CHILE : Disminución del potencial productivo de vides y durazneros en el norte, naranjas y especies subtropicales favorecidas en todo el territorio y desplazamiento de cultivos son algunas de los impactos que tendrá el cambio climático en la agricultura nacional.
Ya nadie discute la existencia del cambio climático. Por el contrario, ya está claro que es clave adoptar las medidas para aprender a vivir con las nuevas condiciones. Como lo señaló recientemente el director general de la FAO, José Graziano da Silva, en el 7° Salón de la Agricultura en Marruecos, “el cambio climático tiene el potencial de reconfigurar el escenario de la producción alimentaria del planeta (…) y por lo mismo los países tienen que cambiar a sistemas alimentarios más sostenibles y reforzar las medidas para mitigar y adaptarse a los efectos del cambio climático….”.
El país, y en particular el agro nacional, ya está viviendo las consecuencias del cambio en la cantidad e intensidad de las lluvias, la presencia de sequías y las variaciones de la temperatura, entre otros, lo que ya está impactando en la forma y lugares de producción.
Según Francisco Meza, director del Centro UC de Cambio Global, quien participó junto a Sebastián Vicuña, investigador del mismo organismo, en la elaboración de algunos capítulos del último informe del IPCC, uno de los síntomas que valen la pena considerar es que la tendencia es al aumento de temperaturas entre uno y cinco grados Celsius de aquí a fines de siglo, dependiendo de las emisiones de gases de efecto invernadero, y que afectarán con mayores alzas a lugares precordilleranos en comparación con los costeros.
En materia de precipitaciones se observará un leve aumento en la zona del Altiplano, mientras que continuará la disminución en las lluvias entre las regiones de Atacama y Los Lagos, con un leve aumento de ellas en la zona austral.
Pero el problema de fondo exacerbado es el recurso hídrico y cómo disponer de él en forma segura. Porque el cambio climático ha modificado la cantidad y forma en que cae no solo la lluvia, sino también la nieve.
En este ámbito, el estudio “Análisis de Vulnerabilidad del Sector Silvoagropecuario, Recursos Hídricos y Edáficos de Chile frente a Escenarios de Cambio Climático”, realizado por el Centro de Agricultura y Medio Ambiente de la U. de Chile, señala que “los recursos hídricos podrían verse fuertemente afectados tanto en los caudales como en la estacionalidad de los mismos”.
El informe plantea, en general, que la disminución de las precipitaciones en la mayor parte de las cuencas del norte, centro y sur del territorio tenderá a provocar una disminución de caudales que se manifestará nítidamente en los meses de primavera, verano y otoño. Indica que en ciertos casos, los caudales de invierno podrían aumentar como consecuencia del ascenso de la isoterma 0 ºC. En las cuencas más pequeñas, con poca capacidad de reserva de nieve (las netamente pluviales), este aumento de escorrentía invernal no ocurre, viéndose todas las estaciones afectadas por la menor pluviometría. Se proyecta que los caudales disminuyan a más del 50% en los meses de verano, justo cuando la demanda de agua es mayor.
El ingeniero forestal Aquiles Neuenschwander, autor de la investigación “El Cambio Climático en el Sector Silvoagropecuario de Chile” para el FIA, coincide con los especialistas de la UC en que, hacia el año 2040, la temperatura superficial se elevará en todo el país, con magnitudes de entre 2 ºC y 3 ºC, dependiendo de la latitud. El fenómeno tendría mayor intensidad entre las regiones de Coquimbo y O´Higgins, con un aumento de entre 2,7 ºC y 3 ºC, mientras que en las mismas regiones, la disminución de las lluvias podría caer entre -20% y -25%.
Las mayores temperaturas pueden implicar, para muchos cultivos, un mayor estrés térmico. “Este último informe precisamente mostró que hay muchos cultivos que tienen una alta sensibilidad a las temperaturas por sobre los 25 o 30 grados. Cuando persisten días de temperaturas altas, el rendimiento y calidad se deterioran. Por ende, nuestra horticultura y fruticultura pueden sufrir por ese lado”, recalca Meza.
Según el estudio de Neuenschwander, los cambios de temperatura llevarían a que, por ejemplo, las especies subtropicales mejoren sensiblemente su potencial productivo en casi todas las regiones; el bosque plantado de pino ampliaría su zona de producción hacia la Región de Los Lagos, mientras que por el contrario, desde la zona Central hasta la Región del Maule, el potencial productivo de la especie podría deteriorarse.
Efecto contrario tendrían en el trigo y el maíz, que inicialmente podrían verse beneficiados, pero si la temperatura sube mucho la fotosíntesis comienza a reducirse y no se produciría tanto.
