La vaca Rosita está casi lista para dar leche maternizada

Nació hace tres años. Ahora puede quedar preñada y así empezar a generar leche modificada con genes humanos. Los planes con ovinos.-

Tres años pasaron desde su nacimiento como el primer vacuno clonado bitransgénico del mundo que produce leche materna. Fue posible gracias a la incorporación de dos genes humanos que codifican dos proteínas presentes en la leche humana y que eleva el valor nutricional. Adrián Mutto, doctor en Biotecnología y Biología Molecular, y uno de los creadores de Rosita, cuenta los avances promisorios de la vaca, de sus hijos, de sus hermanos, el trabajo con equinos, y los ovinos modificados genéticamente en nuestro país. “Rosita está bárbara, ya pesa 600 kilos, y es toda una señora.

Estamos tratando de sincronizar su ciclo reproductivo para reproducir embriones y que quede preñada. De esta forma, un gran porcentaje de sus hijos heredarán los genes humanos que ella contiene, y podremos continuar con la investigación de producir leche modificada genéticamente y de alto valor nutricional”, explica Mutto, jefe del laboratorio de reproducción y mejoramiento genético animal del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM), donde junto a un grupo de científicos del INTI Balcarce se creó a Rosita ISA (acrónimo de INTI Balcarce-Universidad Nacional de San Martín). 

En el laboratorio se trabajan varias líneas de investigación, como la fertilización in vitro de equinos para generar embriones, técnica que hasta el momento sólo funcionó una vez en 1992, pero que nunca más pudo lograrse, y el trabajo con animales transgénicos, como el caso de Rosita, cuyo objetivo es aumentar el valor nutricional de la leche para todos y mejorar notablemente la nutrición de aquellos niños que no puedan acceder a la leche materna. 

Según destaca el especialista, “la leche de vaca está hecha para alimentar terneros y no seres humanos. El aporte nutricional de la leche vacuna es muy poco: grasa, calcio y hidratos de carbono y azúcares.” Rosita producirá leche con lactoferrina humana y lisozima, una proteína y una enzima humanas, incorporadas genéticamente. La lisozima es casi inexistente en la leche bovina porque el ternero no la necesita, y en cambio está muy presente en la leche humana, ya que actúa como antibiótico ante infecciones oportunistas del sistema digestivo del bebé.

La lactoferrina es una proteína presente en todos los mamíferos con la misión de capturar el hierro e ingresarlo al torrente sanguíneo, pero es específica de cada especie, por lo que la de origen bovino no es absorbible por el humano. “En los próximos días nos reuniremos con el equipo del departamento de Animal Science en California, con quienes tenemos una colaboración muy fuerte. Allí diseñaremos una técnica nueva para mejorar a Rosita”, cuenta Mutto, y sigue: “Generaremos un animal con leche aun más nutritiva. También planeamos mejoras en los hermanos de Rosita que se encuentran congelados. 

En ellos queremos que haya mayor expresión de las proteínas humanas, y eliminar el gen de la Beta-lactoglobulina, proteína responsable de la alergia a la leche vacuna en humanos.” Al ser interpelado por el futuro de la producción de leche modificada, el experto asegura que sueña con “un tambo conformado por 200 mil ISAS produciendo leche de alto valor nutricional. Ojalá que mis hijos puedan contar con esta leche modificada”, dice el biotecnólogo de 42 años. REPOBLAR LA PATAGONIA. La Universidad Nacional de San Martín también está construyendo un Centro de Biotecnología Ovina de alta complejidad para mejorar la población de ganadería ovina de la zona patagónica, afectada por la sequía de 2009, y la erupción del volcán Puyehue en 2011. 

El proyecto es financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo. “Se trata de mejorar el plantel de animales de la región patagónica, donde se concentra el 67% de la ganadería ovina del país”, dice Mutto, quien estará a cargo del proyecto que se inaugurará el próximo año y que funcionará en el campus del Instituto Tecnológico de Chascomús de la UNSAM y tendrá capacidad para producir 4000 embriones y 100 mil dosis de semen al año. “Generaremos embriones in vivo dentro de las ovejas, luego los congelaremos y enviaremos a Río Negro, Chubut y Neuquén para transferirlos a ovejas receptoras. El cordero será de alto valor genético porque fue generado a raíz de una oveja y un carnero de alto valor genético y de las razas específicas que cada provincia solicite.” 

Rosita nació de un trabajo de grupo. Fue en 2003 que Germán Kaiser –investigador del Grupo de Biotecnología de la Reproducción del INTA Balcarce–, Nicolás Mucci –investigador del mismo grupo– y Adrián Mutto se conocieron. En aquel entonces, Rodolfo Ugalde, director de tesis de Adrián, repetía la idea de lograr modificar la leche vacuna en pos de mejorar la nutrición humana. “Jamás pensamos que lograríamos tanta repercusión. Recuerdo que después de ganar el premio INNOVAR en 2011, nos dijeron que nos harían algunas notas y al entrar a una sala de prensa, la cantidad de cámaras apuntándonos era infernal. 

Creo que ahí caímos en lo que habíamos hecho. Parecíamos Wanda e Icardi. Ese día dijimos: ‘mirá el quilombo que armamos’.” « Trabajar en la casa propia –¿Qué devoluciones reciben de otros científicos extranjeros? –Las mejores. El padre de la oveja Dolly, Ian Wilmut, se acercó una vez a preguntarme cómo estaba Rosita. No lo podía creer, de seguro me habré puesto colorado. La ciencia argentina es una maravilla.

Modestia aparte, los científicos argentinos somos muy buenos, tenemos calidad. –¿A qué creés que se debe? –Creo que a la facilidad de adaptación que tenemos. Nos vamos de los protocolos, volvemos, tratamos de cambiar las cosas, nos arreglamos con lo que tenemos e inventamos lo que no tenemos. También tenemos muy buena formación académica, y la verdad es que estamos mucho mejor que en otras épocas. Hoy contamos con un ministerio que nos representa, hay disponibilidad de becas, y subsidios. Me siento muy afortunado de trabajar acá. Esta es mi casa, es mi pasión.