Leonardo Genero es ingeniero químico especializado en biogás, quien trabajó y se formó en Europa. Actualmente es co-titular de Ecogreen S.R.L., empresa de ingeniería de proyectos de biogás y de servicios convencionales de energía -ambientales y operativos-, con base en Comodoro Rivadavia (para Patagonia y Litoral).
“El biogás no es sólo una opción más en la agroindustria, o la bioeconomía. Es “la opción”. Abarca todos los aspectos importantes que las tecnologías del siglo XXI deben tener: mitiga el calentamiento global, trata residuos, mejora suelos, genera energías renovables”, asegura el especialista en una entrevista para Energía Estratégica, donde analiza el incipiente mercado argentino y lo compara con países europeos, como Italia y Alemania.
¿Qué balance hace de la presentación de ofertas en materia de bioenergías en esta Ronda 2.0 del Programa RenovAr?
A decir por la cantidad de proyectos, estoy muy sorprendido; basándome en el precio con que se cerraron las propuestas de biogás específicamente, no lo veía con gran optimismo.
Aunque, si bien han sido 60MB (es un brote, en comparación con Alemania, que en 2015 superaba los 4000 MW, e Italia con 1000MWe, cuando hace más o menos 10 años iniciaron aquellos países a promover el sector), lo más importante es que se ha podido dar inicio a la promoción y aplicación de proyectos de este tipo.
Ahora queda ver, con el cumplimiento de los plazos de construcción, las proveedurías de equipos y accesorios que no se fabrican en Argentina (y aquellos que sí), el know-how de sus intervenciones (sea local o extranjera), puesta en marcha y controles de régimen; todo ello va a ir dando un marco y panorama a este mercado, incipiente aún.
¿Se puede empezar a hablar de un despegue de la biomasa y el biogás en la Argentina a partir de las ofertas presentadas (y las supuestas adjudicaciones)?
A decir verdad, y mal que nos pese, con todo el esfuerzo que se ha puesto -y lo digo con conocimiento de causa, porque llevo más de 15 años difundiendo esta tecnología-, el biogás en Argentina recién se está conociendo.
Lo vemos todos los días, se hace difícil “vender” algo que el cliente o potencial usuario no conoce. Muchos no saben qué puede hacerse o hasta donde es posible aplicarlo. Y cuando digo “muchos” en general, incluyo autoridades, institutos de investigación, etc.
Creo que el despegue del biogás estará marcado cuando las reglas permitan afianzar tecnologías -me refiero al desarrollo mismo, lo que se conoce y se está ya implementando-; dejar de probar en el laboratorio si el estiércol fermenta, y empezar a probar en plantas condiciones óptimas de operación, probar motores, agitadores, reactores; con esto quiero decir, saltar la escala de una vez; aprehender conocimiento ya adquiridos, experiencias, adaptarlas y aplicarlas para Argentina, con las características nuestras, con nuestras aptitudes.
El “biogás” despegará cuando realmente valoremos y cuantifiquemos las potencialidades y disponibilidades que tiene el país para este sector. Cuando no le pongamos un techo.
Estamos en los inicios y requerimos de mayores recursos (financieros, económicos y por sobre todas las cosas, recursos humanos capacitados y ligados exclusivamente al sector).
Es necesario recordar el fin de la tecnología: el Biogás es un producto obtenido a partir de la aplicación de un proceso de tratamiento (Digestión Anaerobia).
¿Y con aquello a qué se refiere?
Yo puedo apuntar a, o favorecer la generación, es decir, hacer bioenergía con esta herramienta, o sólo ocuparme de brindar el saneamiento del efluente o residuo tratado; si bien parece lo mismo, me permito aclarar que, el crecimiento o despegue del sector está en tener bien claro cuáles de estos dos objetivos quiero impulsar:
- potenciar el “biogás” como fuente, remarco esto: favorecer la construcción de plantas, centrales eléctricas y térmicas de biogás, con el sólo objetivo de generar energía; o bien,
- hacer uso de la digestión anaerobia, según el efluente o residuo que tenga disponible, y regular sólo eso, un proceso ambiental de tratamientoque, de acuerdo a las posibilidades de escala/tecnología, tenga algún beneficio energético.
Recuerdo que el biogás se “inició” en Argentina considerándose sólo a partir de su captura en rellenos sanitarios. Pero sabemos que éste depende de varios factores y por lo general es de baja productividad, calidad, etc.
También se sabe que la fermentación (húmeda o seca) requiere de otras inversiones. A su vez, que no se trata de un único recurso, como el sol o el viento, y dependiendo de lo que use, puedo tener mayor o menor rendimiento.
Por lo tanto, conociendo aquello, la diversificación de las materias primas (que tiene mucha importancia en la definición de la tecnología y, por ende, de los costos de aplicación de la misma) abrirá el juego. Conlleva todo esto a decir que, la apertura a otras tecnologías, hará que no limitemos el sector y realmente lo hagamos despegar.
