El aumento del precio de las naftas dispuesto por las petroleras se ubicó entre el 6 y el 10 por ciento, no se justifica si se tiene en cuenta que la incidencia de los biocombustibles (el recorte al precio fijado por el Ministerio de Energía para el de maíz fue del de 7,5% y para el de caña de azúcar del 10,55%), en el costo de producción es del 1,08 puntos porcentuales, alertaron el Centro Azucarero Argentina y la Cámara de Alcoholes este viernes.
Como se sabe, las petroleras deben cortar sus naftas con 12% de bioetanol, provenientes de la a partir de la caña de azúcar y del maíz.
La Industria Sucroalcoholera hace esta precisión en base a trascendidos confiables de prensa, según las cuales se ha pretendido justificar el aumento de las naftas en supuestos erróneos basados en una comparación de la industria del etanol argentina con la brasileña. En esa comparación la industria de nuestro país es tachada de estar constituida “por un pequeño grupo de empresas subsidiadas por los consumidores, que pagan mayores precios en los combustibles, y por el Estado nacional a través de exenciones impositivas”.
Esas fuentes le atribuyen al sector sucroalcoholero nacional “falta de competitividad”, para lo cual se apoyan en un reciente informe del Ministerio de Agroindustria donde se afirmó que el precio del etanol base caña en la Argentina es “aproximadamente un 90% superior respecto de Brasil y un 53% superior cuando se toma base maíz” y que “cualquier aumento en el precio de biocombustibles supone un mayor precio para los consumidores argentinos”.
La industria nacional de biocombustibles aclara que no tiene subsidio alguno del Estado ni del consumidor, como si los tienen las de Brasil y los Estados Unidos. La actividad en Argentina está regida por la ley 26.093, de promoción de los Biocombustibles, que posibilitó numerosas inversiones en el NOA que fueron financiadas por las propias empresas, sin subsidio alguno.
El precio del etanol en Brasil, en cambio, es el resultado de más de 40 años de una política gubernamental destinada a conseguir la independencia energética. Para ello, los sucesivos gobiernos invirtieron en el desarrollo de una actividad que de 80.000.000 de toneladas de caña en los años 70 llega hoy a 600.000.000 de toneladas.
El promedio de endeudamiento del sector en ese país supera 130% su facturación y es común que se refinancien las deudas, a diferencia de Argentina, donde no existen esas facilidades.
El gobierno federal brasileño considera estratégica a la agricultura y ha desempeñado un papel consistente en su apoyo. Y aunque actualmente la mayoría de los precios de los productos agrícolas y los sistemas de almacenamiento están desregulados, el sector sigue siendo apoyado mediante subvenciones directas limitadas (regímenes de apoyo a los precios y los ingresos), grandes y variadas líneas de financiación asistida y numerosos regímenes fiscales preferenciales, a diferencia de lo que sucede con el NOA, que se ve impactado negativamente por la reformas tributarias recientemente enviadas al Congreso.
Puntualmente, las diferencias de precio actuales con Brasil (bioetanol de caña) son del 58,8% y con Estados Unidos (bioetanol de maíz) del 24,1%, y dado que en nuestro país se mezclan 50/50 los etanoles de caña y maíz, se puede afirmar que implican una diferencia ponderada del 38,5%.
Valga aclarar que la diferencia de precio entre el bioetanol de caña y el de maíz obedece a que el impacto ambiental positivo del producto originado en la caña de azúcar es mucho mayor al de maíz (por cada unidad de energía consumida genera entre 8 y 11 unidades, a diferencia del maíz que genera 2,3). Por este motivo estados ambientalmente conscientes, como California, le asignan un precio mayor al bioetanol de caña.
Valga aclarar que la diferencia de precio entre el bioetanol de caña y el de maíz obedece a que el impacto ambiental positivo del producto originado en la caña de azúcar es mucho mayor al de maíz (por cada unidad de energía consumida genera entre 8 y 11 unidades, a diferencia del maíz que genera 2,3). Por este motivo estados ambientalmente conscientes, como California, le asignan un precio mayor al bioetanol de caña.
Por tratarse de energías renovables, en Argentina el bioetanol está exento del Impuesto a la Transferencia de Combustbles (ITC) cuya tasa es de 55,8%.
Resulta así que el valor ponderado de la nafta Premium de YPF con un 10% de aumento llevaría a que los argentinos paguen por ella 91,7% más que los consumidores norteamericanos. Esa diferencia no la explican ni el bioetanol ni el ITC sumados. Considerando que el extra costo del Etanol -al ponderarlo por el corte del 12% de los biocombustibles- representa un 4,62% del precio de la nafta y el ITC le agrega otro 55,8%, sumados ambos conceptos subsiste una diferencia hasta el 91,7%. Esa diferencia constituye un subsidio de los consumidores pero no a la industria del bioetanol.
La realidad es que los consumidores subsidian a las petroleras locales que enganchan sus precios a los internacionales y no a sus costos reales de producción.
En consecuencia, la industria petrolera debería revisar su propia estructura de costos de producción de nafta, y también si es lógico el precio que transfiere a los consumidores por su combustible contaminante.
La realidad es que los consumidores subsidian a las petroleras locales que enganchan sus precios a los internacionales y no a sus costos reales de producción.
En consecuencia, la industria petrolera debería revisar su propia estructura de costos de producción de nafta, y también si es lógico el precio que transfiere a los consumidores por su combustible contaminante.
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