domingo, 30 de abril de 2017

Cultivos de cobertura, la herramienta natural contra malezas y excesos hídricos


Dos problemas serios de la agricultura regional, como el escape de malezas resistentes y las napas freáticas casi en superficie, tienen en los cultivos de cobertura una alternativa de mitigación posible. Se trata de una técnica 100% agronómica que, además, aporta una lista de otros beneficios: menor carga química en el lote, disminución de pulverizaciones, incremento de la actividad biológica en el suelo (micro flora, fauna y hongo), fijación de nutrientes para cultivos sucesores e incremento de la capacidad de infiltración del agua de lluvia.
La práctica consiste en sembrar diversas especies que ocupen el lote en época invernal como alternativa al barbecho químico largo. Algunas son más tradicionales, como trigo, avena o centeno, y otra pueden sonar más extrañas: vicia, acelga, arveja, garbanzo, coriandro, achicoria, nabo, trébol persa, trébol subterráneo, melilotus. Incluso ya se realizan pruebas para el uso de fórmulas “multiespecie”, diseñadas a medida de la necesidad de cada lote.
La adopción de esta tecnología implica un cambio de paradigma, situación frente a la cual algunos se animan y otros no. En las zonas más agrícolas, por ejemplo, los productores se muestran más permeables por los inconvenientes que vienen sufriendo a causa de las malezas que desarrollan resistencia a los herbicidas. Pero en la zona tambera, desde hace algunos años con serios problemas de napa, aún son reticentes.
Hacer agronomía
“Esto es un manejo de sistema”, resumió a Campolitoral Lucas Andreoni, asesor privado en el sur de Córdoba y norte de Buenos Aires (CREA Melo-Serrano y miembro Aapresid). Desde hace 10 años realiza cultivos de cobertura, principalmente centeno como antecesor de soja y vicia previo a maíz por su aporte de nitrógeno. Al principio, el mayor impulso fue compensar la desaparición del trigo (por la intervención oficial) y el consecuente avance de las malezas, primero rama negra y luego yuyo colorado resistente. Pero luego comenzó a valorar los beneficios “intangibles”, como el incremento de carbono (materia orgánica) o la mayor infiltración de lluvias. Al respecto mencionó que las mediciones son contundentes: un lote de cuatro años de soja es capaz de absorber 50 milímetros en dos horas, mientras con cobertura previa de centeno se eleva a 100 milímetros y a 180 si se usó nabo. “Se pueden aprovechar mucho mejor las lluvias”. Del mismo modo, cuando la napa está muy alta la técnica colabora a consumir excedentes, aunque para lograr un efecto freático no alcanza con el uso a nivel de lote, sino que requiere una adopción zonal. Otro beneficio lo representa un mejor manejo ambiental, “porque se aplican adecuadamente los agroquímicos, se rotan los principios, disminuyen aplicaciones o volúmenes aplicados”, con lo cual hay una mayor promoción de la biodiversidad.
Para Andreoni se trata de “cambiar mentalidad de barbechos largos” de base química y empezar a solucionar los problemas que generaron por mal uso de la tecnología; principalmente generandole competencia a la maleza y contrarrestando la acumulación de químicos. Uno de los problemas, dijo, es que “de tanto preemergente se complican cultivos siguientes”. Por eso “el productor sabe que el sistema colapsó como veníamos manejandolo”. De lo que se trata, reflexionó, es de “empezar a hacer agronomía”.
Probando un paquete
El técnico explicó que no se trata de resignar el trigo en invierno, sino de donde incorporar la cobertura dentro de la rotación. Por ejemplo, después de la sucesión maíz-soja recomendó una multicobertura.
El uso de multiespecies, una técnica que se está ajustando, es una estrategia de mediano plazo. “En un año no se puede pretender sacarle todo el rédito; se va a ver en 3 o 4 años”, aclaró. A la hora de los números, estimó que una combinación de vicia, centeno o tréboles pueden implicar u$s 70 a 100 por hectárea, y con sólo disminuir una aplicación antes del maíz se ahorran u$s 50. Pero suben los pisos de rendimiento, un objetivo que a largo plazo no muestra otras vías para alcanzarse.
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Multi especie. Vicia, acelga, arveja, garbanzo, trigo, avena, centeno, coriandro, se siembran a chorrillo y aportan diversidad biológica al suelo.
