Las malezas exigen un ojo clínico
Muchas especies demandan controles que combinen herbicidas. Monitoreo, clave para decidir tratamientos.
Las buenas condiciones de humedad que se esperan, en general, para esta campaña de granos gruesos podrían ser un freno para el avance de las malezas en el centro de la provincia. Si bien la disponibilidad de agua puede incentivar el nacimiento y el brote de las especies, muchas de ellas tolerantes y resistentes a glifosato, también favorece las estrategias de control y aumenta la habilidad de los cultivos para competir con ellas.
Pero para que el control sea eficiente, productores y técnicos deberán tener los ojos bien abiertos, según advierten desde el grupo de Protección Vegetal del Inta Manfredi. El monitoreo de los lotes es una tarea ineludible para evitar que las malezas compitan con los cultivos de verano por la luz, el agua y los nutrientes.
Si bien la situación ideal es comenzar con las medidas de control de los barbechos bien temprano, en lo posible en abril o mayo, la tendencia a demorar la siembras, en especial de maíz, hacia fines de diciembre, obliga a que los tratamientos se puedan llegar a multiplicar.
Evitar el escape. “Lo recomendable es hacer una aplicación inicial de glifosato en combinación con otros herbicidas, puede ser 2,4D, metsulfuron, para ver cuál es la respuesta. Si después de eso se identifican plantas vivas, volver a hacer una aplicación para su control. Lo importante es llegar a la siembra con el lote limpio y darle al menos 30 días al cultivo para su desarrollo”, explicó Héctor Rainero, jefe del grupo de protección vegetal y especialista en malezas de la experimental de Manfredi.
La identificación temprana de las especies que habitan en el lote favorece el éxito del control. “Es por ello la recomendación de aplicar temprano sobre el barbecho. Si bien muchos productores se demoran a la espera de una lluvia, ésta puede llegar en primavera y en ese momento el control de las malezas es más difícil; inclusive muchas especies pueden haber aumentado la población de semillas, que llegarán al suelo inevitablemente, observó Diego Ustarroz, técnico del grupo de especialistas en malezas de Manfredi.
En los últimos años, las malezas se han hecho “fuertes” en los lotes, a tal punto de ser resistentes a las dosis de herbicidas que, en otros tiempos, eran suficientes para combatirlas.
“Estamos viendo el crecimiento de las especies perennes que ofrecen la alternativa de tratamiento a partir de la eliminación de su parte foliar, pero que luego rebrotan y ya no se pueden atacar con pre emergentes. Son susceptibles a los productos de contacto pero no a los sistémicos. El control alcanza a ‘matar’ la parte aérea pero queda la raíz y luego rebrotan”, explicó Ustarroz.
En esta lista aparecen Flor de Santa Lucía ( Commelina erecta ); Siempreviva del Campo (Gomphrena pulchellay Gomphrena perennis ) y botoncito blanco ( Borreria verticillata ). En sistemas con siembra directa, la posibilidad de eliminarlas es casi nula. La estrategia pasa por tenerlas a raya con una adecuada estrategia de control.
“Durante años la cuestión referida al control de malezas se descuidó”, sostuvo Rainero. “Se creía que el glifosato iba a solucionar todos los problemas. Lo hizo en cierta medida, pero ahora llegó el momento de hacer ajustes, debido a que han aparecido malezas resistentes”, puntualizó el técnico.
Se hicieron fuertes. En los últimos años se han sumado nuevas especies resistentes al glifosato. Mientras que las malezas resistentes al herbicida son aquellas que se controlaban con una determinada dosis y ahora requieren de más cantidad para su neutralización, debido por ejemplo a mutaciones, las tolerantes son las que, generalmente, siempre necesitaron dosis altas para su control.
En la campaña pasada, el Inta Manfredi confirmó la resistencia adquirida por Cynodon hirsutus , o gramilla mansa. Se trata de una gramínea de ciclo primavera estival que en la campaña 2008/09 mostró en lotes próximos a Almafuerte fallas en el control con glifosato.
“El foco principal en Almafuerte son 600 hectáreas con alta infestación. También hay rodales en Tancacha y en General Paz”, enumeró Ustarroz.
Según los ensayos, dosis de 10 litros de la sal isopropilamina al 48 por ciento sólo produjeron un leve efecto de control.
En el cultivo de maíz, por ejemplo, los herbicidas que pueden ser utilizados en post emergencia no son eficaces en el control de la gramilla mansa.
Sin embargo, Ustarroz sostiene que en experiencias realizadas en la campaña pasada, el glufosinato de amonio mejoró la performance de otros años y podría usarse en maíces tolerantes a este producto. A su vez, los graminicidas post emergentes (haloxifo-r-mentil y cletodim) son eficientes para esta maleza, pero por un período corto de tiempo. Para la siembra de maíz tardío, la recomendación de Rainero y Ustarroz es seguir muy de cerca las condiciones del barbecho, en especial si el lote se desocupa con la cosecha, entre abril y mayo.
“Lo aconsejable es aplicar dos o tres veces antes de la siembra manteniendo siempre el lote libre de malezas, y no una sola aplicación en septiembre, cuando las malezas quizá ya han producido semilla y su control es complejo”, sostuvo Rainero. En soja, el caso es similar, con la posibilidad de hacer un tratamiento en post emergencia de glifosato con algún producto de acción residual.
Dos bajo la lupa
Rama negra. Aplicaciones de glifosato durante el barbecho en otoño permiten obtener niveles adecuados de control. En tratamientos tardíos, el mejor resultado: glifosato en combinación con 2,4D y paraquat, más la aplicación de diurón seis días después.
Gramilla mansa. En lotes con maíz, la aplicación de glufosinato de amonio mostró efectos sobre la maleza en post emergencia. “Cynodon hirsutus” es muy sensible a las labranzas, lo que permite obtener buenos niveles de control.
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