Dos millones de musulmanes viven en España y otros tantos visitan cada año el país. Esto no es nada si se mira de manera mucho más global y aparece el dato que fija en 1.600 millones la población musulmana a nivel mundial, un 25% de los habitantes de la tierra; y según las estimaciones, la cifra podría rondar los 2.200 millones de musulmanes en el año 2030.
Cuando se habla de que hay que aumentar determinadas producciones agrícolas y ganaderas porque hay que alimentar al mundo, bien se podría añadir que para abastecer a una parte de ese mundo hay que hacerlo atendiendo a unas normas que, en este caso, tienen que ver con el Islam. Aquí es donde aparece la certificación halal, necesaria para exportar a los países de mayoría musulmana y que en el caso de España, tan solo está acreditado para llevar a cabo esas autorizaciones, el Instituto Halal de Córdoba.
Según los datos de este instituto, 32 empresas de Castilla y León están certificadas y entre ellas aparecen negocios de aditivos, aromas y esencias; café, caldos, conservas de frutas, y elaborados cárnicos que van desde sacrificio de ovino, bovino y caprino, al sacrificio de aves.
Oportunidad
Tomás Guerrero Blanco, director de la oficina de Madrid y de Relaciones Internacionales del Instituto Halal, entiende que este sistema de producción es una «oportunidad» para las empresas de Castilla y León, «en un mercado lo suficientemente atractivo».
Añade a sus argumentos que «es un mercado muy grande y muchos de estos países de mayoría musulmana importan buena parte de lo que consumen, porque allí no se dan los condiciones necesarias para producir los alimentos que requieren».
El mayor peso de este mercado se lo lleva la alimentación, pero el sistema halal está dividido en varios segmentos que también afectan a la cosmética, farmacia o turismo.
Según la respuesta que se dio desde la Consejería de Economía y Hacienda al procurador de Ciudadanos, David Castaño, «el número de empresas con certificación halal en la comunidad se considera significativo y según el Instituto, supone un 10% del total nacional, siendo la tercera comunidad autónoma en número de empresas certificadas».
Si se atiende al hecho de que Castilla y León tiene el mayor censo de vacuno de toda España, con más del 20% de la cabaña; que el censo de ovino es del 14% y que también son significativas otras producciones como las de avicultura o cunicultura, el 10% de producción halal ¿es significativo o la región pierde valor añadido en alguna de las producciones? Prácticamente cada semana, un barco sale del puerto de Cartagena con animales vivos con destino a Líbano. Se trata de ganado bovino de mucho peso procedente en un número importante de Salamanca, y se justifica en que «el problema que se presenta es que, al no contar con un número significativo de mataderos con calificación, los importadores prefieren importar los animales vivos y que se sacrifiquen allí por el rito».
La región exportó en 2016 carne ovina a países musulmanes por valor de 3,27 millones
También es verdad que «muchos empresarios se han dado cuenta y han decidido exportar porque ven el valor de la carne manufacturada» pero otros todavía tienen dudas porque «se escuchan estereotipos y prejuicios porque no conocen la realidad en detalle», apunta Guerrero.
Para David Castaño, el musulmán es «el mercado emergente más potente» y apela a la necesidad de un gran matadero especializado. «Cada semana se manda vacuno de la región, animales vivos a Líbano y está muy bien que venga el barco, cargue y se lo lleve pero y si eso cambia, ¿qué pasará? Está muy bien este sistema, pero si ellos quieren canales, debemos tenerlas: hay que dar el paso y exportar canales».
Sobre la mesa hay un plan integral para que Castilla y León desarrolle más producciones bajo este sistema y aunque ya ha habido algún tipo de conversación con el instituto, de momento no hay un borrador y habrá que esperar a la vuelta de las vacaciones para retomar ese proyecto que definen de «ambicioso». La teoría de Guerrero es que «las instituciones tienen que ser conscientes e intentar facilitar a las empresas la obtención de esta certificación, capacitar a los trabajadores y Castilla y León tiene potencial que puede aprovechar».
Pero la exportación no es solo para los países de mayoría musulmana, sino que muchos de estos productos certificados también van a Francia y Bélgica, por lo que Guerrero insiste en la necesidad de aprovechar esta «oportunidad, no solo para países de mayoría musulmana sino también para la Unión Europea».
La obtención y renovación anual de la certificación halal supone un coste en torno a los 3.500 euros al año y las empresas deben analizar los productos que se quieren certificar y si se pueden adaptar a las exigencias de la Ley Islámica ya que, entre otras cuestiones, el producto debe estar exento de cualquier sustancia o ingrediente no lícito o de cualquier componente que proceda de un animal prohibido. Igualmente, los utensilios o maquinaria se deben ajustar a la normativa islámica o los animales deben ser sacrificados por lo prescrito en la Ley Islámica.
En alza
El año pasado, por ejemplo, la región exportó carne ovina a países musulmanes por valor de 3,27 millones de euros, el 20% de toda la que exportó la región; y las estadísticas reflejan que Qatar, Argelia, Kuwait y Emiratos Árabes son los principales mercados musulmanes de las exportaciones de carne ovina, concentrando una cuota conjunta del 81%. Le siguen Bahréin y Omán con cuotas del 10% y del 6%, respectivamente. Se aprecia además que las exportaciones de carne ovina a países musulmanes crecen a mayor ritmo que las exportaciones de este tipo de carne al resto de países que son, principalmente, de la Unión Europea.
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