Si bien los trabajadores temen que la llegada mano de obra foránea pueda afectar sus ingresos, los privados sostienen que ello no ocurriría, porque la demanda por trabajadores desde otros sectores es tal, que los sueldos mantendrían los valores. Un informe señaló que el principal problema en la oferta laboral es la disponibilidad en los tiempos y lugares que el agro requiere.
Carmen Luz Ibarra La escasez de mano de obra para trabajos agrícolas es el tema que más preocupa hoy en el agro. Malls y otras actividades, como la minería, seducen y captan a los trabajadores, lo que no sólo eleva los costos sino que, en muchos casos, no quedan temporeros disponibles. El tema es complejo y su solución considera distintas variables, entre ellas la reconversión, la fidelización de la mano de obra nacional, la innovación en los sistemas de gestión y la flexibilización de la política migratoria.
Una de las soluciones que postulan desde hace ya tiempo los agroempresarios es que se amplíe la cuota del 15% de trabajadores extranjeros. Una propuesta que los trabajadores nacionales ven con reticencia, pues temen que ello signifique bajas en salarios que hoy superan los 300 mil pesos en temporada alta.
En una reciente conferencia de prensa los ministros de Agricultura y Trabajo, Luis Mayol y Evelyn Matthei, aseguraron -tras dar a conocer el Catastro Laboral Agrícola, elaborado por Odepa- que no sería necesario aumentar el porcentaje de trabajadores extranjeros, ya que hoy apenas se utiliza el 1,5 por ciento y no el 15% permitido por la ley.
Aun más, tal como indica el estudio, si la totalidad del déficit de mano de obra estimado (39.437 trabajadores) se cubriera con mercado laboral extranjero, esto equivaldría a un promedio de 7,5% del 15% potencial de la fuerza laboral permitida por la normativa vigente.
¿Dónde están esos trabajadores y por qué no llegan hasta los campos que los requieren, aun cuando se ofrezcan sueldos que compiten con los de las grandes tiendas urbanas?
Lo que ocurre es que las realidades y necesidades del agro no sólo van variando de región en región, sino incluso entre cada especie que se cultiva. De ahí que los exportadores y empresarios del sector, si bien valoran el catastro, consideran que es sólo un primer paso y que se requiere una mirada mucho más detallada que penetre la realidad de cada región e incluso dentro de cada una de ellas, como señala el presidente de Asoex, Ronald Bown.
Recogiendo esa inquietud, el ministro Mayol confirma que el gobierno, a través de Odepa y con apoyo de la Universidad Católica, ya está trabajando en un nuevo estudio precisamente en ese camino, que permitirá optimizar las soluciones.
Pero mientras se preparan para la próxima temporada, la realidad laboral en el agro sigue igual que en la temporada anterior, la que ya fue complicada.
Una encuesta aplicada por la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) -en un seminario a fines de mayo-aportó antecedentes sobre lo que pensaban los productores y cómo vivían en sus campos este problema. Ella reveló que los crecientes costos de la mano de obra son la principal preocupación, mientras que los altos costos de la energía y los fertilizantes fueron señalados como el segundo factor que más afecta la rentabilidad del negocio agrícola.
Entre las medidas adoptadas para enfrentar el problema, el 39% de los encuestados señaló haber conseguido trabajadores temporales pagando más. Otro 18% resolvió la falta de mano de obra mecanizando sus faenas y el 15% fidelizó a sus empleados.
Respecto del nivel de sueldos, el sondeo demostró que el 63% de los agricultores pagó entre 1,8 y 2,4 veces el salario mínimo (182 mil pesos al momento de la encuesta).
RECELO DE LOS TRABAJADORES
Entre los representantes de los trabajadores hay voces que aseveran que no hay escasez de mano de obra, por lo que no se requiere del mercado extranjero para suplir las tareas a realizar en los campos, porque hay movilidad entre las regiones.
Juan Enrique Mellado, presidente de la Confederación Nacional Rural de Pequeños Productores y Campesinos “Triunfo Campesino de Chile”, es enfático: “en general no hay escasez de mano de obra, sino en ciertas zonas específicas y por períodos acotados de tiempo, por ejemplo en Copiapó y Vallenar”.
Aun más, dice que las zonas con mayor escasez se cubren perfectamente con el porcentaje que señala la norma para extranjeros y la movilidad entre regiones de trabajadores chilenos.
“La empresa no está perdiendo porque esté pagando sueldos que son un poco más elevados que el sueldo permanente. No se está encareciendo más y tampoco eso se traspasará al consumidor. Se están pagando los sueldos que existen y regula el mercado. Donde uno vaya los salarios para los temporeros están por sobre los 350 mil o 400 mil pesos… ése es el promedio”, resalta.
En su análisis, concluye que no existe un problema real de mano de obra, sino un tema de reducción de costos de los productores, aunque reconoce que posiblemente los agricultores más chicos sí pueden verse afectados porque no pueden pagar mejores sueldos.
