La Argentina se encuentra entre los países que cuentan con un alto nivel genético en materia de razas bovinas de carne y de leche; sin embargo, carece de un organismo privado que garantice su calidad a pesar de las altas inversiones que realizan los productores en este segmento. Esta situación se refleja en la baja [...]
La Argentina se encuentra entre los países que cuentan con un alto nivel genético en materia de razas bovinas de carne y de leche; sin embargo, carece de un organismo privado que garantice su calidad a pesar de las altas inversiones que realizan los productores en este segmento. Esta situación se refleja en la baja participación que tiene nuestro país en los mercados internacionales como exportador de semen.
Brasil, que en la última década mostró un crecimiento exponencial de su ganadería, compra un millón de dosis de genética de Angus colorado y la Argentina sólo le vende 75.000 unidades. El resto lo importa de Canadá y Estados Unidos. En esos países existen indicadores que son confiables para garantizar esa calidad y cada vez son más los ganaderos que buscan información sofisticada en esta materia para poder preñar a sus vacas y mejorar así la performance de la siguiente generación.
Manuel García Solá es especialista en genomia bovina y asegura que la inseminación artificial es un negocio que en la Argentina no tiene una difusión tan masiva como ocurre en otros países, porque sólo el 4 por ciento de los ganaderos con rodeos de carne inseminan a sus vacas.
García Solá es el responsable del Centro Genético del Litoral, cuyo 75 por ciento está en manos de la familia y el 25 por ciento restante pertenece a la empresa francesa Genes Difusión. La central de producciones de semen y embriones se encuentra en Margarita Belén, Chaco, otra en Saladillo, Buenos Aires, e importan semen desde Francia.
Además, el laboratorio posee una filial en Paso Fundo, en el estado Río Grande do Sul, y su empresa es uno de los tres principales exportadores de semen de la Argentina que tienen como destino a varios países de América Latina. «La genética argentina es altamente estimada en el mundo, lo que pasa es que no tenemos información de calidad adecuada y de confiabilidad para venderla masivamente. La parte vacía de la copa es que la ciencia nos da la oportunidad enorme de utilizar la información que está en cada individuo del mundo animal contenida en su ADN», aseguró al suplemento Campo tras una presentación que hizo en la jornada ganadera organizada por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) en Formosa.
En la Argentina son numerosas las entidades de criadores de razas vacunas que incorporaron el método denominado Deps (diferencia esperada entre progenies), que permite una evaluación objetiva de los reproductores y elegir los toritos o vientres de acuerdo con las necesidades de cada criador.
Los Deps de los grandes países ganaderos del hemisferio sur como Brasil, Colombia y Australia no son indicadores totalmente confiables para el comercio internacional, y esto está demostrado en la baja participación que tiene la Argentina en el comercio mundial de genética. «Hoy hay tecnología que permite, con alta precisión, descifrar esa información de las regiones cromosómicas de la doble hélice de la cadena de ADN para correlacionarla con los caracteres productivos y los kilos de pasto que convierte en carne el animal o los kilos de pasto que convierte en leche, o con caracteres morfológicos como el prepucio en las razas de carne en las zonas tropicales o la resistencia a la mastitis en las razas lecheras. Tenemos una nueva oportunidad», afirmó García Solá.
«No podemos decir que se terminó el mito de los Deps, porque forma parte de una etapa en el proceso de selección genética. Estos indicadores presentan cierta fragilidad que reside en la forma en que se recogen los datos, cuando no hay una autoridad externa a los productores que certifique esa calidad, éste es uno de los problemas», destacó el especialista.
En la lechería, en cambio, existen indicadores elaborados por instituciones externas. Al tambero se le toma una muestra de leche y es entregada a institutos de organizaciones de productores que realizan los controles lecheros en donde la muestra no puede ser tergiversada, por eso «en consecuencia, una de las debilidades es no tener en cada raza autoridades externas al productor que tomen los datos», indicó García Solá.
Nueva tecnología
El saber científico sigue avanzando en la Argentina, que en reproducción animal tiene un alto nivel productivo. El problema es que su divulgación suele ser a través de los productores.
De este modo, pese a que en el país se logró descifrar el ADN no se puede garantizar la calidad de la información. «El negocio de la genética es un problema de los propios empresarios. Tenemos una de las mejores genéticas del mundo y no sabemos mostrarla, entonces de nada vale que la empresa desarrolle un programa de selección genómica para sí, si no es convalidado por las asociaciones», indicó García Solá.
La alternativa es la creación de una plataforma nacional de selección genómica para que los ganaderos puedan decidir acerca del material genético que incorporan, a través de un diagnóstico científico. A lo largo de la historia de la ganadería, se conocieron diferentes sistemas de selección genética: por ascendencia, diferencia esperada de la progenie, descendencia y fenotipificación. Estas son las cuatro maneras, a grandes rasgos, que se utilizan para la selección, para intentar que la generación posterior mejore la productividad o la performance
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