El Ministro de Agricultura, Blairo Maggi, envió hace dos semanas una carta a la comisaria europea para el comercio, Cecilia Malmstrom, en la que reclama el rigor con que la Unión Europea pasó a fiscalizar los embarques de carne de pollo exportada por Brasil.
La carta fue dirigida a la Unión Europea, durante la misma semana en que Brasil se quejó en el Comité de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de inspecciones y rechazo de embarques de carne de pollo salada brasileña en Europa a causa de la Salmonella.
En la carta, el Ministro de Agricultura justifica que Brasil viene adoptando varias medidas para endurecer la fiscalización contra los frigoríficos tras la Operación Carne Débil, deflagrada por la Policía Federal en marzo, y que reveló un dispuesto esquema de corrupción comprometiendo a frigoríficos y fiscales del Ministerio.
La carta de ministro de Agricultura está realizada bajo el mismo contexto de la demanda en la OMC, cuestionando por qué los europeos vienen utilizando un criterio de inspección de Salmonella en carne de pollo in natura diferente del utilizado en el pollo con el 2% de adición de sal.
Las exportaciones brasileñas de carne de pollo a la Unión Europea cayeron 17,5% en el último año en comparación con 2016, y el gobierno de Brasil está haciendo gestiones ante los organismos comunitarios frente a una caída que calificó como “nefasta”.
El secretario ministerial argumenta en la carta que la Unión Europea ha adoptado un criterio restrictivo y está cobrando un estándar sanitario sin justificación técnica en el rol de los procedimientos internacionales. “Para intentar barras a nuestras exportaciones, la UE está depreciando la imagen del pollo de Brasil”, dice un técnico del Ministerio. – Valor Económico.
De acuerdo con fuentes brasileñas, los europeos dijeron tener estudios para comprobar la barrera, pero éstos no fueron presentados. Además, las barreras basadas en cuestiones sanitarias, como es el caso, necesitan tener comprobación científica, según las normas de la OMC. – Reporte Brasil.
De acuerdo con la Asociación Brasileña de Proteína Anima (ABPA), de enero a septiembre de este año 2017, Brasil exportó 110.400 toneladas de carne de pollo salada a Europa, pero el año pasado, en el mismo período, fueron 133.900 toneladas. Los ingresos retrocedieron de US$ 294,8 millones en 2016 a US$ 241,5 millones este año, en el mismo período de comparación.
Con respecto a las demandas en la OMC, los europeos ya habían sido duros en la respuesta, diciendo que Brasil no tenía razón para reclamar, y que el problema era provocado por el país, mencionando la “Operación Carne Débil”. Según la UE, la mayor detección de la Salmonella se produce porque los criterios microbiológicos son más estrictos para la carne de pollo salada que para la carne de pollo fresca.
Brasil cuestiona que, principalmente, los europeos utilizan criterios diferentes para la carne de pollo fresca y la carne de pollo fresca con adición de hasta 2% de sal. En el primero, se tolera la presencia de prácticamente todos los tipos de Salmonella conocidos (2.500), con excepción de dos: la Typhimurium y la Enteritidis. Sin embargo, al pollo con sal, no se tolera ningún tipo de Salmonella.
Sucede que Brasil exporta principalmente la carne de pollo salada, más específicamente pechugas, que sirven de materia prima para la industria de alimentos europea. Eso porque, después de una batalla en la OMC, Brasil adquirió el derecho de exportar 170 mil toneladas anuales de carne de pollo salada. Para las exportaciones de carne de pollo sin sal, lo permitido son 14 mil toneladas.
Conforme con los europeos, desde que los exportadores brasileños decidieron poner sal en la carne fresca de pollo, el producto final tiende a caer en la definición de platos preparados, sufriendo mayor control.
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