“Lo que pasa es que para los productores traer mano de obra extranjera es más barato. Claro, si hoy están pagando sueldos más o menos decentes y traen mano de obra extranjera que les va a costar poco más que el ingreso mínimo, más alojamiento y alimentación, probablemente les conviene más que la mano de obra nacional. Es más un problema económico, de reducir costos, que de necesidad real de mano de obra extranjera. En Chile hay mano de obra que se desplaza de una zona a la otra… el extranjero viene por menos del dinero que hoy se está pagando en el mercado”, concluye el dirigente campesino.
MEJORAS EN POLÍTICA MIGRATORIA
¿Por qué hoy apenas se utiliza el 1,5 por ciento y no se llega al 15% de contratación de mano de obra permitida por ley, a pesar de la escasez de trabajadores? Una de las razones apunta a una normativa migratoria poco flexible, otra a que no existe una institucionalidad privada que acerque la oferta laboral extranjera con la demanda de trabajadores por parte de la industria agrícola.
En el Ministerio del Interior se analiza la política migratoria para adecuarla a la realidad y a las necesidades actuales.
“Dentro de esta política migratoria se está pensando en visas temporales para los distintos sectores. Incluso para el sector agrícola se está evaluando la creación de visas de 90 días prorrogables. Aun más, estas visas se podrían otorgar por 4 años, por 4 temporadas; pero en cada temporada por un período determinado, como se hace en Australia, Nueva Zelandia e Inglaterra. Esto, para que no se afecte a los trabajadores chilenos y los extranjeros vengan en una época en que realmente hay escasez de mano de obra, y focalizarlo en lugares donde hay más escasez, dándole siempre prioridad al trabajador chileno”, destaca Mayol.
El tema es cuáles son los riesgos más reales y mayores. En general se estima que la probabilidad de que bajen los ingresos de los trabajadores es menor.
“¿Qué podría ocurrir, tal vez, si no hacemos algo para solucionar esto? Si la demanda por mano de obra sigue en las condiciones en que está hoy y la oferta sigue escasa, ¿cómo se va a igualar? Disminuyendo las hectáreas de cultivo. Esto porque va a haber un alza tal de salarios que muchos rubros no van a tener la rentabilidad para mantenerlos”, enfatiza el ministro.
El presidente de Asoex, Ronal Bown coincide con el ministro en que es prácticamente imposible que las rentas bajen, aun si aumenta la oferta con la llegada de extranjeros.
“Si uno analiza la lógica económica, queda claro que habrá una profundización respecto de la carencia para el agro por toda la actividad minera que existe. Algunos hablan de 120 mil trabajadores que se van a requerir en los próximos 5 años, otros hablan de más de 300 mil; por lo tanto, habrá una mayor necesidad de inmigración de trabajadores de la agricultura hacia los sectores mineros. Si se hace una relación oferta y demanda, uno concluye que los salarios no pueden bajar. Además, es imperioso para el productor contar con mano de obra en sus tiempos de cosecha”, remarca.
RECONVERSIÓN Y EDUCACIÓN
Desde hace tiempo que se viene recalcando que uno de los incentivos para mantener mano de obra en los campos está estrechamente enlazado con la capacitación y la promoción del desarrollo rural, como una forma de mantener a las personas en sus zonas. Se trata de invertir no sólo en buenas condiciones laborales, sino en mejorar el entorno educacional, el acceso a la salud, entregar vías de comunicación adecuada. Todos temas que no dependen sólo del sector privado.
“Eso lo estamos haciendo a través de Indap, del Ministerio de Desarrollo Social, creando conciencia… eso significa mejores colegios para que no envíen a los niños a la ciudad o pueblo cercano, de donde no vuelven más… mejor salud, mejores vías de comunicación, aspirar a mejores niveles de vivienda, crear subsidios de vivienda para el sector rural. Hay todo un desarrollo que aprovechar para que la gente se quede en el campo”, explica Mayol.
Pero el empresario también tiene que aportar para que el trabajador cuente con mejores ingresos, sin perder rentabilidad, y eso implica buscar nuevos cultivos más rentables y adecuados a los cambios climáticos de la zona en que está, incorporando tecnología, por ejemplo.
Para Ema Budinich, gerente del Departamento de Estudios de la SNA, también es vital la reconversión frutícola hacia diseños más modernos: “De eso depende el desarrollo del sector, el empleo y seguir ocupando los primeros lugares que tenemos a nivel mundial”.
Estudios realizados por la Universidad Católica muestran que hay por lo menos tres factores que explican la diferencia que hay entre Chile y EE.UU. en materia de productividad de la mano de obra y sus salarios: diseño de los huertos, organización del trabajo en la fase de la cosecha (para evitar tiempos muertos y subocupación de los trabajadores), y la incertidumbre respecto de sus salarios futuros (uno de los factores principales por el cual la gente no se queda en la agricultura).
