Estudios recientes indican que las frutas y hortalizas contribuyen a prevenir los trastornos en la salud causados por la falta de nutrientes y también reducen el peligro de padecer enfermedades cardiovasculares -una de las principales causas de enfermedad y muerte en todo el mundo- y distintos tipos de cáncer.
Las frutas frescas en general contienen un elevado contenido de agua, aportan principalmente fibras, vitaminas, minerales y baja cantidad de carbohidratos y proteínas. El consumo de una pera Williams mediana (190 gramos) con cáscara aporta calorías (unas 120 kilocalorías), carbohidratos (29 gramos) constituidos especialmente por fructosa, sacarosa, glucosa y sorbitol-, fibra alimentaria (6,3 gramos), proteínas (0,7 gramos), cobre y vitamina C (3,8 miligramos), y no contiene grasas ni sodio, según datos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
En la actualidad, la Argentina es el principal exportador mundial de peras mostrando un sostenido crecimiento en los últimos diez años, basado en el apoyo asumido por el Estado nacional y las principales provincias productoras: Río Negro, Neuquén y Mendoza.
Buena parte de este éxito comercial radica además en el sistema de control que garantiza la calidad de las peras argentinas durante la cadena productiva. Este control es realizado por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que fundamentalmente tiene en cuenta las necesidades de los consumidores internos y los requerimientos de los mercados externos.
“Este producto cuenta con una importante ventaja competitiva: la de haber logrado ubicarse en los mercados más exigentes con destacados atributos de calidad y bajos niveles de residuos de pesticidas, lo que le brinda valor agregado”, sostiene la presidenta del Senasa, Diana Guillén.
Esta cadena agroalimentaria además se integra con empaques, frigoríficos y varias industrias, como las de jugo concentrado, licor, deshidratados, dulces y sidra. También se encuentra conformada por numerosos proveedores de maquinaria e insumos agrícolas y de empaque, metalúrgicas, fabricantes y armadores de cajas de cartón, aserraderos, empresas de logística y transporte terrestre, servicios portuarios, profesionales, organizaciones de investigación y desarrollo, instituciones educativas, y viveros, que emplean a más de 42 mil personas, lo cual la convierte en una importante cadena de valor tanto económica como también social.
El procesamiento de las frutas en envases debidamente habilitados asegura al consumidor local y al de los países compradores que el producto ofrecido está bien acondicionado, empacado y almacenado en establecimientos con condiciones adecuadas y evita riesgos potenciales para el consumidor.
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