•Diversos factores climatológicos confluyen en un nueva crecida histórica de la cuenca del Paraná. Para la ganadería de islas, el fenómeno desnuda falencias estructurales e impacta en la logística de la actividad, planteando desafíos de manejo para el sistema productivo
“La situación es complicadísima, se llenó toda la isla; ya no quedó nadie”, le dice a Campolitoral Juan Carlos Rosa Uliana, presidente de la Comisión de Sanidad Animal de General Obligado (COSAGO). De hecho, en la zona de Florencia (en el límite norte provincial), sólo dos productores que tienen terraplenes esperan sacar a la brevedad sus vacas con barcos. “Hubo una pérdida importante de terneros chicos, que si bien todavía no sabemos los porcentajes, entendemos que hay una mortandad muy grande, además de los problemas habituales para conseguir campos, que con las nuevas expectativas de exportación llenó los campos pastoriles”.
Encima, en la zona la lluvia no da pausa. Los 150 milímetros caídos en las últimas horas en el distrito Florencia complican el manejo todavía más. A nivel sanitario se pudo completar la campaña antiaftosa a fines de noviembre y se está revacunando los terneros que se mueven fuera del departamento. Pero los pronósticos anticipan un verano llovedor. “El repunte del río en junio pasado retrasó un 30 % de parición de terneros”, sostiene. “De las 550 mil cabezas del departamento, unas 200 mil está radicada en zona de islas, pero casi en su totalidad ya fue evacuada”, dice.
En la zona, las entidades armaron un Comité de Emergencia que está haciendo un relevamiento de la situación: los productores que no están ubicados, la demanda de alimento, etc. Por ahora, trabajan en procurar caña de azúcar para silo. “Esta semana presentaríamos un informe de situación al Gobierno provincial. Tenemos 70 veterinarios corresponsables sanitarios trabajando en el terreno”, dice. Rosa Uliana reconoce que esta crecida ya superó a las anteriores, y anticipa que “con suerte”, podrán volver a la isla a fines de mayo.
Características
La ganadería de isla cuenta en la provincia con más de 1.200 productores y unas 230 mil cabezas que, en comparación a la ganadería convencional, presenta particularidades en el manejo de los animales y la utilización de mano de obra.
Claro que los beneficios en materia de provisión de agua y pasto en abundancia, contrastan con la crecida periódica del río, que obliga a trasladar la hacienda a campos pastoriles.
Para Andrés Vasallo, integrante de la Sociedad Rural de Reconquista la situación es difícil. “En la isla se registra una gran mortandad de terneros, y en los campos altos, los encharcamientos por los excesos hídricos complican todavía más el panorama”, asegura. “Muchos productores tomaron la previsión de sacar la hacienda a tiempo, pero la crecida del río impactó duro en un tema como los índices de preñez”, los que caen estrepitosamente por el estrés hídrico que sufren los animales en el traslado.
Río abajo, la cosa no es mucho mejor. Leonardo Sosa Bayer, presidente de la Sociedad Rural de San Javier coincide en el panorama sombrío para la ganadería. “El panorama es complicado. Todavía quedan algunas cabezas de ganado en la isla de gente que no consigue las chatas o que se confió con que no sería una creciente grande y después se vino para atrás”, sostiene.
“Ahora la situación está más delicada, porque sigue creciendo el río y sigue lloviendo (71 mm. en las últimas horas). Se han cerrado varias compuertas de desagües de la Municipalidad local para sacar agua con bombas, y eso afecta la zona de las colonias”. Sosa Bayer destaca que el río San Javier está en 7.81, sobrepasando ampliamente el nivel de evacuación (creció 17 cm. en las últimas horas).
El distrito registra casos muchos animales ahogados. “Como Sociedad Rural estamos dentro de la Junta de Defensa Civil. Estamos recibiendo algo de ganado en nuestras instalaciones que se bañan, se apartan, se les da un poco de contención y se los manda a campos para pastoreo o a la vera de las rutas, encerrados con boyeros, rotando el pastoreo”. Como es habitual, esto genera problemas para los que manejan el rodeo y quienes circulan por las rutas. “No tenemos los datos oficiales pero calculamos que hay 100 mil animales en nuestra zona de islas, sin contar lo que viene de Entre Ríos (estimo que el 80 % ya fue evacuado)”. El ruralista aclara que la Prefectura estaría intimando a que saquen la hacienda remanente. “Las chatas no dan abasto y ahora cobran por hora dependiendo del tamaño”. Para 200 animales se cobra unos $ 6.000 la hora. Se estima que en la zona habrá unas 10 chatas a disposición para evacuar la hacienda, las que no alcanzan cuando se hace todo junto.
