Si a los Motilla Gómez les pagasen algo más por los conejos que crían en su granja podrían sobrevivir. «No queremos ayudas, pero sí que me paguen el kilo de conejo a su precio, no quiero hacerme rico, solo vivir», clama Antonio, quien junto a su hermano Miguel trata de sacar adelante una de las […]
Si a los Motilla Gómez les pagasen algo más por los conejos que crían en su granja podrían sobrevivir. «No queremos ayudas, pero sí que me paguen el kilo de conejo a su precio, no quiero hacerme rico, solo vivir», clama Antonio, quien junto a su hermano Miguel trata de sacar adelante una de las cinco granjas de conejos que han quedado en Villamalea. Una localidad donde llegó a haber 25 explotaciones y que impulsó hace 20 años la creación de una cooperativa y un matadero propio, que llegó a contar con 75 socios de la comarca, «hemos quedado 14 y a cada reunión que vamos tenemos hay nuevas bajas», se lamentan los Motilla.
La cunicultura está en crisis. No es algo nuevo. Por eso mismo, porque la caída de precios que arrastra al sector se sufre desde hace ya ocho años, los granjeros están al borde de la ruina. Muchos han cerrado, sobre todo quienes tenían explotaciones más pequeñas. Los más grandes, muchos de ellos entrampados en préstamos imposibles de amortizar y que incluso se han comido el dinero que les ha dejado la familia, tratan de seguir adelante como pueden y alzan su voz pidiendo un ‘rescate’ a la administración.
La cunicultura está en crisis. No es algo nuevo. Por eso mismo, porque la caída de precios que arrastra al sector se sufre desde hace ya ocho años, los granjeros están al borde de la ruina. Muchos han cerrado, sobre todo quienes tenían explotaciones más pequeñas. Los más grandes, muchos de ellos entrampados en préstamos imposibles de amortizar y que incluso se han comido el dinero que les ha dejado la familia, tratan de seguir adelante como pueden y alzan su voz pidiendo un ‘rescate’ a la administración.
Bajo coste. «Si me obligan a sacar conejo barato, tendrán que darme una ayuda», argumentan los cunicultores y recuerdan que el conejo jamás ha entrado dentro de la PAC. Lo que tienen claro es que así no pueden seguir. Criar un conejo en la granja tiene unos costes de entre 1,75 y 1,85 euros por kilo y ahora mismo al granjero se le está pagando a 1,40. El resultado, 35 céntimos de pérdidas por cada kilo de conejo producido.
Lo grave es que la venta a pérdidas se acumula semana tras semana, mes tras mes, «sí que alguna semana viene bien, pero en 2015 la media a la que nos pagaron fue de 1,54 euros», subraya Miguel, uno de los cunicultores más jóvenes que quedan en la comarca. Con estas perspectivas tan poco halagüeñas no hay relevo generacional.
Hubo un tiempo en el que montar una granja de conejos era un buen complemento para la renta en los pueblos, de esas actividades de las que se dice ayudan a fijar población. Sin grandes inversiones y con 300 conejas reproductoras se podía funcionar. Con estas dimensiones, se podía atender la granja y después hacer las faenas del campo. La cría de conejo se extendió. Antonio cambió el andamio por la granja. Daba para vivir. De eso hace 23 años. Los nuevos tiempos trajeron nuevos modos. Si uno quería defenderse, tenía que ampliar y mecanizar los explotación para hacer más liviano el trabajo diario.
Lo que no entiende Antonio es como antes una familia con 300 conejas podía vivir y hoy entre él y su hermano que gestionan la producción de 2.300 reproductoras lo único que tienen entre manos es ruina. Su granja, Cunimoti, está en el paraje de la Hoya de San Agustín. A su alrededor hay un puñado más de granjas cerradas. Los datos oficiales dicen que en la provincia quedan 63 explotaciones de conejo, solo 15 menos que hace cinco años, pero los cunicultores dicen que los datos no son reales «aunque cierres te dejan un par de años en el registro por si reabres». Estiman que en la región apenas quedan 50 granjas de las 130 que llegó a haber. En Ossa de Montiel, donde la cunicultura llegó a tener gran importancia, apenas si queda alguna.
