lunes, 4 de enero de 2016

Un rumbo para Uruguay


Yo soy un productor de pasto, luego de carne. Y debo ser lo más eficiente que pueda”, dijo el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre, al preguntarse hacia dónde vamos como país tras los desafíos que planteó la Cumbre de París sobre cambio climático, conocida con la abreviatura de COP 21. Siempre […]
Yo soy un productor de pasto, luego de carne. Y debo ser lo más eficiente que pueda”, dijo el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre, al preguntarse hacia dónde vamos como país tras los desafíos que planteó la Cumbre de París sobre cambio climático, conocida con la abreviatura de COP 21. Siempre se comenta que en esas reuniones mucho se dice y poco se concreta, pero Uruguay se ha tomado en serio el tema de la mitigación y adaptación al cambio climático.
Aguerre dio el miércoles 16 una conferencia en la Cámara Mercantil de Productos del País (CMPP) en la que logró sintetizar su experiencia de una semana en la capital de Francia, junto al equipo negociador de Uruguay, acerca de los deberes que le corresponden al agro de la siguiente manera: lo que se pide a los países para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero es una oportunidad en la construcción del Uruguay agrointeligente que pregona.
Dicho de otra manera: las exigencias que emanaron de la Cumbre de París, y que a partir de ahora se negociarán en los próximos cuatro años, son cosas que Uruguay ya hace en el sector agropecuario y las debe potenciar. Por ejemplo, reconstruyendo carbono en el suelo, un objetivo que se logra evitando la degradación de los suelos, que tiene como paragua los planes de uso y manejo.
Aguerre recordó que en materia de suelos (y los cambios en carbono orgánico de los mismos) hay más de cuatro décadas de investigación acumulada a través de la estación experimental La Estanzuela, del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), lo que aporta información para desarrollar una política sustentable.
En un país donde el campo natural es el principal recurso forrajero, Aguerre lanzó el desafío de “terminar nuestra cartografía del pastizal”, donde apenas existe para el 35% de los suelos que la componen.
Otros desafíos que lanzó el secretario de Estado fueron metas al 2030. Sin dejar de ser un país natural se puede mejorar 25% la productividad ganadera para producir 128 kilos de carne vacuna por hectárea, en base a pasturas, suplementación estratégica, manejo, riego y acceso al agua. Al mismo tiempo, se puede mejorar la biodiversidad del campo natural y reducir 25% las emisiones por kilo vivo producido en base a dieta, sombra y genética, donde mencionó el estudio que impulsa la Hereford en Kiyú, en conversión de pasto a carne.
El tercer rubro agropecuario que Uruguay incluirá en “las intenciones” de contribuir al cambio climático, además de la agricultura y la ganadería, será la forestación, que está probado que es clave en la captación de gases de la atmósfera, por las plantaciones nuevas, la reforestación y el bosque nativo.
“Me gustaría imaginar una forestación vinculada a otros sistemas productivos”, dijo Aguerre, y recordó que en el pastoreo con sombra cada vacuno gana 300 gramos por día de peso.
En definitiva, el ministro de Ganadería planteó un ganar-ganar, al hablar de los co-beneficios que se pueden obtener cuando se hagan realidad las responsabilidades emanadas de la Cumbre de París.
Y que Aguerre enumeró así: más producción; menos emisión de gases de efecto invernadero por unidad de producto; más adaptación y resiliencia al cambio climático; más secuestro de carbono.
Con la meta final de más agregado de valor ambiental, que conduce de forma directa a la diferenciación de los productos. Para cumplir aquello tan repetido de que Uruguay nunca puede apostar a la cantidad, sino que debe jugarse todos los boletos a la calidad. Es un rumbo para Uruguay.

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