A nivel mundial, las papas cuentan con alrededor de 4.500 variedades, de las cuales 3 mil se encuentran sólo en Perú. Así, y numéricamente hablando, la diversidad genética de la papa puede impresionar, pero no es la más variada. Individualmente, los tomates y las manzanas reclaman un estimado de 7,500 variedades cada uno.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de recursos y una tendencia hacia la estrategia, los cultivos básicos han puesto en peligro la diversidad, dejando a muchos de estos recursos genéticos extintos.
Para el grupo de expertos con sede en EE.UU., Food Tank, la diversidad de cultivos y la conservación juega una parte importante en el objetivo central de la organización, el promover la seguridad alimentaria y un mundo sustentable.
La co-fundadora del grupo, Danielle Nierenberg, habló con este medio sobre la importancia de las especies de cultivos indígenas para promover las normas sociales, económicas y ambientales.
“Los cultivos indígenas y sus vegetales son un área de enfoque grande para nosotros. Esto ha sido, en gran medida, mediante nuestra colaboración con la Christensen Fund en EE.UU., que está muy interesada en el papel que los cultivos autóctonos y tradicionales pueden jugar en la seguridad alimentaria, la generación de ingresos y la preservación de la cultura y la biodiversidad”, dijo Nierenberg.
Y es que la preferencia económica por cultivos de productos básicos como el maíz, el trigo y el arroz ha desalentado la inversión en cultivos tradicionales, explicó Nierenberg.
Aunque los cultivos locales pueden promover la seguridad alimentaria regional, muchas de estas variedades han desaparecido. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que alrededor del 75% de los recursos fitogenéticos del planeta se han extinguido, mientras otro tercio se podría perder en 2050.
“Las comunidades de financiamiento realmente se han centrado en cultivos básicos de almidón. Hemos estado bien al invertir en alimentos que entregan a la gente una gran cantidad de calorías, pero no hemos sido buenos inviertiendo en alimentos que tienen micronutrientes esenciales o cosas que realmente hacen que los cultivos básicos de almidón tengan buen sabor”, dijo.
“Creo que eso va a cambiar, sobre todo a medida que los impactos del cambio climático se hagan más evidentes y algunas de estas variedades de cultivos más convencionales no sean capaces de resistir la fluctuación de la temperatura y la precipitación”, agregó.
Ya se trate de una hoja verde como el amaranto o el ensete “falsa banana“, Nierenberg explicó que la promoción de la comida local puede fomentar la autonomía nutricional y aliviar la presión de las plagas y enfermedades de los cultivos.
“Si nos fijamos en las cosas que funcionan, ya sea de cultivos intercalados o sistemas perennes o permacultura, creo que los sistemas alimentarios del futuro buscarán lo que se adapte a su clima y a las tradiciones culturales para desarrollar nuestro sistema de alimentos en formas que protejan la biodiversidad y proteger la identidad cultural que estos cultivos pueden proporcionar a las comunidades”, dijo.
Nierenberg utilizó el ejemplo del ensete, una fruta indígena de Etiopía que ha sido en gran parte ignorada por los inversores externos.
“El cultivo de ensete tiene un potencial increíble. Pero cuando las agencias de desarrollo, financistas y los donantes van a Etiopía, tratan de presionar a los agricultores para sembrar cultivos de productos básicos”.
“Si realmente nos fijamos en la agricultura, podemos verlo no sólo en términos de su producción económica, sino para todas las otras cosas que hace como contribución a la biodiversidad, ayudando a la salud de los suelos, la conservación del agua”.
“Necesitamos un sistema que vea estas cosas y les de valor. Hasta que eso suceda, temo por el futuro de la agricultura, particularmente en el mundo en desarrollo. Los agricultores son presionados a cultivar cosas que podrían tener un retorno económico importante en el corto plazo, pero a menudo en el largo plazo no lo hacen”.
Más allá de la preservación de los alimentos tradicionales, Nierenberg explicó que muchos pequeños agricultores sufren la falta de apoyo institucional para hacer, verdaderamente, frente a sus necesidades.
“Creo que lo más importante, si estás centrándote en el África subsahariana, es que los gobiernos de la región no están invirtiendo en la agricultura, a pesar de que a menudo constituye una gran parte de su PIB. Realmente necesitamos tener gobiernos que inviertan en pequeñas y medianas explotaciones agrícolas, para que los agricultores puedan obtener los recursos que necesitan”, dijo.
“Esas cosas tienen que estar en su lugar para que el sistema de alimentos sea verdaderamente sostenible”.
Fuente: PORTAL FRUTÍCOLA.-
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