1. Es posible medir el riesgo de derrame cerebral por la capacidad de mantener el equilibrio sobre una sola pierna. 2. Las personas optimistas poseen corazones más sanos. 3. Los medicamentos muy caros crean expectativas de curación en los pacientes.
En ciertas oportunidades, secretos muy sencillos pueden ayudar muchísimo tanto en la prevención como en una emergencia. Aquí van algunos tips para tener en cuenta en el cuidado de su salud.
Secreto N°1: En ausencia de limitaciones físicas, una buena capacidad para mantenerse en equilibrio sobre una sola pierna puede reflejar una buena salud cerebral y un menor riesgo de sufrir un derrame cerebral
Cuanto menos tiempo es capaz la persona de mantenerse en equilibrio, peor puede ser su salud cerebral, y mayor su riesgo de derrame.
Esta es la llamativa conclusión a la que se ha llegado en un estudio efectuado por el equipo de Yasuharu Tabara, del Centro para la Medicina Genómica, adscrito a la Universidad de Kioto en Japón.
El estudio se hizo sobre 841 mujeres y 546 hombres, con una edad media de 67 años. Para medir el tiempo de permanencia en equilibrio sobre una sola pierna, los participantes se mantuvieron de pie con los ojos abiertos y levantaron una de las piernas. El tiempo máximo establecido de mantenimiento de la pierna en alto era de 60 segundos. Los sujetos del estudio realizaron este examen 2 veces y su mejor resultado es el que se usó en el análisis.
Los investigadores encontraron que la falta de capacidad de mantenerse en equilibrio sobre una pierna durante más de 20 segundos estaba asociada con lo que se conoce como enfermedad de los vasos sanguíneos pequeños del cerebro, y que consiste, a grandes rasgos, en una serie de procesos patológicos, incluyendo “microinfartos”, que afectan a dichos vasos sanguíneos y que pueden no generar síntomas claramente perceptibles para el paciente en un primer momento.
En la investigación, la mencionada enfermedad fue evaluada utilizando imágenes por resonancia magnética (MRI).
Los resultados del estudio indican que la habilidad de permanecer en equilibrio sobre una pierna puede servir como una importante test sobre la salud cerebral. Las personas que muestran un equilibro escaso sobre una pierna deberían recibir una mayor atención médica, ya que esta dificultad podría indicar un riesgo mayor de enfermedad cerebral y declive cognitivo.
Secreto N°2: Las personas optimistas poseen corazones más sanos
Avalando hasta cierto punto lo que bastante gente ya intuía, un nuevo estudio demuestra que las personas optimistas tienen el doble de probabilidades de disfrutar de una salud cardiovascular ideal en comparación con las personas pesimistas.
El equipo de Rosalba Hernandez, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, USA, ha comprobado, al examinar las asociaciones entre optimismo y salud cardiaca en más de 5.100 adultos, que los individuos con los niveles más altos de optimismo son el doble de propensos a gozar de una salud cardiovascular óptima, en comparación con sus homólogos más pesimistas. Esta asociación sigue siendo significativa incluso después de tener en cuenta las características socio-demográficas y los problemas de salud mental.
Los participantes tenían edades comprendidas entre los 45 y los 84 años. Se tuvo en cuenta su salud mental, niveles de optimismo y salud física.
Se constató que la puntuación total de la persona en la escala de la salud tendía a aumentar en consonancia con el aumento de sus niveles de optimismo. La gente más optimista tenía 50% y 76% más de probabilidades de alcanzar puntuaciones de salud en los niveles intermedios o ideales, respectivamente.
Los optimistas tenían un nivel de azúcar en sangre y uno de colesterol total claramente mejores que los de sus homólogos. También eran más activos físicamente, exhibían índices de masa corporal más saludables y era menos probable que fumaran.
A escala poblacional, incluso esta diferencia moderada en la salud cardiovascular se traduce en una notable reducción en las tasas de muerte prematura. Este fenómeno, que se supone ocurre a través de un mecanismo bioconductual, sugiere que las estrategias de prevención que apunten hacia la modificación del bienestar psicológico, o sea fomentando el optimismo, podrían ser una vía potencial para la mejora de la salud cardiovascular de las personas.
