Un análisis de los directivos de Rosgan
Durante
2011 la ganadería volvió a repetir un buen año con niveles de precios
aceptables, con una oferta que está recomponiendo su stock, previa
pérdida de 10 millones de cabezas, pero que por su carácter biológico
recién está en plena etapa de consolidación.
Asimismo
podemos decir que hay dos etapas diferenciadas durante el año que
marcan expectativas distintas. Por un lado, todo el primer semestre el
período de la zafra de terneros de invernada encontró a una demanda
sostenida, y, por otro lado, un segundo semestre que fue aterrizando
hacia el final del año con un proceso más calmado en los precios y
ajustado a la dinámica del mercado, con su clásico juego entre la oferta
y la demanda.
Ahora
bien, debemos hacer algunas consideraciones previas para comprender
como actúa el mercado, y así poder sacar conclusiones y proyecciones
hacia el futuro.
La
fuerte caída del stock y la demanda de carne fueron actuando como una
pinza de doble juego que ajustaron los precios, existiendo una
diferencia manifiesta entre los precios pagados por el consumo y los
precios en la demanda de la hacienda de invernada. Este movimiento de
pinzas produjo el primer componente a tener en cuenta: el sistema de
Feedlot, otrora hacedor de una importante oferta destinada al mercado
interno de consumo, padeció durante este año el impacto de la pérdida de
las compensaciones. Éstas nunca más se completaron y actuaron con
ocupaciones más bajas de lo habitual, su funcionamiento se garantizó
solamente logrado sobre la base de un precio del maíz que se mantiene
bajo de forma artificial. En cambio, como un hecho positivo del año,
debemos destacar que se consolidó la presencia del invernador
tradicional de Argentina, que volvió a repoblar parte de su campo, antes
dedicado en un 100% a los cultivos, y así diversificó el riesgo de sus
inversiones.
Otro
elemento a tener definitivamente en cuenta es el cambio de la dieta
alimentaria de los argentinos. Hoy la el consumo de carnes comienza a
asemejarse más al del resto de los países del mundo, donde la principal
carne es la aviar o porcina y después, de acuerdo a cada país, la
bovina y el pescado.
En
Argentina la producción de pollo creció entre el 2004 al 2008 un 70 %,
en el año 2009 el consumo se estableció en 30 kilos per cápita anuales y
para el 2011 se estima que rondará 40 kilos anuales. Así mismo las
proyecciones para el 2015 se estiman en 45 kilos per cápita anuales.
Este crecimiento de la oferta de productos sustitutivos en precios
accesibles como resultado de las compensaciones que recibe la industria
ha convertido al pollo en un producto que ha llegado para quedarse en la
dieta de los argentinos.
El
tercer jugador en la dieta alimentaria es el cerdo el cual ha venido
creciendo en la última década, no obstante ello el salto a casi 10 kilos
per cápita anuales dista mucho del recorrido que puede hacer, el cual
está más dependiente de la construcción de una oferta permanente que del
deseo de incluirse en el consumo.
El
otro componente que marca la situación de la cadena de ganados y carnes
es lo que ocurre con la industria frigorífica, la cual durante mucho
tiempo fue circunscripta a las posibilidades de la exportación y que
ahora a partir de la crisis Europea también sufre sus coletazos por la
caída del precio del cuero, principal componente del recupero del
sector.
La
industria exportadora extiende a cuatro años un juego de pinzas que
hasta ahora lo único que logró es reducir significativamente la oferta
de pesado por las permanentes trabas a la exportación y la exigencia de
abastecimiento atado al consumo interno que elaboró un coctel explosivo
para el sector, el cual produjo un funcionamiento a pérdida de toda la
cadena sólo mitigada por la trasferencia de plantas enteras a nuevos
adquirentes sin un peso de pago. La gravedad de la situación de la
industria exportadora es la que más afecta desde las expectativas de los
productores, es que sin ningún futuro visible los invernadores han
parado el crecimiento del novillo pesado en un buen novillo de consumo,
seguramente esta limitación productiva afectara el año que viene a la
industria que sobrevive con Cuotas Hilton otorgadas siempre a último
momento.
Con
este marco referencial se fue desarrollando todo el 2011, con valores
sostenidos que permitió al criador seguir recibiendo buenos precios
analizados desde el punto de vista histórico durante toda la zafra, con
un valor del animal gordo en pie que se fue manteniendo y recién en el
segundo semestre comenzó a desinflarse, siendo los feedloteros quienes
más debieron hacer cálculos permanentes ante una diferencia entre compra
y venta que siempre los dejó muy finitos en el resultado.
Terminar
un año con valores de la invernada más cercanos a los 2,50 dólares que a
los 3 dólares no ha sido una mala noticia, sigue siendo en términos
históricos valores muy buenos, los cuales seguramente durante el 2012
estarán calmos resultado de un incremento de la oferta, que aunque la
misma se verá fortalecida por mayores pariciones de ninguna manera
imaginan una incorporación abundante de terneros.
La
ganadería ante la caída de los precios internacionales de los productos
agrícolas seguirá siendo una buena motivación para el productor, que
permitirá incentivarlo a poner sus inversiones en distintas canastas,
las cuales en forma complementaria podrán dar al productor otro año
positivo en su rentabilidad*.
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