lunes, 23 de diciembre de 2013

Sin capacidad de fuego


Sin duda, que la rimbombante conferencia de prensa con la que el novel equipo gubernamental (Jorge Capitanich, Axel Kicillof y    Acosta) pretendió presentar como una novedad, al alicaído (y fracasado) esquema de los controles de precios, no hace más que confirmar la debilidad que tiene hoy el Poder Ejecutivo para controlar la inflación. De [...]
Sin duda, que la rimbombante conferencia de prensa con la que el novel equipo gubernamental (Jorge Capitanich, Axel Kicillof y    Acosta) pretendió presentar como una novedad, al alicaído (y fracasado) esquema de los controles de precios, no hace más que confirmar la debilidad que tiene hoy el Poder Ejecutivo para controlar la inflación. De hecho, plantear como novedoso a un esquema que viene fracasando desde que Roberto Lavagna lo reinició hace años atrás  (y mucho antes también), no solo habla de la incapacidad de gestión, sino también de la nula creatividad que ostenta el equipo.
 
¿Porque, además, suponen que ahora puede tener buen resultado algo que hasta ahora falló reiteradamente y que el Gobierno no pudo controlar ni en forma  minima?? Acaso creen que solo con “insistencia” se pueden garantizar un resultado positivo??. 
 
De ahí que la presentación conjunta de los funcionarios, pareció más una puesta en escena en búsqueda de algún impacto, que un verdadero plan tendiente a acotar excesos. Pensar que con 180 productos (que se pretenden llevar a 200), aún si hubiera capacidad de control total, se puede contener efectivamente la inflación, sencillamente parece ingenuo. Entonces,  todos los que lo intentaron antes, incluída la propia Administración Kirchner, que hizo agua aún cuando en alguna de las etapas “solo” intentó controlar a sectores muy concentrados como los hipermercados ¿fueron tontos, torpes….?, ¿Por qué nadie lo logró hasta ahora??.
 
También surgieron datos llamativos, como la ausencia y la falta de participación en el armado de este planteo, del Ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, a pesar de que el 80% de los productos que se anunció que serán controlados, son agroindustriales. Tal vez su presencia, si bien no le hubiera sumado demasiado en lo político, les habría ahorrado algo de tiempo en la comprensión del problema de la cadena alimentaria, donde están los cuellos de botella, quienes son formadores de precios y quienes no, etc. 
 
También fue sugestiva la magnitud de la movida general, especialmente si se considera que la función de hacer el seguimiento del comportamiento de los precios a   nivel de cada uno de los eslabones; analizar las fluctuaciones estacionales; los excesos de posición dominante o de compras oligopólicas, etc., es una función “ya contemplada” entre las áreas gubernamentales. De hecho, es uno de los ejes centrales en las áreas de defensa del consumidor y en la de la competencia.
 
¿Qué habrán hecho estas áreas en todos estos años?, ¿Dónde están los informes sobre las debilidades del sistema?, ¿con que capacidad de control se va a mover el Poder Ejecutivo para, supuestamente, impedir los excesos?
¿Con que clase de ejército de inspectores intentará, esta vez, triunfar sobre la inflación?.
 
De más está decir que no lo lograrán reintentando este sistema. Y no es una premonición derrotista. Es solo un dato obvio de la experiencia: una de las pocas formas de lograr que los precios no registren fluctuaciones alcistas, es el aumento de la oferta. Pero en la Argentina de hoy, ocurre más vale lo contrario: la producción se achica, en general,  por falta de incentivos, inseguridad jurídica e inestabilidad en las reglas de juego, tal lo que ocurrió con la carne vacuna en su momento y hace algunas semanas atrás con eltrigo.
 
También hay situaciones climáticas como granizos, heladas, sequía, golpes de calor, etc. que suelen afectar mucho a frutas y hortalizas, cuya oferta desaparece de golpe, y que tampoco se pueden “controlar” como pretenden los noveles funcionarios. Allí solo se puede informar a los consumidores para que no agraven la situación, que muchas veces es coyuntural, y redirijan la demanda hacia otros productos alternativos con más oferta hasta que la situación se regularice.
 
Por supuesto que también hay casos de oligopolios, excesos de posición dominante, etc., casi todos los cuales son bien conocidos y, en todo caso, normalmente se solucionan simplemente con una mayor libertad de mercado y favoreciendo la competencia que es el mejor “motor” para evitar los excesos de márgenes.
 
Y, como “difícilmente se pueda lograr algo distinto haciendo lo mismo”, más vale sería beneficioso para todos si semejante cantidad de recursos y esfuerzos se concentrara en “producir más”, en lugar de controlar lo incontrolable, como es el precio de un producto escaso…

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