El técnico Apícola Leandro Frígoli, agente de Proyecto Cambio Rural INTA de la Estación Experimental EEA Cuenca del Salado (Buenos Aires), afirmó que para lograr una buena cosecha de miel “resulta fundamental entender al apiario como unidad de manejo”. Para ese fin, se debe prestar atención a la curva de floración de la zona, las [...]
El técnico Apícola Leandro Frígoli, agente de Proyecto Cambio Rural INTA de la Estación Experimental EEA Cuenca del Salado (Buenos Aires), afirmó que para lograr una buena cosecha de miel “resulta fundamental entender al apiario como unidad de manejo”.
Para ese fin, se debe prestar atención a la curva de floración de la zona, las inspecciones sanitarias, el uso adecuado de acaricidas habilitados por SENASA, la alimentación energética estratégica y un recambio de reinas con su oportunidad de multiplicación del apiario.
Durante la cosecha “se deberán procesar los cuadros que contengan como mínimo el 70% de la miel operculada, que es el proceso donde las abejas viejas, con más experiencia, inspeccionan y prueban diariamente el néctar.
“Para el desabejado de los cuadros a cosechar se podrá utilizar el ahumador -en forma moderada-, el soplador, golpeo o cepillado mientras que queda prohibido el uso de ácido fénico o cualquier otro producto químico para tal fin”, indicó el especialista.
Según las pautas que establece el manual de prácticas apícolas “se debe cosechar el apiario completo, exceptuando los cuadros que contengan cría, con el fin de poder garantizar la trazabilidad del producto final desde su origen”.
La información recogida “se debe llevar con cada traslado a la sala en la Planilla de Campo correspondiente, documento en el que se deja asentado el número de sala, la cantidad de alzas entregadas, así como también el número de lote asignado y los kilogramos totales obtenidos una vez finalizada la extracción”.
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