Hay mucha gente enojada del “circulo rojo”, formadores de opinión y factores de poder, con Mauricio Macri por su compromiso con el campo. Nunca antes en la historia argentina un gobierno había realizado una apuesta tan contundente. Rompió el molde y eso está perturbando a más de uno. La consabida receta a la hora de […]
Hay mucha gente enojada del “circulo rojo”, formadores de opinión y factores de poder, con Mauricio Macri por su compromiso con el campo. Nunca antes en la historia argentina un gobierno había realizado una apuesta tan contundente. Rompió el molde y eso está perturbando a más de uno. La consabida receta a la hora de ajustar el tipo de cambio era devaluar y al mismo tiempo aumentar los derechos de exportación para granos, carne, frutas y lácteos. Así quedaba un dólar más alto sólo para beneficio de la industria. Para el complejo agroalimentario, nada.
En realidad quedaba peor que antes por el cambio diferencial que le encarecía las importaciones y lo alejaba de cualquier posibilidad de actualizarse. Así una y otra vez, hasta el cansancio, el campo quedaba postergado del papel protagónico que por sus ventajas competitivas, alta participación en el PBI, en el empleo y en el desarrollo territorial, debía jugar como motor del desarrollo. En cambio, se le tenía asignado un rol secundario en el que debía traer los dólares de la exportación, ser un proveedor de carne barata y que aguantara sin chistar una presión impositiva superior al resto de los actores económicos. El resultado fue que a lo largo de nuestra historia después de rupturas, épocas de auge y recaídas, el país creció poco y quedó muy lejos de los más desarrollados.
El gobierno de Mauricio Macri ensaya ahora un giro inédito al desactivar el cepo cambiario con sus cuatro años de restricciones y mejorar en el tipo de cambio y en lugar de aumentar los derechos de exportación al campo, bajarlos. La audacia fue festejada por todos los integrantes del sector agroalimentario, tanto en las economías regionales como en la pampa húmeda. Pero al mismo tiempo recibió una andanada de criticas de buena parte de la dirigencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), economistas cepalinos, sindicalistas y periodistas especializados. Vienen repitiendo que el Gobierno realizó una descomunal transferencia de recursos, como si se tratara de subsidios, cuando en realidad apuesta a obtener ingresos fiscales no de forma distorsiva, sino por medio del impuesto a las Ganancias. Y levantan nuevamente la dicotomía de exportar y desabastecer el mercado.
Esta semana, para colmo de males de los seguidores del viejo manual del proteccionismo, en la 49a cumbre de presidentes del Mercosur se decidió impulsar las negociaciones con la Unión Europea y con la Alianza del Pacífico. Para Macri “avanzar en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea es una prioridad”. Hasta el momento la política comercial argentina venía recibiendo críticas de sus principales socios comerciales, tanto por las trabas como por su reticencia a negociar acuerdos internacionales. Este cambio de timón de la política exterior hacia una mayor integración al mundo, con la consiguiente apertura y mejora en el libre comercio, tendrá un fuerte impacto en el agro debido a que el comercio de alimentos es el más distorsionado. Hoy es muy difícil exportar alimentos elaborados con mayor valor agregado por la altura que tienen las barreras arancelarias que protegen los principales mercados consumidores. Por el lugar que ocupamos en el mundo está muy lejos de concretarse la aspiración que el presidente Macri formuló en Pergamino al bajar las retenciones, “de exportar cada vez menos cereales y más productos con valor agregado para dejar de ser granero del mundo y pasar a ser el supermercado del mundo”.
Sólo con acuerdos o tratados de libre comercio regionales esto puede llegar a convertirse en realidad. Por ejemplo, la Argentina enfrenta mayores barreras de acceso que competidores como Australia, Estados Unidos, Chile, Colombia o Nueva Zelanda en mercados relevantes como el de la Unión Europea, China o Japón. Marcelo Regúnaga, ex secretario de Agricultura, no se cansa de advertir que la agresiva agenda de negociaciones que tienen nuestros principales competidores y los principales mercados, pueden afectar seriamente la competitividad de la Argentina en la próxima década.
Con la asignación de un papel protagónico en el desarrollo del país, sin discriminación en el tipo de cambio, ni trabas ni retenciones y con un gobierno que encaró la tarea de reducir o eliminar las barreras a los principales mercados, ahora la pelota la tiene el agro. ¿Lloverán los goles?
Caída en brasil
1 millón de toneladas
Es la pérdida de producción en soja que estiman en el estado de Mato Grosso por la sequía
La frase
Omar Príncipe
Presidente de la FAA
“Es urgente mejorar la infraestructura vial e hídrica bonaerense”
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