¿Hay “vida” después de la soja?: así le va hoy al vino y al bife con sello argentino en las góndolas del mundo
Son dos de los más grandes emblemas a la hora de hablar de alimentos con “ADN” nacional. Durante años brillaron en los principales mercados internacionales. Hoy, en cambio, deben luchar por sostenerse, en un escenario marcado por la suba de costos y la caída de la rentabilidad.
El atraso cambiario, es decir, la tendencia por la cual los costos internos suben a un mayor ritmo que lacotización del dólar, está causando preocupantes efectos entre el empresariado argentino que, por un lado, debe resignarse a perder mercados en el exterior, a la vez que necesita cada vez de una mayor dosis de proteccionismo para subsistir frente a los embates de la competencia importada.
Las consecuencias de este fenómeno, por el cual los precios internos crecen a tasas anuales del orden del 25%, con un tipo de cambio que se mueve de a cuentagotas, son notoriamente visibles en el sector industrial. En especial entre automotrices y autopartistas, que constantemente hacen referencia a las crecientes dificultades para colocar su producción en el exterior sin resignar rentabilidad.
Sin ir más lejos, en distintas oportunidades los CEO de Fiat, Ford y General Motors hicieron referencia al flagelo de la pérdida de competitividad, la cual impacta de lleno en los negocios de las terminales a la hora de salir al mundo.
Sin embargo, las manufacturas industriales no son las únicas perjudicadas por este cóctel que debilita la caja de las empresas. Por el contrario, en el actual contexto en el que la variable “competitividad” mete cada vez más presión, también entró en zona de riesgo el papel de Argentina como “granero del mundo”.
Sucede que, más allá del “brillo” de la soja -por su alto precio internacional y el récord de 55 millones de toneladas de producción que se espera para la próxima campaña-, existen sectores que están padeciendo los embates de una economía donde la rentabilidad se erosiona progresivamente.
Así, ramas de actividad clave que nuclean a productores de carne, vinos, lácteos, aceite de oliva y frutas, estánteniendo cada vez mayores problemas para competir de igual a igual en el exterior. Esto lleva a que esténexperimentando fuertes caídas en los niveles de exportación y, en consecuencia, retrocediendo varios puestos en el ranking mundial de proveedores de alimentos.
“Los problemas de subas de costos no sólo afectan a la industria. Hay muchas ramas de actividad vinculadas con los alimentos a las cuales esta variable las perjudica notablemente“, aseguró a iProfesional.com Marcelo Elizondo, quien durante años, al frente de la Fundación ExportAr, ayudó a promocionar a miles de empresas argentinas del rubro alimenticio, muchas de las cuales, tal como afirmó, “hoy están exportando a pérdida con tal de no perder los mercados que ganaron“.
En este contexto, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) emitió un duro documento que refleja que casi 6 de cada 10 explotaciones agropecuarias del país enfrentan problemas por la pérdida de rentabilidad.
El informe, firmado por más de 200 entidades y cámaras que representan al sector, alerta que, en concreto, existen unos 156.000 emprendimientos que dan trabajo a cerca de 900.000 personas que tienen serias dificultades por la menor competitividad.
Las principales causas, según el documento, son los crecientes aumentos de costos (combustible, logística, salarios, etc.) y el tipo de cambio vigente para los exportadores, dado que al liquidarse al valor oficial, lo que reciben por sus ventas al mundo no mejora la ecuación de rentabilidad.
Según el informe de CAME, las actividades que más competitividad están resignando son aquellas queexportan y que emplean mano de obra intensiva: “Esto se observa, principalmente, en la olivicultura, la citricultura, frutas de pepitas, carozo y finas, arándanos y berries, vitivinicultura, horticultura, yerbatera, azucarera, apícola, algodonera, tabacalera, nogalera, aromáticas, legumbres y todas sus formas orgánicas”.
Al respecto, un informe de la consultora Finsoport destaca un punto no menor: el costo salarial ajustado por productividad para las empresas exportadoras de alimentos y bebidas ya es un 10% más elevado que en 1998, en plena convertibilidad, lo que deja a las claras los problemas para competir en el mundo.
El “bife argentino”, en retirada
La carne con sello albiceleste, considerada por muchos una suerte de “embajadora” de la Argentina en el planeta, se posicionó como un objeto de deseo para los turistas que llegan al país.
