Los fuertes y prolongados veranos que han afectado más de un 40 por ciento de las praderas que concentran la actividad pecuaria en este país, han ocasionado una reducción del hato ganadero estadounidense en aproximadamente cinco millones de cabezas en los últimos tres años.
El fenómeno ha provocado un incremento en las importaciones, tanto de ganado en pie como de carne en canal.
El Departamento de Agricultura (USDA) ha calculado que este año el ganado importado, principalmente de México y Canadá, puede alcanzar las dos millones de cabezas, mientras que las importaciones generales de carne en canal se estiman en 1 millón de toneladas métricas.
No obstante, y a pesar de esta situación, Estados Unidos no ha perdido el auge de sus exportaciones de carne de res, que el año pasado cerraron con un monto superior a los 6,100 millones de dólares, representado en un millón 200 mil toneladas.
Las ventas al exterior siguen creciendo a lo largo del presente año, tanto en volumen como en valor, a tasas que rondan el 9 y el 18 por ciento, respectivamente.
De acuerdo con la oficina gubernamental, el hato ganadero cayó el año pasado a un total de 87 millones de cabezas, la menor cifra registrada en los últimos 60 años.
Las fuertes sequías afectaron hasta un 44 por ciento de los pastos en Oklahoma y Texas, los estados que concentran la mayor crianza de novillos en este país.
Consumo interno
La menor oferta para el mercado interno ha disparado los precios al consumidor y automáticamente ha reducido el consumo de carne, producto que tradicionalmente ha sido uno de los más caros de la canasta familiar estadounidense.
Según la fuente oficial, el precio de la carne de res, registró un promedio de 5.40 dólares la libra durante los últimos seis meses, un 23 por ciento por encima de lo cotizado durante el periodo 2010-2012.
Por su parte, la Universidad de Missouri ha revelado un estudio donde se advierte sobre una concentración casi monopólica del mercado, ya que, según sus investigaciones, solo cuatro grandes firmas procesadoras acaparan el 81 por ciento de las ventas de carne de res, lo que implica un perjuicio directo, tanto para productores como para los propios consumidores.
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