En el ámbito agropecuario la
sustentabilidad es concebida, en general, como un concepto básicamente físico,
atendiendo a necesidades productivas que obligan a pensarla más como un costo
que como una inversión. Pero es necesario repensar la sustentabilidad para
internalizarla desde un punto de vista económico incluyéndola como un factor
más de la producción.-
El
productor agropecuario argentino, en general, es muy proclive al análisis
productivo de su actividad casi con exclusividad. Vemos, de este modo, que los
eventos relacionados con aspectos de rendimiento, sustentabilidad y producción agronómica,
son fuertemente atractivos y son, muchas veces, los ámbitos en donde se
producen las discusiones y los
intercambios más enriquecedores. Pero de ninguna manera podemos pensar que es
la única esfera de importancia.-
En
la agricultura como en cualquier otra actividad económica, el retorno y el
rendimiento son pilares fundamentales, aunque no únicos, que promueven la
innovación y los avances, el crecimiento y el desarrollo. Si una actividad no
tiene incentivos económicos se vuelve vacía de contenido e involuciona
promoviendo el lógico cambio en el giro de la empresa. Por tanto, el contenido
económico de la actividad agropecuaria no debe descuidarse y, por el contrario,
debe ser el fundamento de la misma. Es decir, integrar en la ecuación
productiva factores que generen pérdidas o que no ayuden a maximizar las
ganancias, va en contra de la lógica capitalista.-
La
sustentabilidad es más un concepto productivo que empresario. Con ese perfil,
en EE.UU se agotaron los nutrientes a lo largo de los años y en la actualidad
el Gobierno debe salir –desde hace ya bastante tiempo- a subsidiar la
producción para que el agregado de nutrientes no se convierta en una impagable
y pesada carga a la producción agropecuaria. Si el productor agropecuario no
comienza repensar sus planes de producción con un fuerte perfil económico
tratando de integrar el concepto de sustentabilidad como un componente más de
su estrategia, el futuro no tan lejano nos obligará a emular los malos ejemplos
al respecto que ya mencionamos. El agotamiento de los suelos no es tan palpable
como una caída en la producción y es un efecto rezagado del sobreuso de la
tierra; y como los seres humanos tenemos fuertes inconvenientes para medir los
efectos rezagados de cualquier variable, lo más razonable sería que nos
“sorprenda” el problema cuando ya esté instalado. La “reacción” de la
naturaleza a nuestros maltratos con la atmósfera a través del calentamiento
global es una muestra de ello.-
Por
supuesto que las responsabilidades son compartidas y no se le pueden cargar las
tintas solo a quienes, como dueños de un factor importante de la producción,
quieren sacar provecho de ello, más aún en una actividad con tanta
incertidumbre. De este modo, y a partir de éste análisis, el Estado pasa a
tener un rol fundamental como promotor y “estimulador” de la actitud “sustentable”
que aquí venimos a resaltar. Debemos empezar a pensar en un Estado proactivo al
respecto y no en un Estado que “corra detrás del problema” cuando sus efectos
sean irreversibles. El Estado debe promover y estimular el retorno de los
nutrientes que hoy le vendemos al mundo con cada grano de cereal que
exportamos. Si en un futuro el agua, junto a los agroalimentos, se vuelve un
bien estratégico, por ejemplo, la producción de tomates para la exportación se
volverá un eslabón esencial que deberá reconsiderarse por el contenido de agua
que el mismo tiene. Al mismo precio, lo más eficiente, desde un punto de vista
económico, será tratar de comprarlo a un país que se especialice y utilizar el
agua para consumo humano fronteras adentro. La misma lógica debería seguirse
con los agroalimentos, que tienen incluidos nutrientes que hoy no se consideran
para formar los precios. Claro está que hoy los productores agropecuarios no
son formadores de precios y de este modo se manifiesta su impotencia. Pero es, precisamente
ese, uno de los más importantes y prioritarios problemas que el Estado debe
resolver: que se transparenten los mercados y producir un esquema regulación
adecuado, distante de la discrecionalidad actual. El Estado debe velar para que
no se produzcan abusos en la cadena de producción, más aún cuando el equilibrio
de poder, por la estructura misma del mercado, está tan desbalanceada. La discusión debe empezar a darse hoy, y en
este aspecto es necesario evolucionar de productor agropecuario a empresario en
el análisis que se hace para complementar la esfera productiva. La
sustentabilidad es un concepto muy difundido y discutido en la actualidad, pero
hay que pensar con criterio económico para no terminar “vaciando” al agro. Si la sustentabilidad como concepto no tiene
respaldo económico se volverá una abstracción imposible de llevar adelante. No
esperemos a que el futuro nos sorprenda. La coyuntura no puede ser todo y es
necesario integrar estrategias de largo plazo en las discusiones actuales.-
JUAN
IGNACIO LOZANO
Lic. en
Economía. Consultor en Agronegocios
Ideas&Economía
Twitter: @ideasyeconomia
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