El equipo de Rosalba Hernandez, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, USA, ha comprobado, al examinar las asociaciones entre optimismo y salud cardiaca en más de 5.100 adultos, que los individuos con los niveles más altos de optimismo son el doble de propensos a gozar de una salud cardiovascular óptima, en comparación con sus homólogos más pesimistas. Esta asociación sigue siendo significativa incluso después de tener en cuenta las características socio-demográficas y los problemas de salud mental.
Los participantes tenían edades comprendidas entre los 45 y los 84 años. Se tuvo en cuenta su salud mental, niveles de optimismo y salud física.
Se constató que la puntuación total de la persona en la escala de la salud tendía a aumentar en consonancia con el aumento de sus niveles de optimismo. La gente más optimista tenía 50% y 76% más de probabilidades de alcanzar puntuaciones de salud en los niveles intermedios o ideales, respectivamente.
Los optimistas tenían un nivel de azúcar en sangre y uno de colesterol total claramente mejores que los de sus homólogos. También eran más activos físicamente, exhibían índices de masa corporal más saludables y era menos probable que fumaran.
A escala poblacional, incluso esta diferencia moderada en la salud cardiovascular se traduce en una notable reducción en las tasas de muerte prematura. Este fenómeno, que se supone ocurre a través de un mecanismo bioconductual, sugiere que las estrategias de prevención que apunten hacia la modificación del bienestar psicológico, o sea fomentando el optimismo, podrían ser una vía potencial para la mejora de la salud cardiovascular de las personas.
Secreto N°3: Los fármacos caros funcionan aunque no tengan efecto
Un nuevo estudio, llevado a cabo por investigadores de la Academia Estadounidense de Neurología en Enfermos con Párkinson, indica que este efecto es mayor cuando el precio de los remedios es elevado. El artículo ha sido publicado en la revista de la academia, American Academy of Neurology.
“Las expectativas desempeñan un papel importante en la eficacia de los tratamientos, sobre todo en personas con enfermedad de Parkinson”, explica el venezolano Alberto J. Espay, investigador en neurología de la Universidad de Cincinnati (USA) y autor principal del artículo.
La investigación se llevó a cabo en 12 pacientes con esta patología. Los científicos administraron a cada 1 de ellos 2 dosis de placebo –una solución salina–, indicándoles que se trataba de 2 medicamentos diferentes, igualmente efectivos, pero de diferente precio, unos 90 y 1.300 euros, respectivamente. Antes y después de cada toma, los participantes pasaron varias pruebas para medir sus habilidades motoras y se sometieron a escáneres para medir la actividad cerebral.
Al tomar el fármaco etiquetado como caro, los pacientes mejoraron en un 28% sus habilidades motoras en comparación a cuando tomaban el barato. Este efecto fue particularmente notable cuando el que creían más costoso se recibía primero. Los resultados de la resonancia magnética también mostraron una diferencia a favor del medicamento de mayor valor económico.
“Si aprovechamos la respuesta al placebo para mejorar los beneficios de los tratamientos, podríamos reducir las dosis y, posiblemente, los efectos secundarios”, indica Espay.
Sin embargo, para Peter A. LeWitt, investigador del departamento de Neurología del Hospital Henry Ford en Michigan (USA) y autor del editorial sobre el estudio, “asumir que se obtienen los mejores resultados con los medicamentos más caros puede ser una mala noticia para el control de costes médicos”.
La enfermedad de Parkinson disminuye la cantidad de dopamina que genera el cerebro de las personas afectadas. Esta hormona afecta el movimiento, pero también a la anticipación, la motivación y la respuesta a nuevos estímulos. “La respuesta ante el tratamiento se asocia con la liberación de dopamina en el cerebro”,señala el autor.
Cuando se informó a los participantes de la naturaleza del estudio, los pacientes mostraron asombro por la gran diferencia que habían notado. “Las personas que admitieron tener más expectativas con el fármaco caro fueron las que más mejoría notaron al tomarlo, mientras que aquellos a los que el precio no les pareció determinante percibieron menos diferencias”, concluye Espay.
Una de las limitaciones del estudio es la diferente percepción en los precios que puedan existir según los estratos económicos en la sociedad. “Sería interesante reconocer en qué casos un medicamento de 90 euros es considerado o no como un medicamento barato”, señala LeWitt.
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