La carne con sello albiceleste, considerada por muchos una suerte de “embajadora” de la Argentina en el planeta, se posicionó como un objeto de deseo para los turistas que llegan al país.
Sin embargo, mientras el mundo pide más, el mix de suba de costos y las trabas a las exportaciones que aplica el Gobierno para garantizar que no se dispare el precio en el mercado interno, provocó un fuerte desaliento a la producción, lo que a su vez generó una fuerte caída en el stock de ganado vacuno.
Cabe destacar que durante los primeros ocho meses del año, según datos oficiales, se exportaron 80.500 toneladas de cortes cárnicos, lo que implicó un derrumbe de casi el 30% respecto al mismo período de 2011. Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (CICCRA), “se trata del nivel más bajo de los últimos ocho años”.
Un informe de la entidad alertó que “las exportaciones no se recuperarán hasta tanto no se corrija el valor del dólar, con un atraso actual del 30%, y se dejen sin efecto las retenciones a las exportaciones, del orden del 15%”.
En diálogo con iProfesional.com, Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, aseguró que “en estos últimos diez años, el sector ha perdido competitividad de una manera alarmante”.
Según el directivo, “el sector está en crisis por una multiplicidad de factores: los costos no paran de crecer, eldólar no se mueve a la misma velocidad, tenemos derechos de exportación que no pagan ninguno de los países con los que peleamos por un lugar en el mercado mundial y, además, el Gobierno pone trabas a la hora de autorizar exportaciones”.
Schiariti aseguró que todo este cóctel de factores llevó a que “perdamos mercados de volumen, como Rusia, Europa y el Norte de África”.
Esto dio lugar a que la participación del “bife argentino” en el comercio mundial no haya dejado de ceder terreno.
En efecto: en 2009 el país, con 655 mil toneladas exportadas, ostentaba el 9% de las exportaciones globales de carne.
Dos años después, apenas araña el 3% del total, de la mano de un desplome del 60% en los volúmenes enviados al exterior, tal como se puede observar en la siguiente infografía:
Según Schiariti, las medidas de desincentivo al sector llevaron a una dramática caída en el nivel de stock de ganado, el cual pasó de 54 millones de cabezas en 2009 a unos 48 millones en 2011, es decir, 11 millones de animales menos en sólo 24 meses.
Claramente, todo esto influyó en el ocaso del “bife argentino”. En la siguiente infografía se puede apreciar cómo la Argentina pasó de ser el cuarto mayor proveedor de carne del mundo, a ocupar el puesto número 9, es decir, a tener un retroceso de cinco posiciones en dos años:
El punto a destacar es que, mientras que en 2009 la Argentina exportaba un 74% más de carne que Uruguay, la crisis sectorial llevó a que en 2011 ese país tome la delantera.
En este contexto, desde la Sociedad Rural Argentina señalaron que en la actualidad “vendemos al exterior menos carne que México, un país que cuenta con menos de la mitad del stock bovino que la Argentina y con más de 112 millones de habitantes”.
Ante este escenario, Schiariti aseguró que “la industria está pagando un precio muy alto”. Al respecto, detalló que en los últimos años bajaron sus persianas o presentaron la quiebra unos 125 frigoríficos en la Argentina, dejando sin trabajo a unas 15.000 personas.
De ese total, unos 65 establecimientos se dedicaban íntegramente a la exportación. Teniendo en cuenta que al día de hoy subsisten unos 160 frigoríficos con operaciones en el exterior, “esto implica que perdimos un 25% de empresas exportadoras”, se lamentó el presidente de la cámara.
La bebida nacional pierde brilloDe la mano del Malbec, el vino argentino se había transformado en uno de los productos nacionales de mejor performance en el exterior durante la última década, liderando el crecimiento de market share en mercados estratégicos, como Estados Unidos, y desplazando a rivales de peso de la industria, como Italia, España y Francia.
Sin embargo, la suba de costos está generando un descalabro generalizado en un negocio que tenía todo para conquistar los mercados internacionales pero que hoy está refugiándose en la plaza interna.
Al respecto, un informe de la consultora Area del Vino alertó que “durante los primeros ocho meses del año, las exportaciones en botella tuvieron un desplome interanual de más de 1 millón de cajas”.
Considerando que las mismas son de 12 unidades, esto implica que la Argentina dejó de exportar unas 12 millones de botellas en apenas un año.