Junto con el aumento de la temperatura promedio, se prevé la atenuación del régimen de heladas, lo que permitiría adelantar en varios meses la fecha de siembra de los cultivos de verano, pudiendo así aprovechar parcialmente las precipitaciones invernales. También se vislumbra que los frutales podrían extender su área de cultivo hacia las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos (de hecho, esto ya viene ocurriendo y por estos días cada vez son más las superficies con frutales como avellano o manzanos).
Neuenschwander concluye que, en términos generales, se proyectan cambios positivos o negativos sobre la producción agrícola: “La neutralización de los cambios negativos requerirá de un rediseño de los sistemas de producción, especialmente en lo referente a las fechas de siembra de los cultivos anuales y al uso de variedades de ciclo largo, capaces de mantener los niveles de producción a pesar del aumento de la temperatura. El aprovechamiento de los cambios positivos requiere de una variación en las fronteras agropecuarias actuales, así como del mejoramiento de la infraestructura de riego del país”. El impacto en las principales frutasDURAZNO, SIMILAR A LA VID
Por ser esta una especie ecofisiológicamente similar a la vid, el panorama que presenta es semejante al de las viñas. Para todo el norte del país se esperan disminuciones en el potencial productivo como consecuencia del aumento de las temperaturas y disminución del frío invernal, provocando una reducción en el período de fructificación. En los valles ubicados entre las regiones de Coquimbo y Valparaíso, se esperan importantes disminuciones en la productividad en la sección baja de la costa más expuesta a la influencia oceánica, donde la disminución en la producción podría variar en el rango de -10% a -60%. En los sectores interiores, donde el invierno mantiene suficiente frío, la disminución de las heladas favorece un aumento del potencial productivo.
A partir de la Región del Maule hacia el sur, los aumentos de temperatura mejoran considerablemente el potencial productivo hasta la Región de Los Lagos, llegando a incrementos de 100 a 200%.
VIDES CON ALZAS Y BAJAS
La vid está entre las especies que puede verse más afectadas, aunque con variaciones según la región y la zona. Por ejemplo, desde la Región Metropolitana al sur las condiciones productivas se deteriorarán por la disminución de la luminosidad, los aumentos en la temperatura estival y en las precipitaciones, y las heladas tardías de primavera. Lo positivo es la atenuación de heladas en los sectores interiores del territorio, por el alza de las temperaturas. Sin embargo, eso podría estimular que la fruta madure antes.
En el norte se produciría una disminución del potencial productivo. En los valles transversales de la Región de Coquimbo se esperan reducciones de 50% o más en el interior, porque las mayores temperaturas reducirían el período de fructificación, lo que, sin embargo, podría compensarse con variedades tardías. Para el 2040 el potencial en esta zona sería espacialmente más irregular.
Entre Coquimbo y O’Higgins disminuirían los rendimientos, en rangos de -10% a -60%. Sin embargo, habría sectores donde la productividad puede aumentar hasta en 15%, como en el caso de Buin y Padre Hurtado, por el aumento de la radiación solar en estas zonas, más acentuado hacia la precordillera. Si bien el factor que más afecta a la productividad es el acortamiento del período de fructificación, la disminución del frío invernal es igualmente un factor a considerar.
Entre las regiones del Maule y Biobío aumentaría el potencial de producción, especialmente en el valle central. La costa mantendría bajos potenciales al no alcanzar las temperaturas necesarias para el desarrollo del fruto. Entre la Araucanía y Los Lagos existiría un considerable aumento de la productividad que puede llegar hasta 200%. A pesar de esto, los mayores rendimientos al año 2040 se esperan entre O’Higgins y Biobío, alcanzando productividades en torno a 30.000 kg/ha.
NARANJAS, MEJORA EN TODO EL TERRITORIO
El aumento de las temperaturas invernales mejora las condiciones de producción en todo el territorio, salvo en una franja costera que se mantiene térmicamente deficiente y algo limitante para la obtención de buenos rendimientos. A este mejoramiento contribuye con fuerza la disminución de las heladas invernales y primaverales que amenazan la viabilidad de las flores. Es altamente probable que las condiciones climáticas de los nuevos escenarios mejoren la calidad de los frutos, pues el incremento de las temperaturas mínimas podría reducir la acidez. En la zona norte el potencial mejora considerablemente, especialmente en los valles de la Región de Tarapacá. En la precordillera central las condiciones mejoran, haciendo viable su cultivo, especialmente en condiciones de laderas abrigadas de las heladas. Los requerimientos de riego del naranjo aumentan en todo el territorio.
LA MANZANA, CAE HASTA LA ARAUCANÍA
El potencial productivo del manzano disminuiría en la mayor parte del territorio hasta La Araucanía, debido a la disminución del frío invernal y al aumento de las temperaturas estivales, lo que reduce el período de fructificación y aumenta los niveles de estrés térmico. Por la costa, el efecto negativo de la disminución del frío invernal acentúa esta tendencia. En cambio, de Los Ríos hacia el sur el potencial productivo se ve beneficiado por los aumentos de la temperatura.
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