sábado, 30 de marzo de 2013


Chile en la carrera global por la compra de tierras

El alza de los commoditiesy la escasez de superficie agrícola explican que gobiernos y empresas busquen superficie agrícola fuera de sus fronteras. En el país, la neozelandesa Manuka tiene 22 mil hectáreas para producción lechera en el sur y la poderosa familia saudí Sharbatly apunta a tener 1.200 ha de frutales.
La población de pumas creció y ahora los ganaderos vecinos enfrentan más ataques a sus animales”.
José Antonio Alcázar, gerente general de la Sociedad Agrícola de Osorno, afirma que la venta de la Hacienda Chacabuco, en Aysén, hace siete años afectó al resto de los productores agrícolas de la zona.
No hablamos de una compra menor. La Hacienda Chacabuco tiene más de 70 mil hectáreas, buena parte de ellas tradicionalmente destinada a la producción de ovinos.
El nuevo propietario resultó ser la Fundación Conservación Patagónica, ligada a los empresarios norteamericanos Douglas y Kris Tompkins, que buscaban transformarla en un parque conservacionista. Ante la posibilidad de que tamaña cantidad de tierra quedara en manos de extranjeros y el riesgo de que abandonara el circuito productivo, Ricardo Ariztía, el actual director del Indap, lideró un infructuoso intento de un grupo de empresarios chilenos para ganar la puja por Chacabuco.
Sin embargo, los Tompkins demostraron tener un bolsillo más profundo que los ejecutivos locales.
Alcázar cree que, al final, los grandes perdedores de la transacción fueron los ganaderos vecinos, pues antes los trabajadores de Chacabuco mantenían a raya la población de pumas.
“En Chile parece que nos dedicamos a vender parcelas. Cualquiera puede llegar y comprar terreno agrícola y hacer lo que quiera con él”, explica el líder gremial osornino.
Alcázar sabe de lo que habla.
En los últimos años la zona en que trabaja ha atraído una ola de inversionistas foráneos en el sector lechero. La lechera de origen neozelandés Manuka ya cuenta con cerca de 22 mil hectáreas, luego de la compra de la Hacienda Rupanco.
Eso sí, las cifras en Chile palidecen frente a las megatransacciones de tierras en el último lustro. El gobierno de Mozambique ofreció una concesión agrícola de 6 millones de hectáreas a Brasil hace dos años. Como éste los casos de acuerdos por cientos de miles de hectáreas se están volviendo cada vez más comunes.
De hecho, se habla de una carrera global por tierra agrícola.
En este movimiento los grandes jugadores son China, Corea del Sur y Arabia Saudita. Países en que los gobiernos en alianza con holdings empresariales echan mano a sus importantes recursos económicos para megacompras de superficie agrícola.
Y todo indica que el fenómeno sólo está comenzando.
Colchagua con estilo chino
“Frank” Ning Gaoning es un hombre importante en Colchagua. Eso sí, pocos de los habitantes del valle lo conocen. A fines de 2010, el ejecutivo chino dio la aprobación para un acuerdo inédito entre China y Chile, la empresa de la que es presidente compró en US$ 18 millones los campos y la bodega de la viña Bisquertt, aunque no su marca.
Los orientales se hicieron con 400 hectáreas de parras e instalaciones para manejar 14 millones de litros de vino al año. Cofco, como se llama la empresa, es dueña de Great Wall, la marca más reconocida de vino en China.
La jugada solo fue marginal para la empresa oriental. Desde 1994 es parte del ranking de las 500 empresas globales de la revista Forbes. La compañía es una de las principales importadoras de alimentos de China, a su vez el país que compra más alimentos.
Un elemento particular es que Cofco está alojada en el riñón del poder político de ese país y depende directamente del Consejo de Estado. La potencia oriental tiene una clara política de seguridad alimentaria, producto de una historia de hambrunas en el siglo XX.
Aunque hasta ahora el personal de Cofco en Colchagua se ha preocupado de mantener un bajísimo perfil, eludiendo el contacto con la prensa, trascendió que su operación se basa principalmente en la exportación de vino a granel para el mercado chino.
También quitada de bulla es la familia saudí Sharbatly. Como una de las grandes comercializadoras de fruta fresca del mundo árabe, llevan más de tres décadas importando desde Chile.
Sin embargo, hace poco decidieron dar un paso más allá: crearon la empresa Agrisouth Estates para asegurar el acceso a fruta nacional.
Hoy poseen 900 hectáreas de frutales en la Región del Maule, el 95% de la superficie son manzanas. Apuestan a seguir creciendo en Chile. De hecho, están en proceso de agregar otras 300 hectáreas de la pomácea.
“La familia Sharbatly importa fruta de todo el mundo. Chile es un gran proveedor de manzanas y eso los motivó a producir acá parte de sus necesidades de abastecimiento”, explica José Martínez, director ejecutivo de Agrisouth Estates.
Demanda de alimentos al alza
Para Carlos Furche, ex director de la Direcon y consultor en política agrícola y comercial, compras de tierras agrícolas como las que realizó Cofco tenderán a incrementarse en los próximos años.
“Hay que tener en cuenta que hasta hace una década el crecimiento de la producción agrícola global se debía a la ampliación de la superficie. Posteriormente, todo el aumento de la producción de alimentos se ha producido por mejoras en la tecnología de campo. Como planeta llegamos a un momento en que la superficie agrícola se estabilizó”, afirma Furche.
El consultor agrega que en forma paralela, la demanda por alimentos se ha incrementado notablemente en los últimos años por el mayor bienestar de la población asiática.