Respecto del impacto del agua en el arroz, remarcó la caída en el área sembrada. “Se ha sembrado mucho menos arroz por la baja de los precios y en ciertos lugares por la infestación de arroz colorado. Para mí es una situación que reviste gravedad, no teníamos una crecida así desde hace años, está brava. Los campos están ocupados con hacienda, los precios normalmente son elevados por kilo de animal. Los precios se van al doble. En zona de La Brava, para cría están pidiendo entre 2 y 3 kg de novillo por hectárea en condiciones normales”, destacó.
Escasas. Las chatas para transporte de hacienda suelen trabajar a destajo en el cuello de botella que ocurre cada vez que crece el río.
Consejos
La premura de la situación obliga a tomar decisiones que muchas veces se terminan pagando caro. Por eso, Campolitoral consultó al Méd. Vet. Jorge Pane, agente de Proyecto de Cambio Rural y de Extensión de INTA, quien trazó un panorama desolador.
“A la altura de Corrientes, el río Paraná registra un paso de 27.000 metros cúbicos por segundo, que si bien no llegan a los 34.000 del 82/83, es casi igual que en la crecida del 97/98”. Según Pane, el pronóstico por la crecida se agravaría por las lluvias de Brasil, que pueden cargar más el Pilcomayo desde Paraguay (donde también está lloviendo), y el agua pasaría desde Formosa a Corrientes “y eso puede llegar a que supere la del 98, y si llega a aproximarse a la del 83 sería catastrófico”, agrega.
El analista destaca que la hacienda se sacó en su totalidad, aunque todavía queda algo en las islas más altas sobre el Paraná que se suele sacar con chatas para ese lado”. En general se sacó bastante a tiempo y si bien hubo mortandad de terneros, es pertinente hacer algunas recomendaciones sanitarias: “Vacunen contra la septisemia vacuna porque la baja en las defensas es muy alta por el estrés. También contra la anaplasmosis (que ya hubo brotes por el tábano). Otro consejo es vacunar con las vacunas clostridiales completas o totales (si o sí) porque previenen patologías como la mancha, la gangrena, la enterotoxemia o la muerte súbita. Otras vacuna son las virales en la terneradas (o viral de destete) que cubren los IBR (virus que afecta la parte respiratoria), DVB (diarrea viral bovina), típicas de la zona”.
Pane también aclara que es importante tener en cuenta el destino de los animales que se llevan campo afuera. “Saber a qué campo van, porque pueden no conocer el mío mío o el duraznillo, (se aconseja hacerles la “cura” tradicional). Todo esto no se hace y después vienen las consecuencias. Desde Cambio Rural lo venimos viendo. El productor de islas es remiso a un manejo sanitario ideal”, dispara.
“Ahora los campos altos están sobrecargados, siempre es bueno tener algunas reservas de alimento en zonas altas, como venimos trabajando en la zona de Helvecia o Santa Rosa de Calchines, donde se viene haciendo picado de sorgo, etc.” Además, planifica que esta año van a seguir trabajando en la medición de la zona para tener información confiable y poder trabajar en conjunto. “Ahora será caótico, y caerá drásticamente el porcentaje de preñez. De hecho, de enero a marzo será nulo, no superará el 40 %.”
Finalmente, aclara que la isla no es para hacer cría, se aconseja la invernada de novillo o la recría de vaquillas porque las pérdidas por ahogamiento suele ser grande. “Este año se perdieron muchos terneros de dos a tres meses de vida por las pocas chatas o porque hacen salir la hacienda mediante el arreo”.
El Niño y otros factores
Esta semana, se conoció un informe oficial que explica la multiplicidad de factores intervinientes en la crecida. Analizando más de un siglo de datos, investigadores de la UNL y el Conicet descifraron los cómplices del fenómeno meteorológico conocido como “El Niño” y destacaron las condiciones para generar los eventos más extremos de este río.