Albacete concentra el sector cunícola de la región. En 2014, sacrificó casi cinco millones de conejos, con un rendimiento de cinco millones de kilos. La cuarta producción nacional en importancia, solo por detrás de Galicia, Cataluña y Castilla y León
Los granjeros culpan de su situación a los precios que imponen los grandes mataderos que controlan el mercado por los acuerdos que tienen con las grandes cadenas de supermercados e hipermercados. «Si hay un grupo que a la semana mata 250.000 conejos y nosotros solo 30.000, pues son ellos los que ponen el precio en la lonja», se quejan los Motilla, que añaden otro factor más a su ruina: la depreciación de la piel.
Lo grave es que la venta a pérdidas se acumula semana tras semana, mes tras mes, «sí que alguna semana viene bien, pero en 2015 la media a la que nos pagaron fue de 1,54 euros», subraya Miguel, uno de los cunicultores más jóvenes que quedan en la comarca. Con estas perspectivas tan poco halagüeñas no hay relevo generacional.
Hubo un tiempo en el que montar una granja de conejos era un buen complemento para la renta en los pueblos, de esas actividades de las que se dice ayudan a fijar población. Sin grandes inversiones y con 300 conejas reproductoras se podía funcionar. Con estas dimensiones, se podía atender la granja y después hacer las faenas del campo. La cría de conejo se extendió. Antonio cambió el andamio por la granja. Daba para vivir. De eso hace 23 años. Los nuevos tiempos trajeron nuevos modos. Si uno quería defenderse, tenía que ampliar y mecanizar los explotación para hacer más liviano el trabajo diario.
Lo que no entiende Antonio es como antes una familia con 300 conejas podía vivir y hoy entre él y su hermano que gestionan la producción de 2.300 reproductoras lo único que tienen entre manos es ruina. Su granja, Cunimoti, está en el paraje de la Hoya de San Agustín. A su alrededor hay un puñado más de granjas cerradas. Los datos oficiales dicen que en la provincia quedan 63 explotaciones de conejo, solo 15 menos que hace cinco años, pero los cunicultores dicen que los datos no son reales «aunque cierres te dejan un par de años en el registro por si reabres». Estiman que en la región apenas quedan 50 granjas de las 130 que llegó a haber. En Ossa de Montiel, donde la cunicultura llegó a tener gran importancia, apenas si queda alguna.
Albacete concentra el sector cunícola de la región. En 2014, sacrificó casi cinco millones de conejos, con un rendimiento de cinco millones de kilos. La cuarta producción nacional en importancia, solo por detrás de Galicia, Cataluña y Castilla y León
Los granjeros culpan de su situación a los precios que imponen los grandes mataderos que controlan el mercado por los acuerdos que tienen con las grandes cadenas de supermercados e hipermercados. «Si hay un grupo que a la semana mata 250.000 conejos y nosotros solo 30.000, pues son ellos los que ponen el precio en la lonja», se quejan los Motilla, que añaden otro factor más a su ruina: la depreciación de la piel.
La piel. China ha estado demandado piel de conejo en grandísimas cantidades, tanto que se llegó a pagar a casi 2 euros por pellejo, «casi valía más la piel que la carne y hubo grandes mataderos que empezaron casi a regalar la carne, lo que querían eran las pieles». Hoy la piel de conejo apenas se cotiza, se paga a 0,10 céntimos. Cuestión de modas.
El resultado es que los mataderos han dejado de percibir este jugoso ingreso, pero en lugar de aumentar el precio de la carne, lo que han hecho es descontárselo a los granjeros para así poder mantener el precio de venta del conejo al consumidor y cumplir con los acuerdos de precios bajos que tenían firmados con las grandes cadenas de distribución por varios años.
El conejo se vende a poco más de 5 euros el kilo en los supermercados, incluso más barato. «Al matadero no le salen las cuentas y aprieta al de abajo, en lugar de subir los precios, paga menos al granjero», se quejan.
