David Martishev nació en Oregon, participa de la gira de capacitación agrícola y dialogó con El Observador en la Farm Progress Show
David Martishev nació en Oregon, Estados Unidos, posee la ciudadanía rusa de sus antepasados y es productor agrícola en Bolivia y Uruguay. Una postal perfecta de la globalización, agrícola y humana.
Está casado con una uruguaya (Katirina Chuprov) y cultiva en chacras de Salto. Llegó a la Farm Progress Show integrando una delegación de 16 productores bolivianos que realiza la Gira de Capacitación Agrícola junto a 27 uruguayos y 142 argentinos que llegaron a Estados Unidos integrando un grupo de John Deere procedente desde esos países, conformada por 185 personas, los uruguayos gracias a una actividad coordinada por Interagrovial SA con la agencia argentina Grupo Pancho, de Francisco Bieber y, obviamente, John Deere.
“Este año (2013/2014) en soja logramos un rendimiento inferior a lo habitual tanto en Bolivia como en Uruguay, en ambos casos por temas climáticos; en Uruguay se sembró muy tarde”, explicó. Concretamente, mencionó un rendimiento de 1.700 kg/ha en Santa Cruz de la Sierra cuando el promedio en los últimos años osciló de 2.500 a 3.000 kilos. En Salto (a la altura del km 42 de la ruta 31) en la última campaña logró 2.300 kg/ha cuando “en años normales” alcanzó los 3.400 kilos.
En Uruguay en el último verano ocupó 700 has con soja. En Bolivia, 3.200 has de su empresa y además manejó otras 4.500 has de la empresa argentina Acres del Sud, a la que le presta el 100% de los servicios necesarios para la producción, explicó.
“En Bolivia también producimos maíz y trigo, y en Uruguay además de soja hacemos trigo y praderas para el consumo de los animales”, indicó. En ambos casos, se han diseñado sistemas agrícolas que consideran rotaciones cuidadosas con el recurso suelo, por convicción afirmó, porque si bien en Uruguay ahora hay exigencias oficiales (planes de uso y manejo del suelo) esa actitud venía desde antes y en Bolivia la exigencia todavía no existe.
Para seguir estableciendo comparaciones, en materia de precios, tras la consulta dijo que buena parte de la última soja logró venderla cuando el precio estaba mejor, a US$ 450 facturó la tonelada en Uruguay y a US$ 515 en Bolivia. Ahora el precio es notoriamente inferior, en torno a los US$ 370, por lo tanto para el caso de la próxima soja ha optado por esperar a vender. Sí optó por el recurso de primas, con precios muy distintos: US$ 14 en Uruguay y US$ 95 en Bolivia, según acuerdos establecidos al inicio de agosto.
Finalmente, tras la visita a la Farm Progress Show, en Boone, dijo a El Observador que la tecnología que se pudo ver, la que es adaptable a los sistemas agrícolas de Bolivia y Uruguay, “ya está disponible” allá, en Sudamérica, lo que establece una realidad positiva para la región que no era característica hace algunos años. En su caso, por ejemplo, ya posee una plantadora John Deere S680 que adquirió al mismo tiempo que podían hacerlo sus colegas en el cinturón maicero estadounidense.
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