La producción de carne a corral viene creciendo en Uruguay por varias razones, entre ellas la cuota 481 que se obtuvo en Europa. Pero el producto, por su terneza y dado que Uruguay asegura el no uso de hormonas de crecimiento ni productos similares, está en auge, tanto desde la demanda externa como desde la local. Pero además de ese aspecto cuantitativo, hay desarrollos cualitativos a varios niveles.
Desde este mes cuenta con una nueva herramienta de manejo y valorización del producto: la Guía de buenas prácticas ambientales y sanitarias del sistema de engorde de bovinos a corral. Es el primer instrumento que existe publicado en el país en cuanto a los requisitos sanitarios y medio ambientales para instalar un corral de engorde y tiene como meta la producción sustentable.
La guía da pautas para la localización de los corrales e incorpora uno de los aspectos en torno a los cuales se polemiza en el presente respecto a la ley de riego: cómo cuidar la calidad de aguas. En ese sentido establece que pretende ser una herramienta de utilidad “incorporando variables ambientales con la intención de prevenir los impactos que se pudieran generar fundamentalmente por escorrentía de los corrales de alimentación durante períodos de lluvias y por la generación de residuos sólidos (acumulación de estiércol) pudiendo afectar los cursos de aguas superficiales y el agua subterránea”.
Para ello lo primero que establece son las pautas para localizar el corral. El lugar debe ser tal que “se integre al entorno de la mejor manera sin generar impactos no admisibles para el ambiente y se logre de esta manera garantizar la sostenibilidad ambiental y productiva”. Esto implica la sugerencia de que se ubiquen a más de 5 km de los centros poblados o de recreación y turísticos, a más de un kilómetro de las rutas nacionales, que se eviten los impactos negativos en el paisaje o que sume su impacto con otros emprendimientos de la zona.
En lo que refiere específicamente al cuidado del agua, se establece que los corrales deben estar a más de 500 metros del curso de agua más cercano y “las instalaciones del EEC (corrales, depósitos de estiércol y unidades de tratamiento/almacenamiento) ubicadas a un metro de altura por encima de la cota de inundación de 20 años de período de retorno.
Se recomiendan suelos que no sean arenosos y que tengan una pendiente que se sitúe entre 2% y 4%. Se debe lograr “una alta compactación superficial, alta estabilidad al tránsito de animales, y baja porosidad”.
Revolución ganadera
Los aspectos considerados son muchos y variados, desde la cercanía a la fuente de alimento a la previsión para corrales que puedan ser ampliados.
Son un paso que cimienta lo que se viene: la búsqueda de mercados que consoliden el impulso que generó entre otros factores el cupo 481 por el que la Unión Europea compra carne que es terminada usando granos y que ha revolucionado los últimos cinco años de la ganadería.
Los productores saben que el cupo puede terminarse porque fue dado para beneficiar a EEUU en compensación por la negativa europea a comprar carne producida usando hormonas. La carne de corral de Uruguay no tiene ni hormonas ni antibióticos, pero puede ocurrir que en el segundo semestre del año próximo el cupo caiga por decisión de EEUU. Pero hay confianza porque en los mercados asiáticos hay alternativas que permitirían colocar el ganado de corral a precios no muy diferentes a los actuales. La propia negociación con la Unión Europea permite abrigar esperanzas de que el nicho de mercado se sostenga, sea bajo el nombre 481 o en términos de libre mercado.
La publicación e implementación de las medidas pautadas en esta guía son una posibilidad de incorporar a los productos el “valor agregado ambiental” y por ahora el ingreso que Uruguay logra dentro de este contingente es muy bueno.
Según datos del Instituto Nacional de Carnes (INAC), Uruguay en el ejercicio agrícola 2016/17 exportó cerca de un tercio de la cuota 481. Es decir que de las 48.200 toneladas disponibles se quedó con el mayor volumen (15.792 toneladas, 30% más respecto a igual período del año anterior); seguido por EEUU (15.192 toneladas); Australia (13.402 toneladas); Argentina (3.598 toneladas); Nueva Zelanda (165 toneladas); y Canadá (51 toneladas), que ahora entra fuera del cupo.
