La tuberculosis es una de las enfermedades con las que se trabaja en el IRTA-CReSA, al disponer de una unidad de biocontención de nivel 3 que permite trabajar directamente con los agentes infecciosos que causan la tuberculosis de forma segura. Las zoonosis como ésta, enfermedades que afectan a animales y personas, son también uno de los motivos que dan sentido a la existencia de un centro de investigación como el IRTA-CReSA.
Con los años, ha ido quedado patente que la dificultad de la tuberculosis radica en la necesidad de luchar en diferentes frentes. Así pues, mientras la normativa se concentra principalmente en las vacas, la tuberculosis no es ni mucho menos tan selectiva, ya que la podemos encontrar en la fauna silvestre, por ejemplo, en los jabalíes y también la podemos encontrar en animales domésticos como las ovejas y, sobre todo, en las cabras.
Así que uno de los objetivos que persiguen los investigadores del IRTA-CReSA es el de desarrollar y validar herramientas que permitan luchar contra la tuberculosis en estos frentes. Una de ellas es la vacunación. En vacas la vacunación está prohibida. Pero con las cabras y las ovejas la normativa no es específica en esta materia y, por tanto, no existe esta prohibición expresa a la hora de poder vacunar.
A día de hoy, aunque hay un puñado de vacunas en desarrollo para luchar contra la tuberculosis, se trabaja en gran medida con la misma vacuna que se utiliza para las personas, la BCG, que es de hecho la única vacuna registrada para prevenir la tuberculosis humana. Hace ya tiempo se realizó un experimento en el centro para probar si la BCG era segura y eficaz en cabras. Si bien esta vacuna no fue capaz de evitar la infección, sí permitía reducir significativamente la gravedad de las lesiones ayudando así a evitar que se extienda la infección en el animal y, por lo tanto, ayudando también a evitar la propagación de la enfermedad dentro del rebaño.
Ahora se ha dado un paso más y se ha probado la vacuna en un experimento realizado en una granja, simulando las condiciones reales de campo, una granja de cabras donde muchas de ellas (más de 3 de cada 4) estaban infectadas de tuberculosis. Se cogió un grupo de cabritos y se vacunó a la mitad de ellos, luego se mezclaron con el resto de animales de la granja para, tras un año y medio, comprobar si la vacuna tenía los efectos que ya había demostrado experimentalmente y en condiciones controladas. Los resultados coincidieron, demostrando así que la vacuna es una herramienta útil. Este experimento, publicado por BMC Veterinary Express, ya ha sido recogido en Oviespaña.
Por otro lado están las ovejas. Parece que son más resistentes que las cabras a la hora de infectarse pero está claro que también pueden contraer la tuberculosis. Y esto en rebaños donde tengan vacas y ovejas juntas, o simplemente en pastos aprovechadas por ambas especies, esto puede suponer un problema. Así que, en colaboración con un centro de investigación de Asturias, el Serida, se llevó a cabo un estudio similar para probar si la BCG era eficaz en ovejas. Además, se introdujo un nuevo elemento: una nueva vacuna inactivada, administrada por vía oral.
Las imágenes de los TACs hechos los pulmones hablan por sí solas. Los animales vacunados con BCG (fila del medio) tienen mucho menor volumen de lesiones que los controles no vacunados (arriba) o los vacunados con la vacuna inactivada administrada vía oral (HIMB, abajo). Los resultados de este experimento validan el uso de la BCG como herramienta de control de la tuberculosis en ovejas.
Estos estudios han sido financiados por el Departamento de Agricultura, Ganadería Pesca y Alimentación de la Generalitat de Cataluña y por los proyectos de investigación del MINECO AGL2012-36171 y del INIA RTA2014-0002-C02.
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