La necesidad de reducir el impacto ambiental de las producciones y lo que se viene en tecnologías aplicadas a los cultivos, fueron algunos de los temas más sobresalientes entre los abordados en la primera jornada del Simposio Fertilidad 2017 que se desarrolla en Rosario y que se propone mirar más allá de la próxima cosecha.
El Salón de Eventos Metropolitano de Rosario recibió a una multitud de asistentes este jueves, y que se quedarán hasta la jornada de hoy (viernes 18) para interiorizarse de las nuevas tendencias en materia de cuidados de cultivos y ambiente, expuestas por especialistas del ámbito local e internacional.
Entre ellos, Fernando Andrade (del INTA Balcarce) y Mike McLaughlin (University of Adelaide - CSIRO -Australia), abordaron en el inicio de la jornada temas referidos a los desafíos de la agricultura y lo que se viene para los fertilizantes en el mundo de cara al año 2025, respectivamente.
“El gran desafío de la agricultura es seguir satisfaciendo la demanda creciente de alimentos, reduciendo a su vez el impacto ambiental de esa producción“, destacó Andrade, el primer orador del evento, previa presentación de los organizadores, Fertilizar Asociación Civil e IPNI Cono Sur.
En su presentación, Andrade planteó que se está utilizando la tierra más allá de su capacidad de carga productiva, mientras se espera que para 2050 la población mundial aumente entre 50% y 60%. Si bien afirmó que el sector productivo está en condiciones de satisfacer esa demanda (a 2050 se espera un incremento de 200%), destacó que hay que pensar en el cómo.
En este orden, describió los efectos de la agricultura en el impacto ambiental. En primer lugar, es responsable del 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI); en segundo lugar, su expansión generó la desaparición del 45% de los bosques naturales (Brasil encabeza el ranking de deforestración en el que Argentina está 9°); también mencionó la degradación de suelos (5 millones de hectáreas por año en el mundo). Además, la agricultura utiliza el 90% del agua dulce y el mal uso de agroquímicos y de fertilizantes.
“En el mundo se cultivan 15 millones de km2, pero la expansión de la superficie ya no puede ser por la vía principal del incremento de la producción. El camino es que aumentar la eficiencia en el uso de los recursos. En maíz, si lleváramos los rendimientos a 7 mil toneladas aumentaría en 400 mill/tn la pr
Finalmente, agregó que es cada vez más difícil aumentar la productividad sólo con el uso de insumos y que, en cambio, se debe apuntar a las tecnologías de procesos y conocimientos, como el mejoramiento genético de las semillas y el manejo ecofisiológico de los cultivos: densidad y fecha de siembra, agricultura por ambientes, realizar rotaciones y cultivos de cobertura. “Y en el caso de Argentina, aún utilizamos poco fertilizante y poco riego“, puntualizó.
“La humanidad tiene que enfocar su capacidad de innovación en solucionar los problemas del hambre y la pobreza y apeló a la colaboración y cooperación para enfrentar problemas que afectan a todos, como el cambio climático. Hemos construido un mundo desparejo. En lugar del balance financiero, las empresas deberían hacer un balance del bien común”, concluyó.
Fertilizantes para la agricultura 2025
El disertante internacional fue Mike McLaughlin, de origen irlandés que desarrolló sus investigaciones en la Universidad australiana de Adelaide. En su exposición anticipó que la nueva tecnología pasará por formulaciones más eficientes con polímeros (nanotecnología) “que sincronicen más la oferta del nutriente con la demanda de la planta“.
También predijo que se verán mayores combinaciones entre fertilizantes y bioestimulantes. En este sentido, anunció la aparición de dos patentes -que podrían estar en el mercado en 2 ó 3 años- relacionados a un zinc soluble en agua y a un producto de liberación lenta con boro (un nutriente que es muy lavable).
“Es necesario prestar atención a las reacciones de los fertilizantes en los suelos y su interacción con distintas propiedades de los mismos. Los agricultores deberían ser cuidadosos con los “productos mágicos”, microorganismos o tecnologías que pretenden resolver este problema fácilmente”, enfatizó.
El especialista aclaró que no existe una única vía para mejorar la eficiencia de uso del fósforo del fertilizante, y se requieren estrategias integradas que combinen suelo-ambiente-sistema agrícola.
“Por ejemplo, en suelos con alta capacidad de absorción de fósforo (como los oxisoles) y suelos calcáreos, el bandeado de fósforo debajo y/o al costado de la semilla ayuda a minimizar el volumen de suelo fertilizado e incrementa la probabilidad de contacto raíz-fertilizante. Otras opciones pueden consistir en seleccionar formulaciones de fertilizantes que minimicen las reacciones de sorción, utilizar cultivos y/o microorganismos que puedan movilizar formas inorgánicas poco solubles en el suelo. Asimismo, el mejoramiento genético de los cultivos para seleccionar variedades con sistemas radicales que conducen a una mayor adquisición de fósforo es un aspecto clave. Ahora bien, y sin lugar a dudas
Por otra parte, McLaughlin proyectó que en los próximos años se verá un incremento en el valor de los fertilizantes, vinculado a su costo de producción. “Las actuales oscilaciones de precios dependen muchas veces de si China o India están comprando, pero producir fertilizantes requiere de energía que tiene costos crecientes, por lo que a largo plazo es de esperar que la tendencia de precios vaya en aumento”, señaló.
El especialista expresó su sorpresa frente al desbalance de nutrientes en Argentina porque se extrae mucho más de lo que se aplica. Advirtió que en el caso del potasio, “el balance es tan negativo, que puede llevar a una deficiencia prontamente”.
Sobre el debate en torno a la fertilización y el ambiente sostuvo que “las restricciones ambientales van a ser cada vez mayores” por lo que los nutrientes “se deben aplicar con eficiencia”.
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