Los precios de la carne para cuota 481 libre de aranceles se ubican en el eje de los US$ 9.000 la tonelada. Mostrando una tendencia muy leve de disminución en los últimos años: US$ 9.125 en 2015; US$ 9.112 en 2016; y US$ 8.907 entre enero y marzo de este año.
Las exportaciones de carne bovina en 2016 alcanzaron a US$ 1.479 millones y este año deben crecer algo más. El año pasado la cuota 481 cerró el año con US$ 133 millones. Fue el récord de la cuota 481 y por primera vez superó a los otros contingentes arancelarios. Los ingresos de la cuota aumentaron 74% desde el año 2012, en que se exportaron US$ 34,69 millones. Pero la competencia es cada vez mayor, la etapa que viene es la de la diversificación.
Los productores saben que hasta mitad del año que viene la cuota está asegurada, pero que su permanencia está en duda. Sin embargo, tienen plena confianza en que hay mercados en Asia que irrumpirán con fuerza en 2018 como para dar continuidad a una forma de producción que ya ha arraigado. Los protocolos ayudarán a valorizar y dar confiabilidad a un producto que en 2018 debe terminar su dependencia del cupo europeo y conquistar los paladares de Asia, dentro y fuera de China.
“Hay mercados en los que explorar nichos importantes en el sur de Asia y sabemos que hacia allí irán volúmenes importantes de carne en el año próximo pero hay muchos detalles para ajustar”, explicó Álvaro Ferrés, el vicepresidente de la Mesa Nacional de la alimentación a corral.
Destinos y aplicaciones cada vez más diversas, y una agenda
El crecimiento previsible del uso de grano en la alimentación animal obliga a revisar algunas de las premisas sobre las que está reglamentada la carne uruguaya. Por ejemplo, la tipificación. ¿Por qué un animal entero de dos años es tipificado como un toro? Eso lo desvaloriza. Del mismo modo, una vaquillona joven bien terminada debería tener un tratamiento similar al de un novillo y tal vez el mismo precio, explicó Álvaro Ferrés, director de la Asociación Uruguaya de Productores de Carne Intensiva Natural (Aupcin) y vicepresidente de la Mesa Nacional de la alimentación a corral.
Por otra parte, la tipificación de carne uruguaya podría en algún momento incorporar alguna categoría similar a la Choice de EEUU que refiere a los animales de más valor, terminados a grano, y que aquí no existe. Esos fueron algunos de los temas que trabajó esta semana la Mesa Nacional.
Ferrés detalló los distintos sistemas de alimentación a corral. Por un lado, las cuarentenas de la exportación en pie, que suman unos 300 mil animales por año, que pasan unos 30 a 40 días alimentados a corral.
Por otro, hay recría que se hace justamente para exportar esos animales en pie, que son aproximadamente unos 100 mil cabezas por año y “actualmente el mejor negocio de corral”.
A eso se suman unos 300 mil animales que llegan a la faena desde un corral donde “las vaquillonas son una proporción cada vez más grande”.
Otro tema es la inhabilitación de los animales que están a corral para ser exportados con destino al cupo Hilton.
“Si la inhabilitación es total eso sería contradictorio con hacer un destete precoz. Entendemos que hay que precisar las condiciones”, opinó Ferrés. “¿Por qué Uruguay no puede tener un producto Grain Fed? Se puede hacer un conjunto de productos, pero sabemos con negocios concretos que ya hay alternativas para el cupo 481”, concluyó Ferrés.
Con una perspectiva de precios accesible para los granos, pero sobre todo una demanda que requiere de estas técnicas tanto para el ganado gordo como para terneros y vaquillonas, el engorde a corral llega para quedarse y espera por los cambios reglamentarios que reflejen lo que ya sucede en la cadena cárnica.
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