Si nos basamos en una proyección del GENREN y RenovAr, con otras fuentes, y en comparación con Europa, el biogás está aún muy relegado, lejos de lo que el sector puede dar.
¿Qué tan lejos estamos de parecernos a mercados como el italiano o el alemán en bioenergías?
Como decía, por ahora, muy lejos. Pero lo importante es que se empezó. Por primera vez se habla de biogás (hasta el presidente lo mencionó el lunes post-elecciones).
Pero si se pretende generar un “Mercado del biogás” como el europeo (lo mencionaba anteriormente), se debe apuntar a eso, a potenciar el desarrollo de una “Bioenergía”, y eso implica mejorar eficiencias, rendimientos, y con ello instalaciones y equipamiento, proveedores, etc, etc; utilizar no sólo efluentes sino cultivos energéticos o biomasa para su aplicación y potenciación.
Dar uso por ejemplo al maíz, que es una opción, no la única, hay otras y varias. Está en los organismos activar esa cadena de valor agregado que el país tiene y puede afianzar, regionalización, puestos de trabajo, sustentabilidad (recordar que además se genera biofertilizante en el proceso, un subproducto más que interesante).
El biogás no es sólo una opción más en la agroindustria, o la bioeconomía. Es “la opción”. Abarca todos los aspectos importantes que las tecnologías del siglo XXI deben tener: mitiga el calentamiento global, trata residuos, mejora suelos, genera energías renovables.
¿Qué tipo de acciones debiera copiar el Gobierno nacional para impulsar el sector de aquellos países europeos?
Ante todo, la valoración de la tecnología en toda su dimensión, y encarar el desarrollo máximo de la misma, no pretender un crecimiento mínimo y conformarse, sino realmente permitir crecer, como se hizo en su momento con el biodiesel: dar un salto de calidad, pasar a premiar la eficiencia de las instalaciones y la calidad del producto.
Si nos queremos comparar, por ejemplo, en Europa desde los orígenes del sector, se habló de Biometano (biogás purificado, 100% metano biológico). Hoy hay estaciones de servicio con “GNC orgánico”. Hay biogás en la red de distribución.
Hay cerca de 9.000 plantas sólo en Alemania, otras 3.000 en el resto de Europa. En la RenovAr 2.0 se inicia con 32 plantas, pero han quedado muchísimos proyectos fuera, y muchísimos interesados en comenzar a ver de qué se trata, y lo más importante, todos de diversas escalas y a lo largo de todo el país. Éste interés no hay que dejarlo “enfriar”.
¿Y qué medida podría tomarse en concreto?
Considero que un RenovAr específico de biogás sería un guiño al sector, de las bioenergías en general. El bioetanol y biodiesel también necesitan de la Digestión Anaerobia para mejorar sus procesos. Y todavía pueden crecer apoyadas en este sector.
Avanzar con precios diferenciados de acuerdo a la tecnología (y al tipo de materia prima), tamaño y eficiencia de la instalación.
Convenir un porcentaje de biometano en la red de gas, como se tiene bioetanol en nafta, biodiesel en gasoil, pensar en biometano en GNC.
Todo esto parece utópico, pero Europa lo hizo, y nos ha sacado 10 años de aplicación y experiencia; know-how que nosotros recién empezamos a tener. Si el crecimiento del sector sigue así, efímero, y no se abre más el juego, aún conociendo las capacidades del país para éste, será perder grandes oportunidades para muchos, ya que el biogás tiene muchas aplicaciones, transversalmente en todas las cadenas productivas de Argentina.
Por último, ¿qué beneficios tiene el biogás en comparación con el resto de las tecnologías, como eólica y solar?
Cuando se analiza la necesidad de disponer de precios acordes con la tecnología del biogás, con el tipo de materia prima utilizada, hasta incluso, con sistemas de purificación (para alcanzar el biogás upgrading que hasta aquí no se habló en Argentina) se tiene que contemplar los beneficios ambientales, con lo cual, el biogás excede competencias de Energía/Medio Ambiente/Agroindustria y requiere un impulso conjunto.
A diferencia de las energías solar y eólica, el proceso de generación de biogás es un proceso de tratamiento y regeneración de nutrientes también, con lo cual, no solo se hace energía renovable, también saneamiento, se mantienen nutrientes y se evitan disposiciones inadecuadas. No es sólo un recurso disponible, y éste pasa “inerte” en un proceso.
Todo lo contrario, hay cambios que se deben sumar al balance de los beneficios que implica esta aplicación.
Europa entendió que, a pesar de los costos -que sí, son mayores a eólica y solar- el efecto en beneficiar este sector redunda en puestos de trabajo, valor agregado, mantenimiento de suelos con nutrientes, y no significa (queda en saber reglamentarlo) un crecimiento de la frontera agropecuaria, monocultivo o competencia alimento-energía. Significa beneficiar lo ambiental en forma general y transversal.
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