Si para la dirigencia sectorial esta nueva etapa constituye un desafío, ya que acaba de perder las banderas centrales de su reclamo de estos últimos 12 años: las retenciones (impuestos a la exportación), y las restricciones comerciales (precios sugeridos, cupos, Roes, precios máximos), con lo que van a tener que buscar renovados contenidos y planteos, […]
Si para la dirigencia sectorial esta nueva etapa constituye un desafío, ya que acaba de perder las banderas centrales de su reclamo de estos últimos 12 años: las retenciones (impuestos a la exportación), y las restricciones comerciales (precios sugeridos, cupos, Roes, precios máximos), con lo que van a tener que buscar renovados contenidos y planteos, la situación tampoco es menor para las noveles autoridades del área.
Es que la cartera de Agricultura –hoy Agroindustria-, casi sufrió a la par del sector, el destrato, el desguase, y el ninguneo de parte de las máximas autoridades del país.
Devaluada desde hace muchísimo tiempo, en parte por la dependencia casi obligada que tiene de la órbita económica que es la que incide y determina sus principales cuestiones, pero también por la sucesión casi continua, de poco competentes titulares de la cartera, se convirtió en el último período, en apenas un apéndice de la Secretaría de Comercio y hasta de la AFIP, ambas reparticiones con mucho más poder “real” que el propio Ministerio cuyos funcionarios se dedicaron, más vale, a acumular millaje con viajes a los más variados destinos, mientras el área se deterioró y retrocedió –igual que buena parte de la producción agropecuaria-, hasta niveles impensables.
El debilitamiento de Agricultura fue continuo durante la Era K, aunque se aceleró exponencialmente durante la Administración de Cristina Fernández, cuando el enfrentamiento llegó a su máxima expresión, y con el, también el deterioro que la convirtió en apenas una “formalidad”, y un reducto financiero de algunos de los sectores más radicalizados, como el del ex piquetero, y luego Subsecretario, Emilio Pérsico, a cargo de una cuantiosa caja, y que estuvo a punto de quedarse, aún después del reciente cambio de Gobierno.
Ahora, contrareloj, la cartera debe rearmarse y recuperar las áreas y funciones sucesivamente perdidas, como Alimentos, que terminó en Industria, pero que naturalmente debe formar parte de la “cadena” de Agricultura.
Pero por el momento, al margen del cambio de denominación, no se sabe mucho más. El Plan no se conoce, solo medidas aisladas de política económica general que afecta a todos los sectores productivos por igual (recorte de retenciones, eliminación paulatina de restricciones al comercio, etc.) que, incluso, se tomaron con la prioridad del ingreso de divisas más que para alentar la producción de bienes. Todas políticas que, a su vez, reeditan buena parte de los ´90, incluyendo el reciente discurso presidencial “Argentina supermercado, y no granero, del mundo”…, instaurado hace ya casi 20 años atrás por las autoridades de entonces.
Fuera de esto no se ve mucho más por ahora, ni institucional, ni sectorial. En el primer caso, Agricultura debe recobrar personal de la “línea”, la verdadera fuerza de cualquier área ejecutiva, y un organigrama racional. Es que después de tantos parches en los que Agricultura terminó haciéndose cargo de tareas de otras áreas (como Bienestar Social, Obras Públicas, Comunicaciones, o rentas/AFIP, por medio de la controvertida ONCCA ahora otra vez reciclada), mientras iba perdiendo peso y eficiencia en funciones propias, incluyendo peso en el seno del propio Gabinete Nacional.
También debe incorporar profesionales específicos. Por caso, todos los nuevos funcionarios son de la producción agropecuaria pero, llamativamente, ninguno proviene de la “agroindustria”.
Tampoco se incorporaron especialistas en alimentación, nutricionistas, política y comercio internacional, etc.
Lejos parece (pero no imposible), la estructura que aún siendo “apenas” una Secretaría de Estado, contaba con Alimentos, exportaciones vía Promex, programas como cambio Rural o el Prohuerta, o le permitía liderar “semillas” en toda la región desde el INASE y, especialmente, ni Economía, Cancillería u Obras Públicas tomaban decisiones sin que Agricultura estuviera “a la mesa”…
Hoy eso todavía no ocurre. Ni la mesa nacional de emergencia por inundaciones, donde esta desde la Vicepresidente, hasta el Jefe de Gabinete, junto al Ministro del Interior, y la de Seguridad, parece tener la “necesidad” de contar con Agroindustria que, a su vez, tardíamente, comienza a reaccionar sobre la situación de excesos hídricos (que hace más de un mes que se está produciendo), y apenas decidió crear “comisiones” (otra vez??) para hacer “diagnósticos” que permitan prever “a futuro”, cuando los productores e industrias que ya están bajo el agua no tienen “ni presente”.
Los nuevos funcionarios, ni siquiera tuvieron la picardía de copiar acciones anteriores, cuando también hubo inundaciones, y tan importantes como la actual, a fin de implementar las acciones inmediatas que, al menos, atenúen algunos de los daños, y eviten otros.
Por eso, es imprescindible que se “llene la cartera” de Agroindustria (ex Agricultura?) cuanto antes, porque solo con voluntarismo no alcanza….
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