Con la llegada del verano se espera una intensa fase del fenómeno El Niño y para quienes conviven con el río Paraná ya es conocida su asociación con un aumento de altura y caudal. Sin embargo, al analizar más de un siglo de datos, los investigadores concluyeron que por sí solo no alcanza para explicar la ocurrencia de las crecidas más extraordinarias.
“Gracias a la aplicación de métodos matemáticos complejos lograron aislar y cuantificar la responsabilidad de diferentes fenómenos climáticos en las variaciones de altura del Paraná. Lo que se observa son los cambios de caudal y éstos son el resultado de múltiples factores, todos actuando al mismo tiempo”, explicó Andrés Antico, docente e investigador de la FICH y el Conicet.
Además del fenómeno Niño, el análisis de los datos identificó otras cinco oscilaciones, por lo que en total son seis las que construyen el caudal del río. “Si se las clasifica de acuerdo a su frecuencia, según el tiempo que les toma completar un ciclo, algunas son rápidas y otras toman varios años y hasta décadas. Existe una oscilación que se repite cada pocos meses, otra es anual. Luego aparecen las interanuales entre las que se encuentra la responsable de El Niño y La Niña; le siguen una con una frecuencia de nueve años, otra de 18 y, finalmente, la más lenta que completa su ciclo cada 31 a 85 años. Esta última corresponde a un proceso muy lento de aumento y descenso de la temperatura que involucra toda la cuenca del océano Pacífico”, asegura el informe.
Se agregan los lentos
Si bien cada factor contribuye a que el Paraná presente a cada momento una altura dada, el trabajo de los investigadores de la UNL logró cuantificar por primera vez el grado de participación que tuvo cada una de estas oscilaciones en las crecidas más extraordinarias. Analizaron los datos correspondientes a episodios ocurridos en 1905, 1983, 1992 y 1998, y concluyeron que la coincidencia del fenómeno El Niño con “picos” de los ciclos más lentos es más determinante que la ocurrencia de El Niño por sí sola. En efecto, la oscilación que cumple un ciclo cada tres a ocho décadas se encontraba en su pico tanto a principio de siglo XX como en sus últimas décadas, cuando ocurrieron las crecidas más extremas.
También se tuvo en consideración la influencia del calentamiento global y el cambio en el uso del suelo, “Pudimos ver que la fluctuación lenta tuvo más influencia que el calentamiento global”, subrayó.
Según explicó Antico, si se observa solamente lo que ocurrió entre las décadas de 1980 y 1990 se ve un escenario de fenómenos extremos y frecuentes, lo que algunos plantearon como evidencia de efecto del calentamiento global. “Pero llegó el siglo XXI, eso mermó y puede asociarse a la fase negativa en la que se encuentra la oscilación más lenta”, contó.
Más lento implica más fácil de predecir por lo que asociar la posibilidad de emergencia de fenómenos extremos con una oscilación lenta permitiría, potencialmente, predecir el riesgo de que ocurran o no crecidas extraordinarias. “Hay que continuar analizando esa posibilidad, pero las perspectivas son prometedoras”, aclaró.
Recomendaciones oficiales
La Secretaría de Coordinación y Desarrollo Territorial del Ministerio de Agroindustria, a través de la Dirección Nacional de Emergencias y Desastres Agropecuarios, recomienda a los productores ganaderos de las zonas afectadas: Prever con antelación de acuerdo a los niveles de los puertos más cercanos, el movimiento de hacienda desde las islas y zonas bajas a campos altos en continente. Asegurar el cumplimiento de los requisitos sanitarios y formales para realizar el traslado de la hacienda en pie. Priorizar el destino de vientres, terneros y categorías en proceso de terminación a campos receptores para el sostenimiento de la capacidad de producción. Coordinar el uso de las balsas y barcazas con anticipación para evitar el exceso de demanda. Realizar una clasificación del rodeo y apresurar las ventas de los animales avanzados en el proceso de terminación. Coordinar acciones de comercialización articulada con otros productores y/o a través de mercados ganaderos televisados para asegurar un precio justo. Se abrió una línea de comunicación directa para consultas: subsepolitica@magyp.gob.ar
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