“La compra de grandes superficie agrícolas es un fenómeno que llegó para quedarse. Como país hay que estar atentos hacia dónde va a evolucionar en los próximos años”, remata Furche.
La mirada de la administración de Sebastián Piñera, en todo caso, es de total apertura a la llegada de inversionistas extranjeros.
“La posición de todos los gobiernos chilenos ha sido la de dejar libertad de adquisición de tierras por extranjeros, con excepción de los bordes fronterizos”, explica Luis Mayol, ministro de Agricultura.
Chile es caro
En el gobierno prefieren ponerle paños fríos a la posibilidad de que llegue al país una ola de compras de tierras por parte de inversionistas extranjeros.
“La tendencia se dará en Chile, pero en menor intensidad que en otros países del continente. El precio de la tierra es caro comparado con los vecinos y ello hace difícil adquirirlas sin usarlas eficientemente. Tampoco producimos granos o lácteos en abundancia y no seremos grandes abastecedores del mundo en estos productos. Sin embargo, existen inversionistas extranjeros que han comprado tierras y están produciendo bien en lácteos, como los neozelandeses, los europeos en vinos y otros en la agroindustria”, argumenta el ministro Mayol.
Carlos Furche concuerda con Mayol y agrega que lo más probable es que la compra de grandes extensiones de tierra por parte de extranjeros se dé en Bolivia y Paraguay, en que el valor de la tierra es menor y hay posibilidades de producir soya.
A modo de ejemplo, una hectárea con potencial frutícola en la zona central de Chile parte en los 15 millones de pesos, a lo que hay que agregar una inversión similar en plantas, sistemas de riego e infraestructura, sin contar con los años de espera para comenzar recién a producir. En cambio, una hectárea para soya en Paraguay o Bolivia cuesta cerca de un millón de pesos y se puede obtener producción en menos de un año.
Además, Furche hace hincapié en que la corriente de inversiones no es solo hacia Chile. Hay un creciente flujo de empresas chilenas de recursos naturales renovables que están invirtiendo en superficie agrícola en el exterior en rubros como el frutícola y el forestal (ver recuadro).
Eso sí, Furche advierte que es necesario analizar la evolución del fenómeno en Chile. Hace notar que si la presencia de empresas extranjeras de origen estatal en sectores rurales aumenta en los próximos años debe estudiarse su inserción.
“No se trata de discriminar, sino de llevar la discusión a un nivel más amplio, como es el manejo de los recursos naturales, como agua y tierra, cada vez más escasos y sometidos a presión en el mundo. Hay que regular que las inversiones sean compatibles tanto con el cuidado del medio ambiente como con la seguridad nacional, teniendo en cuenta de que varias de ellas son de orígen estatal”, remata Furche.
José Antonio Alcázar propone un tipo de “plan regulador” para las zonas rurales, en que se señalen pautas para los inversionistas extranjeros que compren tierras. El dirigente promueve una mirada estratégica, que oriente su inserción dentro de la política de desarrollo que haya optado la zona de Chile a la que llegan.
Por lo que se ve, la discusión sólo está partiendo.
 Chilenos afuera
Las empresas chilenas no se han quedado atrás a la hora de salir a buscar tierras agrícolas, especialmente en los países vecinos.
Concha y Toro desembolsó US$ 234 millones por la viña Fetzer en California,Estados Unidos. El paquete incluyó 429 hectáreas de viñedos. Ello se suma a las inversiones realizadas en Mendoza, Argentina, a través de Trivento, el brazo local del holdingde las familias Guilisasti y Larraín.
También viñas chilenas como Montes y Santa Rita, a través de Kaikén y Doña Paula, respectivamente, tienen una presencia importante en Mendoza.
En el caso de la fruticultura, empresarios como Romano Verchelino y firmas como Río Blanco se han instalado a producir uva en Ica y Piura, en Perú.
Eso sí, a la hora de hablar de megainversiones, el sector forestal saca amplias ventajas.
La Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, CMPCposee 165 mil hectáreas de bosques plantados en Brasil.
“Nuestro desarrollo internacional hace necesario diversificar la base forestal de las plantaciones y Brasil ofrece condiciones excepcionales en clima y suelo para el desarrollo de bosques de rápido crecimiento. Este país, además, reúne condiciones de estabilidad política y económica similares a Chile y a los restantes países de la OCDE”, explica Gonzalo García, secretario general de Empresas CMPC.
García explica que sus plantaciones se manejan bajo el estándar Forest Stewardship Council (FSC), que regula el uso de los bosques, relación con la comunidad e impacto industrial.
Frente a la posibilidad de seguir creciendo en el exterior,el ejecutivo afirma que “la compañía está siempre en constante búsqueda de nuevos negocios. No nos cerramos a estudiar nuevas posibilidades de desarrollo, es por eso que no se puede descartar nuestro crecimiento internacional. Por ahora estamos muy centrados en llevar adelante el negocio de celulosa en Brasil con la construcción de la nueva unidad de Guaíba”.
Frente a la salida de inversionistas al exterior, el ministro de Agricultura, Luis Mayol, tiene una mirada positiva.
“Nos parece muy bien internacionalizar nuestra agricultura a través de chilenos que compran tierras en terceros países. Tenemos una positiva experiencia en producción y exportación de alimentos y llevarla a otros países puede ser un muy buen complemento con lo que hacemos internamente”, afirma el secretario de Estado.

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