Estados Unidos es el segundo mayor consumidor de aceite de oliva del mundo, sólo por detrás de la UE, un mercado en el que ahora también intenta irrumpir como productor gracias al resurgimiento de la industria del aceite en California.
Con un clima catalogado como mediterráneo, California ha cultivado olivos desde que los primeros religiosos españoles empezaron a construir misiones a lo largo de la costa en el siglo XVIII, pero la industria del aceite de oliva no ha tomado verdadero impulso hasta hace unos años.
“Cada año aumentamos nuestra cuota de mercado. El aceite producido en California puede competir perfectamente de tú a tú en el mercado estadounidense con los aceites producidos en Europa”, explicó en una entrevista con Efe la directora ejecutiva del Consejo de California para el Aceite de Oliva (COOC), Patricia Darragh.
Ese consejo, que aúna a los principales productores de aceite de oliva del estado, tiene precisamente por objeto promover el consumo entre los estadounidenses del producto local, a la vez que se preocupa por garantizar su calidad.
Según datos del Consejo Oleícola Internacional, con sede en Madrid (España), Estados Unidos produjo en la temporada 2012-2013 10.000 toneladas de aceite de oliva, apenas un 0,2 % de la producción mundial, mientras que España, el primer productor del mundo, proveyó al mercado de 616.300 toneladas.
Crecimiento exponencial
Sin embargo, estas 10.000 toneladas de EEUU (la mayor parte de las cuales corresponden a California), son más del doble de las producidas la temporada anterior (4.000 toneladas) y diez veces el volumen producido cinco años antes, la temporada 2006-2007, cuando sólo se obtuvieron 1.000 toneladas.
Se trata, por tanto, de un crecimiento exponencial y en paralelo al gran incremento de la demanda interna en EEUU durante los últimos años. ”Los consumidores estadounidenses cada vez están más concienciados con la necesidad de mantener una dieta saludable y ahora muchos leen las etiquetas de los productos que compran”, indicó Darragh.
Precisamente para dar respuesta al creciente interés entre los consumidores, el Gobierno de California fijó el pasado mes de septiembre unos nuevos estándares para determinar la calidad y el etiquetado del aceite de oliva producido en el estado. Los nuevos estándares fijan, entre otras cuestiones, que los productores deban demostrar que su aceite es realmente virgen extra en caso de que así lo indiquen en la etiqueta de la botella, que especifiquen si se le ha añadido algún componente químico o si es el resultado de una mezcla de aceites de varias calidades.
Agricultura local
De esta manera, el país norteamericano busca promocionar su producto local frente al aceite de oliva importado desde España e Italia, que actualmente copa prácticamente la totalidad del mercado estadounidense. ”Existe un movimiento muy fuerte en California y en el conjunto de EEUU para apoyar a la agricultura local siempre y cuando sea posible. Además, podemos ofrecer mucha calidad, algo que todavía mejorará más con los nuevos estándares”, se mostró convencida Darragh.
“Hace unas décadas ocurría lo mismo con el vino y, también como en su caso, llegará un momento en el que seremos jugadores importantes a escala nacional y mundial. Estamos unos veinte años por detrás del mercado del vino californiano”, indicó. Si el mercado del aceite de oliva en EEUU crece lo suficiente como para poder empezar a exportar, Darragh tiene claro cuáles son sus mercados potenciales: “Asia, fundamentalmente China y Japón“.
Actualmente, California destina 15.000 hectáreas (35.000 acres) al cultivo de olivos para producción de aceite de oliva virgen extra, una cifra que se estima que aumente en unas 1.500 hectáreas (3.500 acres) cada año hasta 2020.
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