Gírgolas, hongos comestibles que ganan adeptos

 Desconocidas en la mesa del consumidor argentino, y sin tenerse en cuenta en la producción de alimentos, se encuentran las gírgolas (Pleurotus ostreatus) entre otros hongos comestibles. No obstante su rusticidad y simplicidad al momento de producirlas, tienen ventajas respecto a bienes sustitutos, por ejemplo los champiñones, y se presentan como una alternativa más que […]

 Desconocidas en la mesa del consumidor argentino, y sin tenerse en cuenta en la producción de alimentos, se encuentran las gírgolas (Pleurotus ostreatus) entre otros hongos comestibles. No obstante su rusticidad y simplicidad al momento de producirlas, tienen ventajas respecto a bienes sustitutos, por ejemplo los champiñones, y se presentan como una alternativa más que interesante para emprendedores, microproductores y pequeños establecimientos. De fácil producción y muy buen sabor, constituyen una exquisitez, y si bien en forma natural cultivándolos en troncos dan sus frutos en primavera y otoño, existen otros métodos, como producción en sustratos artificiales, que permiten compensar la estacionalidad natural.
En la Argentina, los focos de producción están en Neuquén, donde hay interesante cantidad de productores inscriptos; también en Córdoba el número viene en crecimiento. Asimismo, en 2011 en Río Negro se otorgaron créditos a un grupo cooperativista para ampliar su capacidad productiva. Buenos Aires presenta una tendencia alcista, como en el caso de Junín, donde productores ya están en el parque industrial de dicha ciudad e interesados en seguir invirtiendo para aumentar sus capacidades productivas.

Dado que requiere principalmente de mano de obra capacitada para su manejo por sobre la utilización de agentes químicos, es que presenta “facilidades” para analizar la certificación orgánica.
Esto brinda oportunidades mayores de mercado, lo que amplía los nichos de demanda que pudieran estar interesados en productos de alta calidad.
Si bien el producto obtenido tiene cuestiones negativas de veloz perecibilidad, quienes invierten en hornos de secado, con un costo aproximado de 8.000 pesos argentinos, pueden analizar la alternativa de deshidratarlos y prolongar la vida útil obtenida, e incluso analizar la posibilidad de exportación en el mediano o en el largo plazo. Actualmente la Comunidad Europea liderada por Alemania, Estados Unidos y países Nórdicos presentan demandas de productos orgánicos certificados, y no es descabellada la posibilidad de desarrollo de dichos mercados a través de cierta concientización en los aspectos marketineros de los productos.
El modelo productivo elegido impacta directamente en la composición de los costos. Desde el modelo más “casero” natural y estacional, que presenta los costos más bajos, hasta llegar a ambientes completamente controlados con costos superiores pero producción más estable a lo largo del año.

Los factores que se deben analizar continuamente son:

• Temperatura: el calor es enemigo de la producción. Afecta en todas las etapas; superando los 25 grados prácticamente induce la muerte del producto. El rango durante el ciclo va de 10°C como mínimo a 23°C como máximo.

• Humedad: el rango durante el ciclo productivo va del 85% al 100%, dependiendo la etapa.

• Luz: requiere de aproximadamente 12 horas de luz al día, y puede complementarse con luz artificial sin inconvenientes.

• Ventilación: requiere de intercambio constante. El aire debe ser nuevo, para que no se sature de CO2 y tenga impactos negativos en los niveles de producción.

Actualmente, dependiendo la región y de la habilidad comercial, el kilo de producto se vende en torno a los $ 120; y de acuerdo con el conocimiento técnico, la capacitación y la capacidad de control de los factores mencionados, se pueden obtener entre 12 y 25 kilos de hongos por cada 100 kilos de sustrato, lo que lo transforma en un cultivo altamente rentable si se logra generar una demanda acorde.