Otras herramientas son el trébol subterráneo, que por su fenología florece y clava flor y semilla en el suelo. Explicó que se siembra ahora, crece en el invierno y combate maleza; hasta que en septiembre/octubre semilla y florece hasta que se seca sólo en noviembre, liberando el lote para sembrar maíz en diciembre. En el proceso, además fijó nitrógeno. Luego, cuando llega el momento de cosechar el cereal empiezan a nacer los tréboles y controlan rama negra.
En los ensayos del año pasado mezcló 7 especies (centeno, trigo, avena, vicia, arveja y dos tipos de nabo) y para el actual probarán con 15 a 17, agregándole garbanzo, colza, coriandro, acelga, tréboles. “Las semillas grandes se siembran a chorrillo y las chicas con el cajón alfalfero, todo en la misma maquina”, precisó.
Con las pruebas, “queremos hacer la mayor biodiversidad” -indicó- para evaluar si todas sirven y luego determinar cantidad de kilos de cada una. También medirán el carbono que aporta cada especie; y harán análisis de nitrógeno para saber cuanto absorben las leguminosas de la atmósfera. Así, podrán establecerse mezclas para cada ambiente y zona, ya sean bajos salinos o dulces, compactados o para para campos mixtos. Además, cada especie brinda bioestimulantes al suelo para activar la microflora, microfauna y hongos. “Al mezclar un montón de especies le das vida el suelo”, sentenció.
Algunos sí, otros no
En el centro provincial, el asesor del CREA Gálvez Diego Hugo Perez y su equipo promueven los cultivos de cobertura desde hace algunas campañas y ya notan un mayor interés de los productores. Mientras el año pasado sólo un 10% lo adoptó, esta campaña alcanzaría al 50%, muchos miembros CREA y productores de punta. En hectáreas, se avanzó desde 700/800 la campaña anterior a unas 3.000/4.000. “En lotes con problemas de napa si o si hay que hacerlo, de lo contrario son campos improductivos”, indicó. De hecho muchos se animaron por este motivo. Según el técnico, con la napa a 50cm el trigo resigna de 10 a 15qq en la perspectiva de rinde. En su caso lo más utilizado es la siembra de avena (con avión cuando no hay piso) y la vicia como antecesora de soja. “Se siembra lo antes posible para que aproveche altas temperaturas y cierre surco rápido”, precisó. Mientras la avena se seca con herbicida para liberar el lote en fecha adecuada para la siembra, con la vicia “no se toca el lote hasta fin de octubre/noviembre, cuando se seca o se rola; el control es espectacular sin fumigación”. En 2016 probaron experimentalmente nabos forrajeros, trébol balanza y persa; así como una multiespecie de nabo forrajero, avena y vicia.
Según Pérez, hay un “ahorro brutal” con la vicia ante de maíz, por el ahorro de dos o tres de pulverizaciones y el aporte de nitrógeno “gratuito” (actualmente 10 kilos de urea valen u$s 30). En Marcos Juárez (Córdoba) el INTA midió un plus de 15qq de rinde.
Más próximo al corazón de la cuenca tambera, el ingeniero Damián Basigaluppo, asesor privado en Clucellas sobre unas 3.500 hectáreas, planteó una situación opuesta. “No se está utilizando para nada; estamos intentando promover la técnica por la problemática de la napa; pero es una zona conservadora de productores tamberos chicos, tamberos, a diferencia del sur donde hay productores más de punta que incorporan tecnología más fácilmente”. De todos modos, reconoció que cinco años atrás “decíamos que el barbecho químico era indispensable para aprovechar cada milímetro”, mientras ahora “el paradigma cambió” y hay que sacar agua del lote. Ahora, “tratar de consumir milímetros” es la principal necesidad y por ello hay que tratar de tener verde el lote en invierno, porque con el barbecho químico no hay consumo de agua.
Pero Bacigaluppo también consideró que, pese a estar en el epicentro del problema de la napa el diagnóstico es muy bajo. “Todos mencionan el problema de inundación, pero nadie lo relaciona con la napa sino por el exceso de lluvia; incluso a nivel profesional el tema no está del todo claro, soy el único que mide napas en la zona”.
El técnico consideró que para que los cultivos de cobertura tengan un efecto en las napas se deben usar a escala zonal, ya que a nivel de lote no alcanza. “Muchos dicen ‘para qué lo voy a hacer si el resto no’, pero tampoco hacen punta para generar contagio”. La hipótesis es que con cultivos de cobertura podría deprimirse de 30 a 40cm la napa y así lograr mayores rindes para soja. “Es la única herramienta al alcance del productor, porque las obras dependen del Estado”, concluyó.
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Mal subterráneo. En Castellanos el problema de las napas es peor que el año pasado. 
Foto: Rubén Tosolini

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