Los mataderos alegan que hay un exceso de producción de carne de conejo y que cuando estos excedentes salen al mercado terminan de hundir más aún si cabe al sector. El conejo llegado su fecha, unos 52 días desde su nacimiento, tiene que ser sacrificado. No se puede aguantar más tiempo en la granja comiendo pienso y haciéndose más grande de lo que el consumidor luego demanda. Sobre todo en Levante y Murcia donde se prefiere un conejo más pequeño que en Madrid o las regiones del Norte de España.
«El Ministerio dice que sobra el 20% de la producción», indica Miguel. ¿Por qué? Se come menos conejo. Hace unos años el consumo era de tres kilos por habitante, ahora apenas llega a 1,4 kilos por persona. De ahí el empeño de los cunicultores en vender las bondades de esta carne, baja en grasa, rica en proteínas y vitaminas.
El resultado es que los mataderos han dejado de percibir este jugoso ingreso, pero en lugar de aumentar el precio de la carne, lo que han hecho es descontárselo a los granjeros para así poder mantener el precio de venta del conejo al consumidor y cumplir con los acuerdos de precios bajos que tenían firmados con las grandes cadenas de distribución por varios años.
El conejo se vende a poco más de 5 euros el kilo en los supermercados, incluso más barato. «Al matadero no le salen las cuentas y aprieta al de abajo, en lugar de subir los precios, paga menos al granjero», se quejan.
Los mataderos alegan que hay un exceso de producción de carne de conejo y que cuando estos excedentes salen al mercado terminan de hundir más aún si cabe al sector. El conejo llegado su fecha, unos 52 días desde su nacimiento, tiene que ser sacrificado. No se puede aguantar más tiempo en la granja comiendo pienso y haciéndose más grande de lo que el consumidor luego demanda. Sobre todo en Levante y Murcia donde se prefiere un conejo más pequeño que en Madrid o las regiones del Norte de España.
«El Ministerio dice que sobra el 20% de la producción», indica Miguel. ¿Por qué? Se come menos conejo. Hace unos años el consumo era de tres kilos por habitante, ahora apenas llega a 1,4 kilos por persona. De ahí el empeño de los cunicultores en vender las bondades de esta carne, baja en grasa, rica en proteínas y vitaminas.
El pavo, competidor. «El mercado nos lo ha comido la carne de pavo que se sitúa como una carne dietética», opina Miguel, que también habla de la necesidad de presentar el conejo en distintos formatos para estimular su consumo. El conejo se suele vender en fresco, entero o medio, frente a otras carnes que se presentan en hamburguesas, salchichas y mil y un formatos.
Luego hay factores emotivos. La entrada del conejo como mascota en los hogares juega en su contra, «que sea un animal tan bonito no nos beneficia», opinan.
Mientras sobreviven, los cunicultores miran a la administración. Dicen que en Aragón sí que han habilitado ayudas. En Castilla-La Mancha «hacemos lo que podemos», asegura el director provincial de Agricultura, Manuel Miranda, «estamos haciendo gestiones con las entidades bancarias para que puedan refinanciar los créditos y hemos trasladado al Ministerio la situación para que haya exenciones fiscales».
«Nada es eterno, esta crisis tampoco lo será, pero si te ayudan a cruzar el río quizás no te ahogues», clama el gerente de Cunicultura, pidiendo un pellizco de las ayudas agrarias para este modesto sector.
Luego hay factores emotivos. La entrada del conejo como mascota en los hogares juega en su contra, «que sea un animal tan bonito no nos beneficia», opinan.
Mientras sobreviven, los cunicultores miran a la administración. Dicen que en Aragón sí que han habilitado ayudas. En Castilla-La Mancha «hacemos lo que podemos», asegura el director provincial de Agricultura, Manuel Miranda, «estamos haciendo gestiones con las entidades bancarias para que puedan refinanciar los créditos y hemos trasladado al Ministerio la situación para que haya exenciones fiscales».
«Nada es eterno, esta crisis tampoco lo será, pero si te ayudan a cruzar el río quizás no te ahogues», clama el gerente de Cunicultura, pidiendo un pellizco de las ayudas agrarias para este modesto sector.
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