Fuerte caída de las ventas de frutas a Europa
El retraso cambiario que soporta la economía nacional está haciendo estragos en la fruticultura del Valle de Río Negro y Neuquén.
Europa ha sido para toda esta zona productiva el mercado más importante desde que dio inicio su actividad. Lamentablemente, en estos últimos años, las ventas hacia ese destino sufrieron una progresiva caída que termina por repercutir en todo el sistema. Tanto las estadísticas oficiales como las privadas respaldan estos argumentos.
En el 2003, del total de la pera regional que se comercializó en fresco –computando dentro de este concepto las ventas al mercado interno y la exportación–, el 41 por ciento tuvo como destino final las góndolas europeas. Durante el año pasado, las proyecciones muestran que ese indicador se ubica en el 17 por ciento. Es decir que su participación se desplomó 24 puntos porcentuales.
La situación para la manzana muestra similar tendencia. Durante el primer año de la administración Néstor Kirchner, el 26 por ciento de toda la manzana en fresco que salía de la región del Valle tuvo como destino final las góndolas del Viejo Continente. Para el cierre del 2012 se proyecta que este valor se ubique en torno al 9 por ciento (ver detalles en infogramas en página 7).
Pero no sólo Europa está mostrando números negativos de ventas para el Valle. Datos suministrados por la Terminal Portuaria Patagonia Norte (TPPN), remarcan que las exportaciones frutícolas regionales hacia los mercados de ultramar (que incluyen los embarques a Europa) comenzaron a resentirse a partir de la temporada 2005.
Las manzanas fueron las que más sintieron el golpe. Con los datos consolidados del 2012, sus ventas se desplomaron el 63 por ciento en las últimas siete temporadas. En las peras, la caída registrada fue también importante: 34 por ciento (ver gráfico adjunto).
No caben dudas de que el retraso cambiario es la principal causa de esta debacle que está sufriendo la fruta orientada al comercio de ultramar.
Dentro de los innumerables destinos que muestra ultramar, claramente la fruta que se embarca al bloque europeo es la que más está sufriendo el retraso cambiario que impone el modelo económico nacional.
Analicemos puntualmente el caso de las manzanas. Con la salida de la convertibilidad, las economías regionales fueron fuertemente revitalizadas. En ese entonces, la estructura exportadora de todo el Valle de Río Negro y Neuquén funcionó a pleno teniendo en cuenta las ventajas competitivas que generaba una paridad cambiaria que apuntalaba fuertemente al comercio externo. Como anécdota cabe señalar que del éxito económico del período 2003-2006 tomó la mayor parte de los discursos la administración Kirchner al comentar el “milagro económico” de esos años.
En el 2003 la región del Valle exportaba a Europa algo más de 110.000 toneladas de manzanas. Pero el aumento de los costos internos sumado a una paridad cambiaria casi congelada durante algo más de siete años erosionaron sensiblemente la rentabilidad de todo el sistema frutícola exportador. Los efectos se hicieron sentir con crudeza en la región: durante la temporada pasada, se embarcaron desde la región rumbo al mercado europeo algo más de 30.000 toneladas de manzanas. Es decir: las ventas externas al Viejo Continente se desplomaron más del 70 por ciento en los nueve años del modelo K. En peras este indicador se ubicó en el 50 por ciento.
¿Por qué cae la oferta hacia ultramar? Un solo concepto devela este interrogante: el retraso cambiario.
Esta variable determina que muchas de las pequeñas y medianas empresas que antes entregaban su fruta para que se exportara al Viejo Continente están volcando ahora parte de ese mismo volumen de peras y manzanas, en forma propia o través de terceros, hacia el mercado interno y Brasil, que son dos destinos que, por diversas causas, están convalidando desde el 2005 en la góndola la suba de precios internos que registra la fruticultura argentina.
A la menor oferta que sufre ultramar por el punto anterior, hay que señalar también que dentro de estos mercados la fruta argentina en Europa debe enfrentar un alto nivel de competitividad. Tradicionalmente el Viejo Continente pagó –y sigue pagando– muy buenos precios para toda aquella oferta de calidad. Cuando se analizan las estadísticas volvemos otra vez al dilema de la actividad: la manzana argentina hoy no puede competir con el resto de los países productores del hemisferio sur en las góndolas de Europa, consecuencia del retraso cambiario que afecta sensiblemente a toda la actividad. Con el resto de los mercados hacia donde se dirige la fruta del Valle pasa algo parecido.
En definitiva, todo este modelo privilegia hoy destinos como el mercado interno y Brasil en desmedro de Europa y el resto de ultramar.
¿Qué consecuencias trae este esquema para el Valle?
Habría que hacer tres reflexiones para dar respuesta a este interrogante.
• El desplome de las exportaciones a Europa determina un menor ingreso de dólares. Contrariamente a lo que pregona el gobierno y sus necesidades para poder sostener el modelo que lleva adelante, el retraso cambiario está generando un menor ingreso de divisas al país por exportaciones de peras y manzanas.
• La fruta que no se está colocando en el mercado europeo es vendida por la competencia. Y es sabido lo difícil que es recuperar un mercado para un país una vez que éste se perdió en manos de otros exportadores.
• Mantener el retraso cambiario profundizará los envíos hacia el mercado interno y Brasil generando, en el corto plazo, inconvenientes para comercializar el creciente volumen de fruta que llegará a estos dos destinos.
Conclusión
La actual estructura de costos que hoy muestra el sistema frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén es incompatible para aquella fruta que quiera ser colocada en los mercados de alto poder adquisitivo, como es el caso de Europa, que son los que en definitiva terminan pagando un diferencial de precios importante respecto del resto.
Los datos en este sentido son contundentes. La estadística oficial da cuenta de que del 2005 a la fecha los costos de producción en la actividad crecieron –en dólares– algo más del 160 por ciento contra el 68 por ciento que se devaluó el peso frente al dólar en el mismo período. Por otra parte, los gastos de cosecha subieron un 250 por ciento en ese mismo lapso; es decir: más que triplicaron el incremento que tuvo la paridad cambiaria entre el 2005 y el 2012.
Sin dudas que este retraso cambiario genera importantes limitaciones para seguir produciendo en la región del Valle, puesto que sólo el crecimiento de los precios de venta en destino puede llegar a compensar las pérdidas que este esquema induce, algo que en ultramar es muy difícil que se pueda dar. Hace años que la Argentina viene arrastrando una inflación en dólares de dos dígitos, algo incompatible para la continuidad de cualquier economía regional.
Los problemas de calidad y falta de variedades (especialmente en manzanas) que muestra la oferta regional son un punto a recomponer si se quiere volver a tener alguna presencia futura importante en estos mercados.
Por último, si no se corrige el retraso cambiario para la actividad y se frena la aceleración que muestra la inflación, en poco tiempo más el Valle ingresará en una crisis terminal mucho más profunda que la de fines del 2001.
En definitiva, el gobierno nacional, que en cada uno de sus discursos pide a las empresas que exporten para poder así contar con los dólares necesarios para cancelar sus compromisos externos, se contradice al darle continuidad a un modelo económico que privilegia al consumo interno, la “bicicleta” financiera y asfixia las economías regionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.