Según Javier Merino, director de la Área del Vino, “gran parte del enorme crecimiento que experimentó la industria vitivinícola nacional en los últimos años se debió al tipo de cambio”.
Sin embargo, para el experto, el problema es que todo ese viento de cola que recibieron las bodegas nacionales parece haber llegado a su fin.
En efecto, con tasas de inflación por encima de los dos dígitos durante los últimos años y un dólar que se fue devaluando de a cuentagotas, el fenómeno del atraso cambiario fue carcomiendo los márgenes de las compañías del sector, a punto tal que al día de hoy, muchas bodegas se están viendo obligadas a dejar atrás el negocio de la exportación.
Así, mientras la “bebida nacional” -tal como declarara al vino la presidenta Cristina Fernández de Kirchner- pierde impulso en el mundo, las compañías están optando por dar más pelea en el ya saturado mercado interno.
Juan José Canay, presidente de Bodegas de Argentina, alertó a iProfesional.com que “las bodegas chicas que nacieron pensando en la exportación son las más complicadas. Es muy difícil que puedan redireccionar todo ese sobrante al mercado interno, que está saturado de vinos. Agregar una nueva marca es muy difícil. Esto hace que los jugadores más pequeños, que no tienen poder de negociación, deban enfrentar un panorama muy duro“.
Frente a esto, Merino aseguró que “estamos viendo un fenómeno muy dramático: la mayoría de las pequeñas bodegas argentinas que nacieron hace diez años para exportar, ya no tienen el tipo de cambio a favor y encimason chicas… todo en contra“.
Así, advirtió que está empezando a verse un proceso de concentración: “La mayoría de esas bodegas se irá retirando a otras fases del negocio. Van a quedar como productoras de uva, de vino a granel o alquilarán su equipamiento, pero para ello tendrán que dejar morir sus propias marcas para las que realizaron fuertes inversiones”.
Otros alimentos en baja: el amargo presente de la industria de la fruta
La Argentina es un fuerte productor de frutas, tanto de las llamadas “de pepita” (peras y manzanas), como de cítricos (limón, naranja, pomelo, entre otras).
La Argentina es un fuerte productor de frutas, tanto de las llamadas “de pepita” (peras y manzanas), como de cítricos (limón, naranja, pomelo, entre otras).
Con respecto al primero de estos subsectores, desde la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI) de la provincia de Río Negro, aseguraron que la situación es preocupante debido a que:
• Los costos vienen aumentando a un ritmo del 20% en dólares.
• Actualmente, para ganar lo mismo que hace una década se tienen que exportar 70 cajas de frutas, cuando en el pasado ese nivel apenas llegaba a 29, lo que “deja en claro que los ingresos, aunque crecientes, son devorados por el aumento de costos”.
• Además, la actividad genera directa e indirectamente unos 70.000 puestos de trabajo que, con esta crisis, “un altísimo porcentaje de ellos corre riesgos”.
En diálogo con iProfesional.com, Daniel Sarango, gerente de CAFI, aseguró que “hoy todas las economías regionales están en una situación delicada. En el mundo hay oportunidades interesantes pero las estamos perdiendo por problemas de competitividad”.
En lo que respecta a su sector en concreto, que produce peras y manzanas, el directivo aseguró que “los mayores costos nos están afectando considerablemente, a lo que se suma un contexto muy complejo para trabajar: los productores sufrieron fuertes pérdidas por granizo, cayó el poder adquisitivo en Europa y encima Brasil viene frenando el ingreso de frutas argentinas con las licencias no automáticas”.
Así las cosas, las exportaciones de manzanas hasta el mes de septiembre habían alcanzado las 115 mil toneladas, lo que implicó un desplome de casi el 42% respecto al mismo período de 2011.
En tanto que los envíos de peras totalizaron 356 mil toneladas, con una baja cercana al 20% en relación al año anterior.
Frente a estas realidades, Elizondo alertó sobre los costos a futuro que puede acarrear para las economías regionales: “Cuando una empresa pierde un mercado es porque en su lugar entró otra. Y volver a recuperarlo es muy difícil”.
“Por eso a muchos directores de compañías les recomiendo que, si están exportando, cuiden la posición que ganaron. Porque para ello antes debieron realizar una importante inversión. Hoy, un vínculo en un mercado internacional es un activo, y hay que mantenerlo como sea, incluso a pérdida o subsidiándolo con las ventas domésticas”, concluyó.
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