Agricultores de Los Ríos afectados por la caída de precios, la delincuencia y las malas vías. Quieren una reunión con el presidente “ante la falta de atención y las promesas incumplidas”
No es solo el precio lo que reclaman los productores de arroz. En la última década se han sumado problemas (primero fueron las plagas) en el sector rural de la capital de Los Ríos: caminos deteriorados u obras de infraestructuras mal hechas; aumento de la delincuencia; falta de crédito.
Aunque Ramón Flores, dirigente del Seguro Campesino, cree que solo su involucramiento en la política los hará partícipes en la toma de decisiones, el tiempo corre sin una luz al final del túnel.
Eso es exactamente lo que piensa Washington Núñez, quien junto con otros mil agricultores viajó a Quito hace unos días en busca de una audiencia con el presidente Lenín Moreno, “su última salida”, sin resultado alguno. “Hasta el año pasado muchos agricultores medianos y grandes trabajábamos con capital propio, ahora hemos ido, obligados, a la banca, porque el colchón se ha desinflado poco a poco”.
Las crisis del arroz es un tema que afecta a todos en la provincia. De las 385.000 hectáreas que al año se cultivan en el país, 114.201 están en Los Ríos. Las restantes 535.000 hectáreas de superficie son principalmente para banano, maíz y palma aceitera, golpeada también por los bajos precios de la tonelada de la fruta.
La semana pasada el precio de la saca de arroz llegó a máximo 28 dólares. Pero no la saca de 200 libras en cáscara, sino la que les exigen los piladores, de 220, 230 y hasta 250 libras.
La gente no ve escasez de arroz en las ciudades porque hay miles de granos que llegan desde Perú, que puede importar desde Estados Unidos y Asia. “A la larga Ecuador está fomentando el desarrollo de otros países por el contrabando, mientras el campo de Ecuador se empobrece”, manifiesta a Diario EXPRESO Ángel Calero.
Pareciera que la historia es la misma todos los años, bajos precios, quejas de los campesinos y promesa de las autoridades. Esta vez no. Ya los niños no estudian. Los agricultores pequeños no tienen dinero ni para comprarse un televisor o una cocina. Los campesinos se van a las ciudades a fomentar los actos ilícitos porque no tienen opciones en el campo.
Es lo que cuenta Rafael Cruz, quien ha sido testigo de cómo durante el Gobierno anterior se gastó dinero en supuestas obras de infraestructuras mal hechas, sin justificativos, sin informes.
“La Contraloría debe fiscalizar a la Prefectura”, insinúa Ocampo, porque ahora se ve cómo la gente a cargo de las obras se hizo millonaria, mientras el agricultor ya no puede transitar por vías en mal estado que encarecen los costos de todo y dañan vehículos. En la voz de Ramón Flores, el problema es político, porque la política ha influido en el deterioro de la economía campesina.
Tanto como la corrupción, resalta Núñez, “porque unos pocos se han llevado el dinero a cuenta de la pobreza rural”.
Gabriel Cedeño pone el ojo en la frontera. Si está entrando arroz de contrabando por Perú “el Gobierno lo que debe hacer es enviar a los militares, a la gente de la FAE, a la Marina a que pongan orden. Ya estas no tienen oficio, porque no estamos en guerra”.
Para Primitivo López, los controles que en ocasiones hacen las autoridades son solo pantomima o no funcionan. “Los precios bajan porque sale la cosecha y los industriales de la provincia se ponen de acuerdo para perjudicarnos”.
Y Washington Núñez es también claro cuando responsabiliza a la UNA (Unidad Nacional de Almacenamiento): tienen tanto arroz guardado que deben evacuarlo para poder comprar la cosecha.
Malas vías y aumento de robos
La vía a La Clementina se ha deteriorado y tres de sus puentes pueden colapsar por la falta de mantenimiento. No es el único problema en esta zona rica en cultivos. Cuenta Héctor Ocampo (foto) que los pillos roban no solo el cacao: “Hasta se llevan enteras, en camionetas, las mazorcas de maíz”.
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