Simposio Fertilidad 2015
La utilización de
abonos provenientes de la cría de pollos o el tambo permite reciclar nutrientes
de disponibilidad limitada en la naturaleza. Pero también conlleva riesgos de
contaminación que deben ser considerados
En el marco del Simposio de
Fertilidad 2015, el Dr. Miguel Cabrera, ingeniero agrónomo uruguayo, quien
desde hace muchos años trabaja en la Universidad de Georgia, Estados Unidos,
explicó como reciclar nutrientes, específicamente fósforo y nitrógeno, derivados
de los excrementos de la cría de pollos y de los efluentes de los tambos.
Cabrera destacó que el Estado de Georgia
es el mayor productor de pollo de los Estados Unidos. Cuando se limpian los
criaderos se recolecta aserrín, plumas, cascara de maní, estiércol. Estos
desperdicios, sumados a los efluentes de los tambos van a lagunas o se aplican
a pasturas y cultivos. “Son materiales
con gran cantidad de nutrientes, entre ellos alto porcentaje de N, P, K, Zn,
entre otros, que en grandes cantidades pueden ser tóxicos”.
En este sentido, señaló que “uno de los principales desafíos para el uso
de la cama de pollo o los efluentes de tambo como fertilizantes es determinar
la dosis correcta de aplicación teniendo en cuenta los requerimientos de
nutrientes para un cultivo o forraje dado.
La acumulación de fósforo es una de las
amenazas más comunes en este tipo de reciclaje de nutrientes. Debido a que la
cama de pollo y los efluentes de tambos son comúnmente aplicados para abastecer
las necesidades de N, y porque sus relaciones N:P son menores que requeridas
por la agricultura, estas aplicaciones conducen a una acumulación de P en el
suelo, que puede derivar en contaminación de la escorrentía superficial,
llegando a contaminar ríos y lagos, y eventualmente fuentes de agua para bebida
humana y animal.
“Para evitar estos problemas,
el manejo de estos abonos debe ser de tal modo que sólo se apliquen dosis para
reponer la absorción de P de la que es capaz el cultivo. Cuando esta condición
se alcanza en los suelos de la zona donde se encuentra la industria láctea o
la cría de pollos para engorde, estos abonos deben ser transportados a otras
áreas con necesidad de P, de manera de evitar estos problemas ambientales”, explicó Cabrera.
Otra
amenaza relacionada con el uso de estos abonos son las hormonas sexuales y
antibióticos que pueden contener y contaminar aguas superficiales o ser
absorbidos por los cultivos o forrajes utilizados para el consumo humano o
animal. Si la cama removida de los galpones de cría de pollos parrilleros es
aplicada en superficie sobre pasturas o suelos sin labranza como fertilizante,
se corre el riesgo de contaminación con hormonas o antibióticos de la
escorrentía superficial, lo que a su vez puede conducir a la contaminación de
los arroyos, ríos y lagos. La presencia de estas sustancias en las aguas
superficiales puede tener impactos negativos en la vida silvestre y las
poblaciones humanas que beben el agua contaminada. “Sin embargo, el apilamiento del residuo durante períodos de entre 4 y 8 semanas, muestra reducciones significativas
de hormonas como el estradiol y antibióticos”, culminó Cabrera.
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