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Hacemos responsable al gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por la brusca caída de la producción de trigo de los últimos años. Las medidas instrumentadas hoy son más de lo mismo y no son suficientes para revertir esa tendencia.
Hoy se perdió la oportunidad de quitar las trabas que hicieron que la cosecha de trigo cayera de 16 millones de toneladas, en 2007, a 9 millones, el año pasado.
En vez de corregir una metodología cuyo fracaso fue comprobado, este Gobierno insiste con las mismas recetas. Las intervenciones en el mercado de exportación, a través de los ROES, que se profundizaron durante esta gestión, lograron que el productor tuviera que mal vender el cereal y redujera el área de siembra. Sumadas al elevado nivel de retenciones consiguieron que escaseara el trigo en la Argentina y que, desde 2007, el precio del pan aumentara en 800%.
¿Cuál es la lógica de cobrar una retención para luego devolverla? ¿Quién se beneficia con esta operatoria?
La disminución de los derechos de exportación y el compromiso de no intervenir el mercado, hubieran llevado a aumentar la siembra de trigo. Por cada millón de hectáreas adicionales, al país podrían entrar más de 950 millones de dólares a fin de año.
En múltiples ocasiones la Sociedad Rural Argentina alertó sobre el impacto negativo que tanto las elevadas retenciones como las restricciones a las exportaciones generaban en la producción de trigo. Por eso llama la atención la impericia y la falta de conocimiento a la hora de abordar un problema que hace a la mesa de los argentinos y su costo de vida.
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