Agroindustria.El porcentaje de la cosecha maicera que se procesa todavía es bajo, en comparación con los países líderes, advierte la Bolsa de Cereales de Córdoba.
El lunes en Pergamino, cuando el presidente Mauricio Macri anunció que se eliminaban las retenciones a las exportaciones de granos, con excepción de la soja, también planteó que es necesario profundizar la transformación de los cultivos en alimentos, con mayor valor agregado, con miles de nuevas pymes y empresas en el interior productivo. El presidente dijo que el desafío es que el país pase de ser “el granero del mundo a convertirse en el supermercado del mundo”.
La Argentina es uno de los países que logra mayor porcentaje de procesamiento de su cosecha sojera, con eje en las terminales portuarias del Gran Rosario, para convertirla en aceite, biodiésel y harinas proteícas que se exportan al mercado mundial. El complejo oleaginoso argentino tiene capacidad para moler casi 70 millones de toneladas de soja por año, contra 50 millones de toneladas que logra Brasil. Esto implica que aquí se procesa casi el 70% de la cosecha y los brasileños, en cambio, el 45% de su producción, lo que los lleva a embarcar más “porotos” sin procesar, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
En el caso del maíz hay más margen para agregar valor y representa una enorme oportunidad para las regiones que están más alejadas de los puertos y que pueden transformar los granos en carne, leche y bioenergía en sus propias localidades.
Un estudio de la Bolsa de Cereales de Córdoba, que se publicó hace unos días y que elaboró el Departamento de Información Agroeconómica de la entidad, precisa que el porcentaje de procesamiento de este cultivo es del 43% de la cosecha en la Argentina, una cifra que está por debajo de China (97%), Estados Unidos (88%), Brasil (74%) y hasta Ucrania (46%), entre otros países.
“El maíz puede transformarse en snacks, cereales para desayuno, proteína animal, leche, bebidas, ropa, papel, medicamentos, dentífricos, bioplásticos, almidón, fructuosa, cosméticos, huevos, gelatinas y muchísimos productos más”, destaca el informe.
Pero el objetivo del estudio de la Bolsa cordobesa es cuantificar el impacto que tendría en la economía de esta provincia aumentar diez puntos porcentuales el procesamiento de la cosecha maicera. Córdoba produce, en promedio, unas 9,6 millones de toneladas de maíz cada año y transforma 2,4 millones de toneladas (el 25% de su cosecha), lo que implica que cada año salen de la provincia algo más de 7 millones de toneladas de maíz sin procesar.
Si los cordobeses logran llevar el porcentaje de transformación al 35%, lo que supone industrializar 967.000 toneladas más de maíz, podrían con este volumen de granos instalar 32 nuevos tambos, 70 criaderos de pollos, 34 feedlots, una planta de etanol y 97 criaderos de cerdos.
“En términos socioeconómicos se generaría alimento para más de 1,2 millones de personas, etanol para cubrir el corte con nafta de 1.000.000 de vehículos y 1.200 empleos directos. Para llevar a cabo esta trasformación se necesitaría una inversión de U$S 700 millones, el equivalente al 2,3% del Producto Bruto Geográfico de Córdoba”, estima el estudio.
Con las cotizaciones promedio de noviembre, la Bolsa de Cereales cordobesa calcula que las 7,2 millones de toneladas que salen de la provincia sin transformar representan unos 560 millones de dólares. Lo interesante es con un mayor procesamiento se puede generar el mismo valor utilizando muchos menos granos, y con más empleo y valor agregado.
En el sector porcino, por ejemplo, con un consumo de 1 millón de toneladas de maíz por año se pueden lograr ingresos brutos por U$S 560 millones de dólares, con 400 unidades productivas. El mismo dinero consiguen 260 feedlots con un consumo de 1,5 millones de toneladas de maíz y 1.300 granjas aviares, que demandarían 2,5 millones de toneladas del cereal.
Si este potencial de desarrollo hay en una sola provincia, la cadena del maíz, un cultivo que sufrió las restricciones para exportar y las intervenciones en los mercados durante los últimos años, puede hacer un aporte estratégico a las economías regionales si el porcentaje de transformación se eleva en todas las provincias productoras del cultivo.
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