En la Unión Europea, los productos transgénicos solo se pueden vender con una autorización previa. La Comisión Europea permitió a la empresa alemana BASF comercializar la patata Amflora, modificada genéticamente, en marzo de 2010. El Tribunal de Justicia de la UE ha dictaminado este viernes que, en ese caso, Bruselas vulneró las normas de los procesos de autorización y prohíbe la venta del tubérculo en todo el territorio comunitario.
El tribunal de Luxemburgo considera que si se hubieran seguido las normas al pie de la letra, el resultado del procedimiento “habría podido ser sustancialmente distinto”. Cuando la Comisión recibe una solicitud para autorizar la venta de un producto transgénico, pide un informe a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) que después deben validar dos comités que representan a los Estados miembros.
Bruselas respetó todos los pasos a seguir, pero durante los trámites, en 2005, recibió información sobre incoherencias entre los dictámenes científicos de la EFSA. Fue entonces cuando no respetó el proceso por completo: solicitó un nuevo informe a la agencia, que dio el visto bueno al transgénico, pero no lo sometió al visto bueno de los dos comités, que también debían pronunciarse. El nuevo documento, que se presentó en 2009, certificaba que la patata Amflora no presentaba riesgos ni para la salud humana ni para el medio ambiente, y la Comisión autorizó su comercialización en marzo de 2010.
Los jueces estiman que las votaciones de los comités estuvieron “muy divididas” en 2005 y que el último informe de la EFSA expresaba “más incertidumbres” que el primero. No se puede excluir, según el tribunal, la posibilidad de que los dos comités hubieran decidido esta vez no otorgar a la empresa química alemana la autorización para cultivar y poner en el mercado la patata modificada si hubieran podido valorar el segundo informe. Hungría sí consideró que el tubérculo podía ser perjudicial para la salud, e interpuso un recurso contra la Comisión que apoyaron Francia, Luxemburgo, Austria y Polonia. El tribunal les da ahora la razón y suspende la comercialización de Amflora.
Bruselas reitera su intención de seguir trabajando con los países miembros de la UE en la regulación sobre los transgénicos, que tanto recelo suscita entre los ciudadanos europeos, pero recuerda que corresponde al Consejo –que representa a los Estados– tomar una decisión sobre este tipo de productos.
Los alimentos transgénicos no acaban de convencer a los consumidores europeos. Esta reticencia, sumada a la oposición de agricultores, representantes políticos y ONG como Greenpeace, llevó en enero de 2012 a que la empresa BASF suspendiera sus planes de desarrollo y comercialización de tres tipos distintos de patata transgénica, incluida la que el Tribunal de Luxemburgo acaba de prohibir.
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