotel Sheraton.
En representación de la Escuela de Negocios Mundos E y de Córdoba Bitcoin, Rubio aseguró que “esta tecnología se puede aplicar en cualquier sector; y en el agro, ni hablar”. Y señaló que es “la gran oportunidad” para comprobar la trazabilidad de los alimentos.
Mundo encadenado
Blockchain significa en inglés “cadena de bloques” y precisamente la ventaja de este tipo de programación es que almacena los datos de manera encadenada en diferentes bloques. Cada uno de estos bloques no puede ser modificado una vez que se completó. Eso otorga seguridad y transparencia: nadie puede volver a ingresar a un bloque para borrar o cambiar información, a la vez que están encriptados de tal manera que son prácticamente inviolables para los hackers.
En diálogo con Agrovoz, Rubio señaló que “esta tecnología va a ser disruptiva para el agro; será la primera vez que pueda registrar todos los datos en una base inalterable y codificada por criptografía. Como no se puede modificar, es de mucho interés para proveedores, distribuidores y clientes; ni hablar de organismos de contralor”.
Para el especialista, un potencial uso del blockchain podría ser para “mezclar” los datos que generan dispositivos como estaciones meteorológicas o sensores, y que queden grabados en estos registros inmutables.
“Y es ideal para poder garantizar trazabilidad en toda la cadena, desde el agricultor hasta el consumidor. El día de mañana vamos a escanear un código QR y vamos a saber desde cuánta humedad tuvo la lechuga al momento de ser cosechada y todo el proceso posterior, incluso de manera de gráfica. Un consumidor desconfiado, automáticamente va a confiar si los datos están almacenados en una blockchain”, resumió.
Esto también derivará en un mecanismo más sencillo para certificar condiciones de calidad e inocuidad. “Hoy necesitamos de un organismo contralor que no sabemos qué capacidad tiene, al que hay que darle el beneficio de la duda. Con la blockchain la duda directamente desaparece”, agregó Rubio.
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