Otro tema que se trabaja desde el Ministerio del Trabajo y desde el sector privado, es el sistema de contratistas, para que sea cada vez más formal para evitar abusos con los trabajadores y “pillerías”, lo que implica regular su certificación y profesionalización. “Esto implicaría un incentivo para, a su vez, capacitar y certificar a los trabajadores”, dice Ema Budinich.
Todo esto es lo que se define como el “reencantamiento con la agricultura”, uno de los temas que impulsó Antonio Walker, cuando era presidente de Fedefruta y que la Asoex empuja a nivel de Gobierno.
“Hay medidas de distinta índole. Tenemos que reencantar la actividad rural, buscar que la gente se mantenga en los campos, en sus actividades. Para eso se requiere un compromiso de Estado, una estrategia definida y muchos recursos. Los jóvenes buscan nuevas oportunidades y hay que permitir que ellas estén en los sectores rurales. Tiene que haber buena educación, trabajo, oportunidades para seguir creciendo como persona… Y toda esa infraestructura tiene que estar al alcance de ellos”, enfatiza Bown.
Cree que los empresarios “tienen que buscar -y lo están haciendo- formas de fidelizar a la gente, manteniéndola por más tiempo: que no sea por dos o tres meses, sino ojalá todo el año, y si no puede ser todo el año, ojalá entre nueve y diez meses, con sueldos razonables y con incrementos de productividad que le permitan al trabajador obtener mejores salarios. Tienen que tener un trabajador no sólo agradecido por lo que recibe, sino bien tratado, con buena infraestructura a su disposición y que tenga la posibilidad de seguir creciendo como persona y como trabajador, etc.”
Se analiza otorgar visas temporales de 90 días prorrogables.
Trabajadores cuentan cómo los fidelizanCristián Lezaeta es administrador de Agrícola Huerto Santa Teresa desde 1995 (Sector Las Palmas, Rancagua), empresa con 18 trabajadores de planta, una cantidad similar de temporeros largos (trabajan once meses, de junio a abril, y están sin contrato en mayo). En los meses de mayor actividad, entre diciembre y abril, se requieren más de 200 temporeros que se dedican a la uva de mesa y que este año agregan la cosecha de cerezas.
Esta es una de las empresas en la región que no tiene problemas de mano de obra porque, como explica Cristián, paga buenos salarios y hay una política de fidelización de los trabajadores.
“Trabajamos casi con la misma gente todos los años. Tenemos nuestro prestigio. Esta fidelidad se debe al nivel de remuneración y el buen trato. Acá todo lo legal se cancela. Las instalaciones están diseñadas para que se sientan cómodos; por ejemplo, comedores y baños súper limpios”, cuenta.
“La idea es que la gente nos prefiera, porque estamos conscientes de que la escasez de mano de obra va a ser cada vez peor”, enfatiza.
Otra medida para fidelizar a los trabajadores es un Bono de Permanencia (de unos 1.500 pesos diarios imponibles) desde el primer día hasta que termina el contrato. Se cancela junto con el finiquito, pero se pierde si se abandona la faena antes de tiempo (180 días de trabajo).
Respecto de si contratan extranjeros, señala que hasta el momento no ha sido necesario. La prioridad son los trabajadores nacionales, con los que se busca establecer lazos permanentes, ayudándolos a capacitarse.
Pero esta realidad no es la misma en todos los fundos de la zona. Algunos temporeros comentan que en campos aledaños se observa bastante rotación de mano de obra, debido a bajos salarios y condiciones menos favorables.
Lorena Pérez trabaja como temporera en Santa Teresa desde 1983. Vive en el sector y dice que ha educado a sus hijos con lo que ha ganado en esta actividad. En temporada alta (diciembre a abril) recibe más de 500 mil pesos líquidos, cantidad que desciende a unos 400 mil en ciclos bajos.
“En otros fundos no existe el mismo trato que recibo acá. Los sueldos son bajísimos, no pagan semana corrida, no tienen las mismas normas de seguridad… Hay partes en que se come en los predios, a pesar de que no está permitido por ley”, dice.
Marcos Soto, nació en Curacautín, pero hace unos 10 años se vino a Rancagua en busca de trabajo. Desde hace ocho años es “temporero largo”. Héctor Soto también viene de Curacautín y tras terminar su enseñanza media emigró a la zona central.
Ambos manifiestan que de los lugares en que han trabajado, Agrícola Huerto Santa Teresa es el lugar con mejores salarios y condiciones laborales en la zona. Además, se sienten relativamente tranquilos porque el trabajo está coordinado de tal forma que “se nos da la posibilidad de trabajar todo el año”.
Casos como éste, en los que hay un esfuerzo para mantener un flujo cautivo de trabajadores, fidelizándolos a través de distintas acciones, constituyen ejemplos claros de productores que no tendrán problemas de escasez de mano de obra. Un camino a seguir en la senda de soluciones que se analizan en el agro.
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